A medida que iba pensando en lo que escribiría en este blog, me invadía la duda de si Quim Monzó ya le había dedicado alguna columna recientemente a este mismo tema. Duda que no consigo disipar, pues los periódicos de los últimos días ya se tiraron y no encuentro manera de saberlo. Mi cabeza oscila de un lado a otro. Mis propias ideas se amontonan con la práctica certeza de que este es un tema irresistible para la acidez de Monzó. Así que digo que tomo la iniciativa, pero igual no.
Ayer Barcelona, por lo menos la Esquerra de l'Eixample, donde yo vivo, era una ciudad prácticamente normal para ser un 2 de febrero. Algo más de frío de lo habitual, una fina lluvia que, por la baja temperatura, tomaba puntualmente forma de agua-nieve. Pero cierto número de políticos, aconsejado por cierto número de asesores (esos que se convierten en tus peores enemigos en cuanto toman una decisión equivocada) decidió que había que distraer a los ciudadanos, que tanto paro y tanta empresa hundiéndose ( o aterrizando, ja ja) no merecía ayer todo el protagonismo: así que a disparar la histeria por un temporal terrorífico, una especie de Armagiddeon, para poder autoregalarse una épica demostración de que, ante los crueles designios de la naturaleza, los políticos, sólo los políticos, podían salvar la vida de los ciudadanos de un cruel final prácticamente seguro. Para que nadie los siguiera poniendo a caldo, que mejor que actuar para evitar trágicas consecuencias. Transportes cancelados, escuelas cerradas, psicosis de fin del mundo (de esos días en que los supermercados agotan el arroz, los macarrones y el aceite), instalaciones deportivas cerradas, todo el mundo a su casa. Llegué a pensar que querían que todo el mundo se sentase ante el televisor para que pudiesen retransmitir una alocución de Urdangarín lagrimoso y arrepentido pidiendo perdón a todo el mundo. Eso hubiese sido divertido. Porque todo lo demás fue simplemente una demostración de miedo (al que llaman prudencia), de equivocaciones (a las que llaman posibilidades); en fin, una nueva constatación de que los políticos crean problemas donde no existen.
Entonces tienen que aplicar soluciones bizarras. Parece ser que un poderoso grupo norteamericano se está planteando instalar en Europa una especie de Las Vegas. Madrid y Catalunya se han lanzado al cuello de esa posibilidad, azuzados por las perspectivas planteadas por una instalación de este tipo: se habla de que se crearían de 130 a 200 mil puestos de trabajo. Con los datos actuales tanto de una como de otra comunidad, las perspectivas serían una reducción de parados de entre un 25 y un 40 por ciento para Madrid, de un 16 al 26 por ciento para Catalunya. El pequeño problema es que los promotores exigirían que esta Eurovegas fuese una pequeña zona franca donde parte de la legislación estatal sufriese un oportuno relajamiento, cuando no una franca anulación. La respuesta de los políticos, si es que les ha dado tiempo a responder pues rápidamente se han lanzado a correr arrodillados, es lo que haga falta.
Me pregunto entonces si esas cifras pueden ser ciertas. Si personal de hoteles, bares, casinos, el necesario para la construcción y posterior mantenimiento, de esa urbe, llegaría a sumar cantidad tan ingente. Porque a mí me parece exagerado ese número, tan exagerado que, de ser cierto, no sé por qué la gente se dedica a otras cosas: no sé por qué la gente investiga y diseña y crea productos cuando en realidad lo que es el bombazo es la ruleta y la tragaperras (me encanta su equivalente en catalán : escurabutxaques, apurabolsillos) y el blackjack, y las fulanas y las bodas con émulos de Elvis. Pero que no salga un político poniendo en duda esas cifras: le dirán que es un aguafiestas y que echa agua al vino; le recriminarán que pretenda poner trabas a un proyecto tan engrescador (otra palabra intraducible al castellano: pongamos entusiasmante), que, con su escepticismo, estropee esa unidad nacional tan necesaria para que los inversores traigan tranquilos su dinero.
Aún así, el planteamiento de los señores inversores incluiría que ciertas leyes no fueran de aplicación allí: se habla de la ley anti-tabaco (una ley con la que estoy particularmente de acuerdo), de la que impide el acceso a menores a casinos, se habla incluso del propio Estatuto de los trabajadores, y de algunas más.
Los políticos, cegados por esas, repito, escandalosas cifras, parecen dispuestos a bajarse los pantalones ( sin son políticas, harán otra cosa, claro) y a aceptar lo que sea con tal de salir en la foto de haber contribuido con su firmeza y su valentía política a un triunfo empresarial de tal calado. Si esa valentía es retribuida con una oportuna transferencia o un tanto por ciento, mejor que mejor.
O sea, las leyes se amoldan a las circunstancias y al interés de cada momento, no?.
Pues dejémonos de directrices medioambientales y empecemos a producir todas las porquerías que no quieren producir otros países menos puñeteros, hombre. Bienvenidos los vertidos de mercurio a los ríos y mares, con tal de que traigan puestos de trabajo.
Por qué no pasamos de la privacidad y de los derechos individuales y hacemos un Gran Hermano en alguna prisión, vemos como se comportan los presos, que eso sí tiene morbo?. Por qué no recuperamos la pena de muerte y hacemos un Gran Hermano hardcore en el corredor de la muerte, retransmisión de ejecución incluida? Hablemos con la AVT, seguro que si le prometemos un porcentaje apoyan la idea.
Hamsterdam, bienvenido sea, con tal de que los traficantes declaren algo, aunque sea un porcentaje de sus ganancias, como comisiones de mediación y cobrando IVA, y que los camellos se den de alta en la SS como autónomos y contraten a menores de 30. Con carnet de manipuladores, eso sí.
Y, para evitar que el estado contrate más policías, que los señores del casino tengan su propio sistema de seguridad. Nosotros iremos cada noche a la puerta de su casa a recoger la basura.
N.A. véis lo malo que es el personaje de De Niro ?? Si está fumando todo el rato !!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada