dilluns, 19 de novembre del 2012

LA LEY DE GODWIN

No hago más, últimamente, que ver mencionada la Ley de Godwin por todos lados; como si fuese ya un fin en sí misma, la ley de Godwin acabará generando una Ley de Godwin 2.0 que resolverá que todas las discusiones que elevan su tono la acaban mencionando. Yo diría que la Ley de Godwin 2.0 marcará un hito en la humanidad. Cerrará todos los bucles habidos y por haber, resolverá las dudas en forma de magistral colofón, y todo se habrá acabado. Es más, desde aquí predigo que la Ley de Godwin 2.0 será , con toda seguridad, enunciada el 21 de diciembre de 2012. 
Y bueno, después de mencionarla cinco veces en seis líneas, habrá que saber en qué consiste, no?. Pues ya debo haberla descrito aquí: la ley Godwin estipula que en una discusión o una argumentación sobre un tema cualquiera, la probabilidad de que, conforme esta avanza, se acabe mencionando a Hitler o el nazismo tiende a 1. O sea, que se menciona por cojones. Con el tema de las elecciones para las que falta justo una semana cuando escribo ésto, las menciones son de lo más socorridas y adaptables a los fines que uno se proponga. Y sabemos que un político será lo bastante hábil para acercar la conversación hacia el punto crítico en que mencionar a Hitler surja el efecto deseado. Según el lado del que cada uno esté alineado, se nos ha comparado a la turba (de la que formo parte) de los catalanes terriblemente ofensivos y agresivos que pedimos que se nos deje decidir sobre su futuro, con criminales nazis o con torturados judíos. O sea: hemos conseguido estar en los dos lados al mismo tiempo. Eso si es ubicuidad: según quien nos pinta como verdugos o como ajusticiados. Se oyen chorradas de lo más pintorescas saliendo de bocas de individuos de los que uno esperaría otras cosas. Bueno, o no.
Entonces no es nada extraño que a uno le tienten los libros sobre el nazismo. Joder, si es como estar oyendo grifos abiertos: te entran ganas de mear, inaguantables. Encima, la relación de libros que me envió Horacio incluía este libro que despertó una curiosidad inmediata. Enzensberger es uno de esos escritores alemanes de largo recorrido: y su libro es muy alemán en el sentido de presentarse de forma muy completa y detallada; bibliografía, notas de agradecimiento, relación de personas mencionadas, árbol genealógico, fotografías en un hipersobrio blanco y negro. De todo para completar esta especie de biografía sobre la familia Hammerstein, cuyo patriarca, militar de prestigio que desde los años 30 se alinea hábilmente contra el nazismo, se constituye en personaje central, aglutinando amistades, conocidos, hijos e hijas díscolos y con amistades y posiciones políticas sumamente arriesgadas, en fin, todo lo necesario para hacer de su lectura una estimulante lección de historia, un interesante (aunque prolongado, más de 350 páginas) documento en el que se abarca desde el final de la Primera Guerra Mundial, la cuestión de la República de Weimar, la curiosa amistad germano-rusa (que acabó como el rosario de la aurora) y, obviamente, el aparatoso ascenso de los nazis al poder y su siniestro proceder desde entonces. Acabado el nazismo, el libro no para: las vidas de los supervivientes transcurren en idéntica sintonía de escasa aceptación del mundo tal como se les presentaba. Ningún miembro de la familia abrazó el nazismo y ninguno de ellos fue un elemento cómodo para el poder establecido, fuera este del signo que fuera. Algo en este libro, como la relativa libertad al imaginar diálogos y situaciones, lo acerca al magnífico HHhH de Laurent Binet, del que ya hablé. Y encima, por si ello no fuera suficiente, tres detalles dispersos en sus páginas activan varios mecanismos recónditos en mi memoria: la palabra affidavit, el nombre Kai, que veo mencionado por primera vez y resulta ser el que Víctor Valdés ha elegido para su segundo hijo (tras llamar Dylan al primero), y la mención oportuna y casual siguiente libro en mi pila: el de Kluge, aquí a la derecha. No tanta coincidencia como para enunciar una ley, pero sí como para esbozar una sonrisa cómplice, una vez más, dirigida hacia nadie.

8 comentaris:

  1. Es un fenómeno global esto de incluir a Hitler en las discusiones políticas. Un popular conductor radial y escritor argentino que también se escucha en el Uruguay dijo no hace mucho que el principal procedimiento de argumentación política hoy en día consiste en pintar un bigotito en la cara del candidato del partido opuesto al propio en algún cartel de la vía pública, o en alguna foto de esas que circulan por las redes sociales. Lo decía con tristeza. Tristeza que comparto.

    Muchos saludos Francesc.

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    1. Ya: parece que la gente ya toma a Hitler como un chalado que se ponía como un loco cuando daba discursos, como una especie de caricatura de sí mismo. Este libro, o HHhH, tienen la virtud de recordarnos lo muy real que fue, por desgracia, para los destinos de demasiada gente.

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    2. El recurso de hacer aparecer a Hitler en una discusión puede obedecer a tres (al menos) causas: intento de ahorro de tiempo, carencia de argumentos, o pereza intelectual. Ésta última incluye también su variante patética, la indigencia intelectual, muy visible hoy en mi país, en gente que no utilizó en su momento -por miedo, o ignorancia, o ambos- la comparación con AH durante gobiernos muchísimo más musculosos y salvajes que el actual.

      Cuando se dispone de argumentación verdaderamente sólida (caso no demasiado frecuente), es mejor evitar la tentación de la comparación rápida y generalmente liviana, y discutir sin atajos que conducen, inevitablemente, hacia ninguna parte. En todo caso, si llega el tiempo de insultar, siempre será mejor, más claro, más explícito, menos equívoco, más directo, menos evadible, decirle a un hijo de puta "Sos un hijo de puta" (y fundamentarlo), que "Te parecés a aquel hijo de puta", sin entrar en mayores detalles.

      El tema (grave, si los hay) es que, en política, en Argentina, al menos, ya no se argumenta apuntando/apelando a la inteligencia del interlocutor, sino a la supuesta ignorancia de los espectadores-testigos de la discusión, cuando no –inconfesadamente, claro- a su presunta estulticia. Por eso debe ser que el insulto reemplaza tan rápidamente a la esgrima de ideas: cuando no hay de éstas, aparecen aquellos. (cfr. "yegua", "puta", "montonera", etc.)

      Salut!

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    3. Aquí se produce un curioso fenómeno para el cual no sé encontrar Ley: lo de Alemania en los 40 es tan descomunal que ha invadido el imaginario de todo el planeta. Pero muchos de nosotros vivimos en países que han atravesado por períodos igual de turbios y sórdidos sin que hayan obtenido una caja de resonancia tan espectacular. Posiblemente todo se limite a una cruel comparación numérica, pero la especie humana no puede evitar esta mezquindad: 1 muerto cercano es más importante que 10.000 lejanos. Que Hitler se haya convertido en el paradigma sólo le otorga el primer lugar en el pódium, no la exclusiva. Sobre asesinatos, desapariciones, golpes de estado que culminan en guerras, y todo eso, los interlocutores que los defienden o justifican no son tontos: se hacen los tontos.

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  2. No puc evitar demenar-me si el Sr. Godwin te qualque eponim per el que esta fent Israel ?
    Hi ha qualque llei que ens condeni a repetir l´historia una i altra vegada ?

    Aquesta familia Hammerstein va existir de veritat? d´esser aixi notot esta perdut . Les lleis també tenen excepcions , per sort.

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    1. La família Hammerstein va existir i el llibre és un molt bon testimoni de la seva exemplar coherència. I lo de Gaza té molt mala pinta.

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  3. No sé si viene al caso, pero la ley de Godwin me recuerda las conversaciones acerca de política aquí en Ecuador. El imaginario popular ha puesto a Chávez como el ejemplo de "lo malo" de la política latina. Se puede escuchar argumentos definitivos como: "Correa es otro Chávez" o "Vamos a ser como Venezuela, nos jodimos". Y es que, más allá de los hechos, es necesario tener algún personaje para echar las culpas, no? Esas comparaciones, para el que no puede objetar más, son bote salvavidas. Es como intentar transmitir una imagen mental que despliegue su significado completo (y de paso nos de la razón) al llegar a la otra persona.

    Godwin, qué nombre. Hablando de "personajes para echar las culpas".

    Saludos.

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    1. Bueno: las derechas han encontrado en Chávez un objetivo ideal sobre el que volcar su bilis. Personalmente me gusta la ola de gobiernos de izquierdas, molestos con los poderosos y con el capital, y espero que puedan eludir el fantasma de la corrupción, que es el anzuelo que se tiende constantemente.

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