Si hay alguien que se plantea cerrar su blog, tras un mes justito, porque piensa que ya ha puesto lo que debía poner (¿pero quienes somos para poner límites y plazos a nuestra propia creatividad ?), y también hay otro alguien que, bajo el pretexto de un insano voyeurismo (igual ahí está la gracia del voyeurismo, en ser insano), se permite llevar como dos o tres entradas en un mes, en este mes que casi sale volando (como el polen), entonces que alguien me diga cual debería ser mi planteamiento. Pues hace casi dos meses que apenas 6Q hace comentarios, hay como exiliados y exiliadas que esperan para volver (esperan a no sé qué, quizás señales de los dioses o alineamientos de cuerpos celestes imaginarios), y cualquiera en su sano juicio dejaría correr ésto y aprendería de la mala experiencia (que es lo segundo más triste del mundo, lo primero es no aprender), y dedicaría a otra cosa ese valioso tiempo (oro, como ciertos laberintos), con alternativas de todo tipo : el descanso, merecido o no, la contemplación ociosa de los vecinos, una revisitación de The Wire, o quizás, por seguir con lo insano,cultivar la pequeña porción de literatura que puede que se esconda tras los graffiti en lavabos de locales públicos.
Yo no.
Y ese "yo no" es conciso, preciso y exacto, como la descripción en Estrella distante, sobre la elocuencia, o mejor, su falta, en la figura de Carlos Wieder : "no hablaba demasiado : yo sí". Una de esas muchas frases de Bolaño que se pegan a las meninges, que crecen y crecen y trepan como sólo una frase de pocas palabras puede crecer, hasta volverse enorme y majestuosa, y mostrarse orgullosa y pavonearse.
Recomendé a 6Q este libro y parece que le gustó, aunque su comentario fuese conciso, debo decirle que esperaba un nivel de entusiasmo al que me temo no haber llegado.
Pero entonces la sabia naturaleza aparece con su efecto compensador. Mi hija, a sus tiernos trece años (tiernos es más una esperanza o un deseo que un adjetivo propiamente), me pide que le recomiende un libro para sus lecturas en clase. Tardo un poco en repasar si es lo más adecuado para su edad. Le explico algo sobre lo que pasó en Chile en 1973 (y me extiendo hablando de los 11 de septiembre del mundo), y parece que la convenzo. Mete el pequeño libro en la mochila.
Vuelve de la escuela y su ánimo sobre el libro me deja, elijo, consternado?? no, mejor alucinado ??. Y se fija en ciertas frases y en ciertos pasajes, ésos que ya deben ser universales (el asesinato de las hermanas Garmendia en la casa a la que huyen), pues ya somos demasiados, y os juro, os juro de rodillas si hace falta, que no le dije nada, no le dije, Mónica, fíjate aquí o allá, no le marqué descuidadamente una página para que su vista cayese sobre ella más veces (como pueden hacer ciertos tahúres con sus barajas). Cosa que me da que pensar, y empiezan mis pensamientos, que seguirán cuando me diga que cree que va a preferir acabar el libro a conectarse en Facebook (recuerdo : trece años), que lo lleva a un restaurante para leer mientras los machotes le damos a la pelota en el campo de al lado, que está sobre su mesa (no solo el libro, hay cincuenta cosas más, pero una es el libro), y que, aunque se olvide de él cuando lo acabe, porque todo puede ser, sólo eso, justo esos dos días, ya me han dado fuerzas, pase lo que pase, para unos meses más.
Qué envidia me das. Por lo de la niña lectora, digo. Envidia cochina. De la peor. No se puede ir por la vida con tanta suerte.
ResponElimina6Q
Al descanso, merecido o no, estaría bien pero...ese ¡¡insomnio mío!!
ResponEliminaLa niña, de tal palo...
"¿pero quienes somos para poner límites y plazos a nuestra propia creatividad ?" ...pues he leído en algún lugar que este blog se terminará a la entrada 2666 en homenaje a Bolaño, en dónde fue? quién lo dijo'...ah, sí, ha sido usted estimado Francesc en sus primeras entradas! Eso responde su pregunta?
ResponEliminaSigo por acá...ya comentaré algo de Bolaño, hay muchos post por delante que vi de reojo que hablan de él.
El simbolismo de 2666 aún es lejano: voy por 813 míseras entradas incluyendo entradas bilingües y borradores inéditos. Y sobre Bolaño siempre vuelvo, aunque sea para reconocerle pequeños errores hasta alcanzar cúmulos de perfección como Estrella distante, al cual ya me unen demasiados puentes emocionales (como éste) como para mantener una mínima objetividad.
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