Cosmopolitan es, aparte de una revista femenina con una auténtica obsesión por el clítoris ( diría que es la palabra que más se repite en sus portadas ), el nombre de un canal de pago también claramente orientado al público femenino.
Cosmopolitan era también, curiosamente el nombre de uno de los cócteles más pedidos por el cuarteto protagonista de Sex and the city ( traducción del traduttore-tradittore : Sexo en Nueva York ) cuando las escenas se producían en bares o clubs, que era con bastante frecuencia. Recordaré los nombres : Carrie, Charlotte, Samantha, y creo que la pelirroja se llamaba Miranda. El canal Cosmopolitan repite hasta la saciedad capítulos de esta serie. Producción de la HBO, es una serie que, influido por mi mujer, compré en DVD en cuanto salió, y debo reconocer que pasé buenos ratos viéndola. Entonces, finales de siglo anterior, principios de éste, se puso rabiosamente de moda y parecía que su osadía representaba un grado de transgresión no alcanzado hasta entonces. Sus diálogos eran agudos, algunas situaciones tenían su comicidad y no había desde luego la oferta que hay ahora.
El otro día reponían un capítulo donde la protagonista absoluta ( Carrie Bradshaw ) empezaba a tontear con un propietario de clubs y restaurantes que resultaba ser un apasionado del jazz. Tocado con un sombrero de ala corta, un poco favorecedor cruce de Borsalino y los sombreros de los músicos franceses del jazz manouche, el personaje intentaba por todos los medios convencer ( en el proceso del cortejo ) a Carrie enseñándole discos, instrumentos, y haciéndole oír líneas de contrabajo y fraseos de piano y guitarra. El novio oficioso, el muy multimillonario Mr. Big, asistía celosamente a esa situación choteándose abiertamente tanto del sombrero como del pretendidamente bohemio modo de ser de su contrincante. No sé por qué, el tono en el que se trataba esta situación, y el hecho de que conozco como los guionistas hicieron acabar la serie, me empezó a generar un cabreo que ha modificado, para siempre, mi visión sobre la serie. Así que tanto rollo con charlas de café sobre dildos y partenaires sexuales y pretendida libertad sexual era para que las cuatro mujeres acabasen emparejadas : la protagonista al Mr. Big forrado hasta las cejas ( imagino que debido a la especulación más falta de escrúpulos en bolsa e inmuebles o, peor, siendo un Madoff cualquiera ), las otras con sus medias naranjas ideales ( un abogado judío completamente torpón, un supermodelo y un novio de casi toda la vida ). Necesitábamos 6 o 7 temporadas ( y dos insoportables películas posteriores ) para tal empacho de merengue ??. Había que rendirse a lo que quisiera la audiencia ?. Vamos, que respeto que la cosa fuese simplemente un entretenimiento, Friends lo fue y quizás no le buscamos tanto la vuelta, pero puede una serie liquidarse en estas frases : cuatro mujeres que prueban a todos los hombres que pueden hasta que encuentran al adecuado, y mientras compran Manolos y se pasean juntas por la ciudad. No hay más ?.
Ya os digo, no me gustaba nada como se trata a un personaje como el del tío obsesionado por la música. Parecemos todos unos freakies chalados. Está claro que las corrientes musicales ejercen una poderosa influencia ( en ambos sentidos ) dentro de la sociedad. Incluso la actual carencia de una corriente dominante para mí no hace más que corroborarlo : poned preppy o ivy league en google y ahí anda todo líado - Gossip Girl, Hilfiger, los Vampire Weekend. Así que un poquito más de respeto. En los primeros 80, yo tenía un primo (aún lo tengo) cuyas pintas podían fàcilmente oscilar entre el punk más salvaje y el new-romantic en función del plan de aquel día o aquella noche. Vivía bastante a fondo el tema de la música y sus pintas lo manifestaban sin ningún género de dudas. Que luego a mí me parecía que musicalmente andaba un pelo confundido pues mezclaba Adam and the Ants con Spandau Ballet y se quedaba tan ancho. De hecho a mí un fotógrafo colgadísimo de los ambientes barceloneses ( Flowers ) me recriminó años atrás una incoherencia parecida pues me gustaban a la vez los Clash y los Jam. Yo era más fundamentalista. En los primeros 80 yo tenía una aversión casi completa a las guitarras como consecuencia de mi absoluta fascinación por los sintetizadores. Yo no me atrevía a llevar las pintas de mi primo ( esa es la definición exacta : no atreverse), y a él esas pintas, y el entorno que acarreaban, le atrajeron ( esta es mi visión ) cosas buenas y cosas malas. Las buenas, y hay que tomárselo con la óptica de esos hormonales 16-18 años que teníamos por entonces las encabezaban sus triunfos con las mujeres. Digamos que la mayoría andábamos con los entremeses y él ya estaba acabándose el postre. Me ahorraré conjeturas y visicitudes varias. Yo que era tan teórico ando aquí exorcizando fantasmas y cumpliendo con axiomas ( pe. - los críticos son músicos frustrados ). El todavía toca su bajo, y seguro que pone pasión en ello. Me han chivado que puede estar paseándose por aquí. Se te saluda.
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