Estoy contento de volver a escribir sobre algún libro. Puesto que significa que, paulatinamente, recupero cierta capacidad de concentración y, a la vez, que abandono los sórdidos laberintos de la política y la sociología en los que, reconozco, acabo perdiéndome, para mi rabia y desespero.
Elegí el libro de Schlink buscando en los estantes a Scott Fitzgerald. Deberé buscar otro para encontrar a éste. Lo cogí porque era de Anagrama, y porque recordaba haber visto El lector, solvente película basada en la obra homónima de Schlink.
A medida que lo leía constataba varias cosas : que los autores alemanes me generan cierta predisposición que no soy capaz de definir, como si por una parte todos los de una determinada época tuviesen, en un punto u otro, que bajar la cabeza y pedir perdón por el horror del nazismo, y por otra, como si del acto ignominioso de esa bajada de cabeza naciese una prosa dura, concisa, sin florituras ni exceso de oropel. Una prosa fría, gris e industrial como las ciudades alemanas.
También, por la temática policial del libro, iba proyectando sombras todo ese marasmo sobrevalorado de autores escandinavos. Avanzaba en la lectura y me preguntaba en qué era superior cualquiera de los libros de la trilogía de Larsson a este libro de Schlink. No en el estilo literario, aunque tiendo cada vez más a que en los libros traducidos ese estilo quede levemente compartido con los traductores. Tampoco en el desarrollo de la trama, más directa y menos dada a extraños giros. Llegué a la conclusión de que ciertos personajes (una problemática joven con un turbio pasado y aficionada a la tecnología punta) son más atractivos que otros (un ex juez en la Alemania nazi que tiene que buscarse, ya casi anciano, la vida como detective en el período post-II guerra mundial). Porque en todo lo demás Schlink, a pesar del confuso y descorazonador final, es superior a Larsson. Con todo, una algo deslabazada sensación la que me invade: que, tras tanta lectura y de tantos estilos, la novela policíaca al uso ha dejado de despertarme un interés prioritario.
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