Tenía que ser justo la semana 13, claro. Para los que creen en supersticiones, claro. Entre los que no me incluyo, por supuesto.
Porque aunque los accidentes aéreos ya vienen suscitando gran interés desde siempre, los que ocurren, por los guiños del azar, cerca de nuestros lugares de existencia, acaparan y son acaparados por los medios de comunicación. Añádase aquello del mundo global, sabéis. Y cada accidente tiene sus peculiaridades y cada uno tiene aquello que lo hace único. Porque todo es único en este nuestro universo: las personas, los ríos en que uno no se baña dos veces, las catástrofes aéreas. Ah: ya le he cambiado el nombre y ya no es un accidente. Me gusta cómo apreciáis los matices. Daremos una vuelta más de tuerca, cosa que a los aficionados a la terminología legal parece excitar bastante. Homicidio. Asesinato. Suicidio combinado con ambas cosas. Yo no quería, pensaba que dándome contra la montaña, así de morro, solamente yo tenía garantizado mi traspaso. Oh. Los demás. Qué importan los demás. Qué más dan las circunstancias por las que van en ese avión que yo conduzco. No. Que yo piloto. Uy. Piloto. Yo y los de la F1 somos pilotos. Lo de conductor queda para los taxistas y los camioneros, y lo gente de aquí, Yo soy un piloto y conduzco una máquina que vale un dineral y los demás confían sus vidas a que yo haga bien mi trabajo. No será cuestión de irlos a decepcionar. Miremos el paisaje.
Curioso: Lufthansa publica notas con diferentes textos en función de los idiomas y el medio en que aparecen. Para los medios nacionales el agradecimiento en español es a "Francia, España, Alemania y muchos otros países del mundo". Traduzco el texto empleado en la nota de condolencias publicada en medios en catalán: "Francia, Alemania, Catalunya y el resto de España, así como numerosos otros países". El mercantilismo obliga al equilibrismo y el equilibrismo, pueda o no ser apreciado, siempre tiene algo de patético. O no es un tipo haciendo aspavientos con tal de no precipitarse al vacío una estampa patética. Por eso hay tantos estetas que mueren jóvenes. Antes dignidad que salvar la vida a costa de resultar grotesco.
Las notas de condolencia, todas ellas a página entera dentro de las 10 primeras páginas, como para distinguirse de las necrológicas, y para despersonalizar las 150 tragedias: un artefacto como cualquier otro para recuperar valor en bolsa y evitar que el pánico se propague entre los usuarios.
Las notas de condolencia, todas ellas a página entera dentro de las 10 primeras páginas, como para distinguirse de las necrológicas, y para despersonalizar las 150 tragedias: un artefacto como cualquier otro para recuperar valor en bolsa y evitar que el pánico se propague entre los usuarios.
Lecturas (algunas de ellas con cierto atraso): en medio de una previsible y futura obsesión por Caldwell ("tapado" del southern gothic), comentar la relativa decepción que me causó el ensayo de W.G. Sebald sobre los bombardeos aliados en la Alemania nazi: me esperaba que Sobre la historia natural de la destrucción fuera, como las valientes novelas de Heinrich Böll, un auténtico arañazo en la llaga, un incondicional mea culpa de la nación alemana (curioso, muy curioso decir esto justo esta semana) y una asunción más o menos contundente de que donde las dan, las toman. Pero percibo en Sebald una incómoda falta de aceptación. Empeñado en explicar las técnicas de bombardeo, y su plena planificación, veo a Sebald con demasiada cautela, con esa precaución del niño que ha hecho una gamberrada ante las visitas, ese que sabe que cuando éstas se vayan, y la puerta se cierre, le espera una buena. Sin ti no hay nosotros, reportaje periodístico de Suki Kim, escritora infiltrada como profesora de inglés ante la élite juvenil de Pyongyang, tercer texto sobre Corea del Norte en unos meses, valioso por lo que sugiere, por ese miedo subterráneo presente en los gestos más insignificantes.
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