Día 132. Lunes.
Ayer salí a fumarme un cigarro y vi de nuevo a los chinos recibiendo a la familia. Cada vez que bajan de ese auto me recuerdan al viejo chiste de los payasos que salen uno tras otro del pequeño automóvil. Ellos también son un chiste en sí mismos, tratando y pudiendo a duras penas saludarme con ese español rústico y mal sonante. No sé como el tendero del frente los soporta siendo su principal competencia. Es verdad que apenas llegan pero con el tiempo seguro les despertará la manía de intentar dominar el mundo. Conozco a esta gente que sonríe todo el tiempo y saluda a diestra y siniestra. Se sienten bien, sienten que agradarán a todos. Sé que lo lograrán pero no conmigo, no.
Día 134. Miércoles.
Pepe, el tendero, me cuenta que un amigo suyo dejó de lado el negocio, una tienda igual a la de él, para poner un local de masajes exóticos o chinos, o algo así. Me dió la dirección. Cómo si pensara ir. Él sabe bien que apenas y salgo de casa, sólo necesito cigarrillos. Cosa rara: los chinos están vendiendo todo, de todo, para todos, menos los cigarrillos que me gusta. Esos sólo los tiene Pepe.
Día 135. Jueves.
Hoy llegaron los familiares de los chinos otra vez, pero es raro pues sólo acostumbran venir cada dos semanas. Le pregunté a Mariuxi, la novia de Pepe, si sabía qué pasaba pero claro, esta gente que hace cosas, que sale a trabajar y conversa, no tiene tiempo para presenciar cómo se le mueve el mundo alrededor y cómo les destrozan el suelo con sólo un trato. Yo sí me doy cuenta de todo. El trato del que hablo es ese que hicieron los chinos con el dueño de la casa de al lado de su tienda. Más que trato es una venta. Los chinitos compraron esa casa y ya me imagino el paso siguiente: unir ambas casas y hacer una tienda enorme. Lo cagaron a Pepe.
Día 138. Domingo.
Le comenté otra vez a Mariuxi el plan que tienen los chinos, cómo quieren apoderarse de toda la calle, monopolizar el negocio de ventas. Ella me mira siempre raro, no sabe que tengo razón. Compré un par de cervezas y regresé a sentarme frente a la ventana. De aquí los veo a los dos, a Mariuxi y a Pepe que acaba de llegar. Están tan contentos.
Día 140. Martes.
Llegaron los padres del tendero. Estaban de viaje por Argentina. Escuché sus gritos apenas me había despertado. El viejo es un tonto, siempre se negó a vender cerveza y cigarrillos, muy cristiano, creo. Cuando le dejó la tienda a Pepe las cosas cambiaron para bien, el tipo tiene estrategia, será por eso que no se preocupa por los chinos. Por cierto, ellos ya contrataron un ingeniero para que les haga los planos y remodelaciones. Me equivoqué muy poco. No compraron las dos casas para unirlas, obviamente sería complicado. Pero vivirán en una y la otra será una tienda gigante, un supermarket.
Día 156. Jueves.
El chino más viejo me mira de reojo cuando me paro en la ventana. Le grité si quería algo de mi pero no sé si sabe mi idioma. La tienda la lleva su hija, que es más delgada que todas las personas en el barrio. Está casada con un calvo. Se ve que tienen dinero, pero tienen problemas. El ingeniero que habían contratato se fue a los dos días con un buen dinero que ellos le habían anticipado. Ahora contrataron otro pero el material de construcción se les desaparece todo el tiempo. Les va a salir caro el chiste de remodelar.
Todo esto me lo cuenta Mariuxi cuando voy por más cervezas. Igual, parece que me tuviera miedo pero obviamente necesita alguien con quién hablar pues los suegros le ocupan todo el tiempo al hijo con idas al hospital y otras cosas. Los viejos se volverán a ir pronto, esta vez a Madrid, luego Barcelona y luego a Francia. Sí, tienen dinero ellos también, seguro por eso no temen a la competencia.
Día 160. Lunes.
Me acosté con Mariuxi. Cosa mía no fue y ella dice que es culpa de Pepe por dejarla tan sola. Descubrió que él no acompaña a los padres a ningún lado sino que va donde el amigo que tiene el local de masajes. "Son masajes con happy ending" me dijo, y yo no pude evitar reir por su manera de pronunciar. Observé las fotos en el cuarto de Pepe: posando con armas, con tipos de pinta rara, caras de ladrones y bares de bajo mundo acompañado de amigos. Me las juego todas a que el dinero que tiene viene de las apuestas y anda metido en líos de ladrones.
Día 165. Sábado.
Son apenas las 5 de la madrugada y no he dormido nada. La noche fue intensa desde la ventana. Pocas veces se ven cosas raras en esta parte acomodada de la ciudad. Mientras fumaba, a eso de las 11, los chinos cerraban la tienda y Pepe se bajaba de un auto negro. Es el mismo auto negro que se para en la esquina desde hace tres días. Parece que vigilan a alguien. No es a mí, lo sé porque me he pasado en frente de ellos con la excusa de fumar en el parque de la otra cuadra y no me toman en cuenta. Los vigilé, practicamente los reté con la mirada, no hicieron nada.
Anoche, Pepe les hizo señas, sé que algo les dijo sobre los chinos que ya habían entrado.
Después de un par de horas llegaron tipos de mala pinta y comenzaron a romper las ventanas de la casa de los chinos. Escaparon en un auto rojo sin matrículas. Los chinos llamaron a la policía y ellos entrevistaron a los vecinos. Yo no dije nada, porque seguro estos cerdos son amigos de los ladrones, me pondrían en peligro.
Día 175. Martes.
Anoche, en la cama con Mariuxi, le conté lo que ví hace unos días. Ella sonrió de una manera extraña y me dijo que no sea tan curioso, que podría pasarme algo. Le dije que, a pesar de la panza, un militar retirado sabe defenderse. No le conté que no me retiré sino que me retiraron, por loco, dijeron. Idiotas.
Día 176. Miércoles.
Pepe sabe que Mariuxi lo traiciona, no sabe que es conmigo. Ella me lo contó por teléfono. Va a salir de la ciudad. Este tipo debe ser una mierda como para infundir ese tipo de miedo.
Noticia extraña en el telediario del medio día: El gerente de una tienda de artículos alimenticios importados publicitó su suicidio mediante un cartel en su tienda. Después de unos días usó un cúter en sus venas. Para hacerlo más increíble: tres chinos hubieran hecho lo mismo pero los vecinos no los dejaron. A nadie se le ocurrió detener también al primero?
Día 177. Jueves.
Han robado la tienda de los chinos, fueron los mismos tipos del auto rojo del otro día, lo sé, los vi. La policía volvió a preguntarme todo, parece que sospechan de mí. Bueno, un hombre sólo en un departamento, que solo sale a fumar y beber pero que parece de dinero, debe ser algo raro. Los entiendo cuando se ponen paranoicos. Já! quien mejor que yo como para entenderlos.
Algo más pasó hoy: Pepe me preguntó por Mariuxi, no parece preocupado, se nota la rabia cuando pronuncia su nombre. De mi nada sospecha.
Día 186. Sábado.
Pepe hablaba por teléfono hoy, mirando hacia la tienda de los chinos que a pesar del robo seguían vendiendo. Pusieron un letrero: Se vende comida para reptil. No sé cómo diablos, o a quién carajos se le ocurriría tal producto pero suena lógico, el parque de la otra cuadra tiene iguanas a montón. El producto es un éxito de ventas entre niños y grandes.
La mirada de Pepe irradia cabreo.
Día 187. Domingo.
Con la familia de los chinos dentro de la casa, de noche, a eso de las 10, otra vez los mismos tipos del auto rojo. No robaron, sino que golpearon a todos los hombres de la familia. La policía está desesperada y ya declararon que sospechan que esto es por venganza. No sé si sigo siendo un sospechoso pero les mostré mi identificación de Sargento segundo y dejaron de preguntar. Si hubieran visto el rifle que tengo en el armario no se hubieran ido tan tranquilos.
Día 195. Viernes.
Pepe es un mafioso, presta dinero a intereses elevadisimos y tiene matones para las cobranzas. La tienda es sólo una pantalla. Ya decía yo que un cuarentón no vive por una tiendita.
Los chinos le habían hecho un prestamo gigante para comprar la otra casa pensando que el negocio cubriría todos los gastos en unos cuantos años pero no contaban con que aquel contratista se les llevaría un montón de dinero, más del que yo había pensado. Todo esto me lo dijo Mariuxi, sigo en contacto con ella. Se mudó a Bariloche robándole dinero a Pepe.
La vida por fin está dandome las historias emocionantes que merezco.
Día 200. Miércoles.
Los chinos denunciaron al único tendero que conozco que vende los cigarrillos que me gustan. Es necesario decir que estos son los días en que más me he metido humo a los pulmones? La policía invadió la casa de Pepe para arrestarlo. Él no estaba, le habían avisado ya, seguro algún cerdo policía.
Los pacos solo agarraron evidencia. Los chinos están muy asustados, se les nota.
Día 201. Jueves.
Con los binoculares veo a los chinos preparando maletas y veo la casa de Pepe vacía. Me quedan sólo dos cigarrillos. Gran mierda!
El auto negro del que una vez se bajó Pepe está rondando estas calles, vigilan a los chinos.
Día 202. Viernes.
Me desperté a las 9, cosa extraña en mi, pero debe ser que los desvelos me están pasando factura. La sorpresa no tan sorprendente: los chinos están muertos. Los encontraron amarrados por parejas en la tienda. Les cortaron la gargante con (adivinen) un cúter negro marca Pelikan, hecho en Taiwan, un artículo de su propia tienda. La policía vino a preguntarme si vi algo pues un vecino les dijo que yo paso las noches despierto mirando por la ventana. Mis ojeras son la mejor prueba de eso. Pero no, esta vez, lamentablemente, no vi nada, señores.
Día 203. Sábado.
Pepe está con Mariuxi, se perdonaron y están felices tomando un paseo por Barcelona acompañados por los padres de él. Nadie planea regresar, eso me dijo. Bueno, los entiendo.
Conseguí mis cigarrillos, los venden en una tienda que queda a media hora si voy a pie. Es una mierda caminar tanto.
Toda la ciudad ya se olvidó de los chinos muertos. Regresaron los días de calma.
Día 205. Lunes.
Creo que voy a ponerme una tienda, pues no hay competencia y sobre todo para tener cerca mis cigarrillos.
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