Curioso como, a pesar de la enorme dificultad que para los criados en lenguas romances representa la comprensión del idioma alemán, las dos palabras usadas por el simpático y engrescador eurocomisario Oettinger nos son perfectamente comprensibles : apocalipsis y catástrofe.
Curioso igualmente como, enfrascado como estoy en la lectura de otro soberbio libro de Kapuscinski, El imperio, sea Rusia quien se haya ofrecido a dar cobijo a Japón (pues tienen 17 millones de km2 libres de inquilinos, aunque a algunos de ellos igual les falte calefacción), en caso de que el archipiélago nipón deba ser desalojado como consecuencia de una crisis nuclear en cadena.
Resulta que el libro de Kapuscinski empieza hablando, en términos autobiográficos, pero esquivando el tono excesivamente emocional (virtud por lo que veo común en la obra del polaco), de los inicios de la II guerra mundial, con los alemanes tomando Polonia por un lado, y los rusos por el otro. Doble penetración, en resumidas cuentas. Cómo explota la cultura de la segunda mitad del siglo XX, y lo que llevamos de éste, el tema de la Alemania nazi... Habrá quien lo atribuya a la fuerte influencia del lobby judío internacional, como dominadores que según algunos son de los grandes polos (editoriales, estudios, canales de TV) de presencia cultural planetaria, empeñados en que todos tengamos siempre muy presente lo que pasó. Yo diría que como, y espero que ésto sea por mucho tiempo, ha sido el último conflicto bélico de alcance global, hay que tirar de eso, creativamente es un filón que aún puede dar juego (veáse Inglorious Basterds).
Y hablando de nazis debo hablar de Pedro Varela.
Propietario de la librería Europa, en la calle Séneca, Pedro Varela lleva un cierto tiempo encarcelado, a causa de la distribución que desde esta librería, y supongo que deben tener web también, se hace de material editorial relacionado con el negacionismo (aclaro por si alguien no sabe : el del holocausto), y demás parafernalia vinculada a ensalzar a Hitler, al nazismo, a la raza aria, a un montón de causas que no por perdidas de antemano dejan de ser turbias y sórdidas.
La primera vez que ví a Pedro Varela fue por la tele, en un programa en TV3, de aquellos que se hacían hace unos 15 o 10 años y que conducía, creo, Joaquim Maria Puyal. Se levantó de entre el público, y afanosamente intentó hablar en catalán para defender su causa, no era racista pero creía que cada raza debía tener su propio territorio, eso sí el mejor territorio nos lo seguíamos quedando los blancos, con un dúplex para la raza aria. No sé si es muy alto o no, llevaba un traje y corbata azul marino, pelo corto cortado a navaja, aspecto un pelo rancio. En medio de su soflama se le acabaron viendo las entretelas de su ideología, con lo que en un punto u otro acabó proclamando la superioridad de la raza blanca. A su lado, o no muy lejos de él, había sentado un joven, de no más de 25 años, de raza negra. Este se levantó con toda educación, cuando le concedieron el turno de la palabra. Levantarse permitió a la audiencia ver que sobrepasaba a Varela por no menos de 25 o 30 cm. de altura, tenía una apariencia completamente atlética (Varela parecía más bién esquifidet), y cuando empezó a expresarse en catalán tanto su pronunciación como su léxico eran completamente superiores al de Varela (al que hay que reconocer que al menos hizo el esfuerzo). El señor de color le preguntó reiteradamente si realmente él se consideraba superior, lo cual provocó no pocas carcajadas.
El tamaño no importa, claro. Pero el afrocatalán podía haberse hecho un llavero con la cabeza de Varela si se lo hubiese propuesto. Quizás Varela tuvo presente esa posibilidad en algún momento, pues sus respuestas titubeantes no sonaban muy wagnerianas.
Tras eso, Varela fue apareciendo en los medios, siempre en relación con la librería y las actividades paralelas que un negocio así irremisiblemente atrae : skinheads, violencia, odio racial. A pesar de sus intentos de desmarque, era evidente que si estás entre los cerdos no puedes salir oliendo a rosas. Tampoco ayudaba su cargo directivo en CEDADE. Organización cuyas siglas significaban Confederación Española de Amigos de Europa. Poético nombre que suena un poco gay, aunque no tanto como YMCA. Y después de muchos vaivenes dio con sus huesos en prisión. Ahora desde prisión apela a la libertad de expresión y toda clase de derechos que él mismo aboliría si fuese quien nos mandase. Yo evidentemente no comparto con Varela más que cierto apego por los trajes azul marino. Dudo que le guste Bob Marley. Pero no me gusta que esté en prisión, pues es una caja de resonancia excesiva, es un efecto boomerang que no es conveniente, es la martirización que acaba beneficiando a la causa. No sé si en las prisiones españolas hay esos colectivos de skinheads tatuados que salen en películas americanas (como la excelente American History X). En ese caso, Varela no estará mal del todo. Pero en la calle, despachando libros (los pocos que venda, si visitáis la web da bastante grima todo) lo veo bastante inofensivo. Y siempre puede, despues de tantos años, encontrarse al negrito del programa de Puyal.
Hola Bon, quiero felicitarte, en primer lugar por esa excelente memoria que demuestras al describir a Pedro Varela en un programa de hace 10 o 15 años, (siento envidia sana) (si es que la envidia es sana...pero eso sería otro tema) en segundo lugar por tus comentarios con las que coincido totalmente.
ResponEliminaEs cierto, mucho frío en Ucrania...espero que solo pasemos eso!!