Alardeaba yo de cierta discreción ligeramente cercana al secretismo. Lo cual es incoherente cuando uno decide ponerle a un blog su propio nombre. Para alejar equívocos : aquí estoy yo, hoy pongo ésto, ayer escribí esto otro. No hace falta firmarlo cada día. No es el caso de esos famosillos de cuatro perras que tienen blogs mantenidos por otras personas, cuyas colaboraciones se limitan a firmar tras leerlas, si es que llegan a leerlas. Aquí cada letra sale de mí, algunas más de las entrañas, algunas más del hígado, y ya paro de describir órganos de los que pueden salir letras y palabras.
De repente llega el momento en que me doy cuenta de la onda expansiva : mi hija tiene cinco blogs. Mi hijo anda con la pelota (no con una, con varias de ellas que alterna en función de causas sumamente aleatorias) y todavía no se obsesiona con la cultura. Pero mi hija ha abierto ya cinco blogs. Todos tiznados por la ingenuidad propia de los 14 años, todos abiertos con el empujón inicial de quien se tira de un trampolín y se da cuenta de que depende de lo que haya abajo. Y yo me sentía responsable de esa primera piedra en algún otro, alguno felizmente reencontrado, y me encuentro ésto.
De uno de sus blogs deduzco su escaso cariño por los títulos obvios. Así cómo podía yo titular esto "Consejos para hacer un blog" y seguir mirándola a la cara mientras cenamos.
No te preocupes si te leen o no. Escribe lo que quieras y cuando quieras.
Usa el corrector ortográfico.
La biblioteca es gratis: si un libro te despierta curiosidad, cógelo y tómate tu tiempo con él. No se gastan.
Lee de vez en cuando hasta el final algún libro que sepas que no te va a gustar. Piensa en si finalmente te ha gustado o no. Piensa en los motivos. Piensa qué debería cambiar para que te gustase. Tal vez de todos esos pensamientos salga algo bueno. Seguro que sí. Escribe sobre esa experiencia.
Lee otros blogs. Lee lo que opinan otros y contrástalo con tu opinión. Aprende de eso. Mira las palabras que los demás emplean apara acabar diciendo cosas que se parecen a las tuyas. Mira cuando tus mismas palabras se usan para llegar a conclusiones opuestas a las tuyas.
Ten a mano algo que te sirva para retener lo que se te ocurre. Una libreta, un bloc de notas en un teléfono o un ordenador.
Piensa en los escritores de los libros que te gustan. Seguro que tienen defectos enormes.
Piensa en los escritores de los libros que no te gustan. Seguro que tienen alguna virtud.
Ponles cara a sus parejas, a sus familias, piensa en el sitio en el que escriben, en la hora a que lo hacen.
Encuentra la situación en la que estás completamente concentrado en escribir. Elige la luz, la hora, aquello que te sitúe en la mejor actitud.
Sé sincero.
Si no puedes ser sincero, al menos sé ambiguo.
Divulga que tienes blogs.
Que todo el mundo tenga claro que una cosa eres tú y otra lo que escribes. Y que eso no es desdoblamiento de personalidad.
Conoce gente.
Si no puedes conocer gente como te gustaría, piensa como sería esa gente, escríbelo. Creales vidas y llénalas de detalles. Ya que son virtuales hazles viajar donde tu querrías.
A diferencia de los libros, no oigas discos malos. No hay nada que hacer con los discos malos, salvo olvidar que existieron. La de la mala música no sirve como experiencia.
Si no puedes atender todos los blogs, elige un par de favoritos y céntrate en ellos. No cierres los demás, a veces hay que airearse.
Sé tú mismo.
Envía a freír monas a quien te diga que seas tú mismo. Quién vas a ser si no.