La vi hace unos días: de hecho cuando escribí sobre el fenómeno de HispanTV debería haber enlazado rápidamente el tema, pero qué cabeza la mía. Sí: solían impactarme las películas que me gustaban. Solía hacer una cola de decenas de metros y solía buscar una fila cercana a la pantalla y solía buscar una postura cómoda cuando se acababan los anuncios. Todo eso ya es lejano: el cine, tras ver series, demasiadas series y prolongadas (11 de agosto; subrayado en mi agenda), ha dejado de ser lo que fue. Dos horas no suelen dar para mucho. Pero las dos horas de Argo valen la pena si hacemos esa consideración: un episodio aislado en medio de un conflicto de largo recorrido. Argo cuenta la historia del asalto de la embajada de USA, tomada por la turba iraní en medio de la revolución de los ayatollahs. Recrea los hechos y cómo una especie de héroe americano (cómo no) pertrecha un plan para salvar a una serie de diplomáticos de lo que parece ser un final más que incierto: si los iraníes los atrapan en su huída los acusarán de ser espías, de colaboracionismo con el régimen saliente (el del Shah Palevi, que, afortunadamente, es presentado de forma objetiva como otro extremo igualmente maligno). Ben Affleck, que suele parecerme un guaperas plano hasta la saciedad, lo hace bien. Los secundarios, todos ellos actores desconocidos, cumplen con su labor. Una película eficaz, aunque si he de optar por películas ambientadas en conflictos de Oriente optaría antes por Syriana, o por Munich, que tienen una cualidad, digamos, más profunda y reflexiva. Argo, sensacional cine de entretenimiento, es un episodio de buenos y malos, un episodio de dos horas con su carga de suspense y su dosificación del tiempo, seguro que memorable para los especialistas irredentos, para esa minoría atrincherada que defiende al cine frente a la banalidad de la producción televisiva, de las series de ocho temporadas, de las tramas que a veces ceden frente a las reacciones de las audiencias. Sí, es memorable, pero, puestos a esa reconocida capacidad de recreación, pensad en el primer capítulo de la primera temporada de Homeland.
No hay que estar quieto. No s'ha de estar quiet. Ez da geldirik egon behar. Don't stand still.
dilluns, 29 de juliol del 2013
diumenge, 28 de juliol del 2013
MALA OPINIÓN PÚBLICA
Me hago fotos en blanco y negro: ergo hay que tomarme en serio |
Cómo se llama eso?. Catalizador. Quizás, elemento de cohesión, tal vez. Comburente. No sé. Conjunción de estrellas. Lo que sea, pero la combinación logra que yo escriba aquí sobre dos temas que no me interesan lo más mínimo simplemente por los chispazos que ha generado su combinación.
TeleCinco: cadena televisiva española, privada, caracterizada por centrar su programación de forma exclusiva en lo más rastrero (y hacia lo más rastrero) entre lo rastrero de la sociedad. El mundo rosa. La trilogía básica del neorrealismo de esa post-guerra estirada hasta la saciedad: folklore, toreo, fútbol, famoseo venido a menos. Falta de talento. Las relaciones personales, siempre desde sus aspectos más tenebrosos y cercanos al asco y la repulsión física. Infidelidad, relaciones inconfesables, peleas, insultos, bajeza. La especialidad de Telecinco son los reallity-show. Los reality show: juntar agua con aceite con café con gasolina con baileys con agua tónica con alcohol y esperar que alguien se presente con una cerilla y una batidora. No hace falta ver muchos para saber que su apuesta no es es la de mostrar a cuatro tipos leyendo tendidos en una hamaca al sol. La apuesta fue la tensión sexual, por ejemplo, pero ya se ha demostrado que para eso está el porno que lo hace mejor, con más sentido estético y el mismo realismo. La apuesta, entonces, fue la pornografia sentimental, la ratomaquia, el acoso y derribo al enemigo hasta la destrucción (con premio en metálico, por si la bajeza necesitara más justificación). El grito, la discusión, la traición, la hipocresía.
Lucía Etxebarría: escritora en horas muy bajas. Mucho. Cuya obra ha andado liada en acusaciones (dicen que muy fundadas) de plagio. Cuya última llamada de atención fue publicar en Facebook que dejaba de escribir, ofendida por el pirateo (y cuya respuesta en masa vendría a resumirse en un "nos la suda" muy coral, casi producto de noches febriles de ensayo). Parece que con problemas con Hacienda. Sí, la Hacienda que se escribe con mayúscula, la de las cartas certificadas que, entre menciones a leyes y a normativas, incluyen una cifra que se les debe. Pero, en fin, vamos a decir que el término "escritora" le ajusta. Pues bien, decide abrazar el dinero fácil y lanzarse a participar en un reality show de Telecinco. Sus oponentes, como es de esperar, lo mejor de cada familia. Padre renegado de un travestido que ha participado en otro reality. Hijo de torero. Participante en tertulias rosas. Modelo de segunda fila a la que el tiempo empieza a pasar factura. Misses y místers. Muñequitos de silicona en diversos modelos y tamaños. Pon en medio a una escritora. A una escritora con muchas ínfulas, de esas que a algunos les cabrean tanto. Hablar con mesura, bordeando el susurro, como enviando el mensaje de que tu mensaje grita por sí mismo, sin necesidad de decibelios. Restregar formación, o sustentarse (??) del talento. País de la envidia. Donde el más respetado es el que ha robado mucho y aún no ha sido descubierto. Vaya ojo el tuyo, Lucía.
Entonces que a Lucía le haya sido imposible la convivencia y haya protagonizado (para que yo lo haya visto) uno de los espectáculos más patéticos de inmadurez jamás contemplados solo ha hecho que convencer a esa masa (despreciable? pero masa) de televidentes aborregados de que los escritores son ejemplares raros de la especie solo aptos para estar tras una mesa ensimismados, solo eficaces contra las fases agudas de insomnio y necesariamente inadaptados. Ese es tu logro, Lucía, cerrar con candado el prejuicio y perder la llave. Poner una etiqueta y pegarla con cola de impacto, aunque sea injusto, a todo un colectivo. Lo realmente jodido es que lo único que equilibraría eso, lo único que despegaría esa etiqueta que atribuye a los escritores cualidades como engreimiento, pretensiones, volatilidad, fragilidad, es que uno de los nuestros entrara en un plató y se liara a tiros. Ja. Eso cambiaría las cosas. Pero no pasará. Gracías Lucía: tus artículos se cobrarán más caros y tu próximo libro se venderá lo suficiente. Pero lo has jodido todo. Las pocas esperanzas.
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LUCIA ETXEBARRIA,
TELECINCO
dimecres, 24 de juliol del 2013
LO TANTAS VECES POSTERGADO
Gracias a Google y a Internet, uno se va desplazando de sitio en sitio,( a veces a la búsqueda de novedades que aporten excitación, a veces justo lo contrario, a la búsqueda de opiniones parecidas a las de uno, como sin tener ganas de discutir con nadie), sin más plan que los links que va pinchando. Desde Youtube presencio tertulias izquierdistas en canales minoritarios, decepcionándome de su escaso número de reproducciones y decepcionándome de ciertos elementos comunes a los más activistas. Un señor mayor con coleta y que siempre se presenta con un jersey bastante desaliñado, un actor, antiguo galán casual, que parece decidido a vivir separado del jabón, son solo un par de elementos destacados. Me choca esa especie de libro de estilo que parece separar tajantemente cierto perfil ideológico. Quizás porque uno de mi juegos favoritos de toda la vida es el despiste. Uh, prueba entrar con traje y corbata en una tienda de discos alternativa, que el tipo te mire como diciendo "aquí no tenemos discos de Julio Iglesias", pedir Aphex Twin, que te digan Afghan Whighs, y que tú digas que no, que no es eso. Prueba leer libros, u oir discos, más nuevos que el promedio de los que leen los de la generación siguiente a la tuya (pero conoce a la perfección los libros y los discos de la que sí es tu generación).
El caso es que en ese infinito zapeo caigo en la web de un canal de TV llamado HispanTV. Canal que es acusado desde televisiones ultraderechistas por sus contenidos, que quedan explicados por su condición de aparato de propaganda o algo parecido del gobierno de Irán. En castellano, o en español. Canal que ofrece contenidos por internet como la serie Los piadosos, que en su séptimo capítulo, que he elegido al azar, proclama en los títulos de introducción contar con un asesor religioso. Bien, resulta que ese canal alberga programas y debates de supuesta extrema izquierda. Cierto, pero en todo caso extraño. No entiendo esas ententes cordiales basadas en los enemigos de mis enemigos son mis amigos: No entiendo el alineamiento con la causa palestina o la causa islámica para tocar las narices a Israel o al sionismo, o a USA, como si todos los judíos fueran banqueros y se apellidasen Rotschild, como si todos los norteamericanos fuesen Bill Gates. No lo entiendo porque, ya que estamos, prefiero la anarquía a cualquier totalitarismo, pero sin embargo creo que el sentido común dice que hay que regularlo todo para no caer en el falso espejismo del neoliberalismo. Así que llamenme incoherente: soy un independentista que quiere un estado nuevo, pero nuevo del todo. No los de siempre bajo otra bandera. Soy un mal tipo que quiere un gobierno catalán para cagarme en él a la primera decepción, que seguro que es pronto. Soy un contrario a la pena de muerte que piensa que muchos políticos no aplicarían el rodillo de la mayoría absoluta si conservaran el temor a que un encapuchado les meta un tiro. Soy un barcelonista que, después de meses de sequía, prefiere ver el partido de reojo porque ahora lo que quemaba era escribir. Soy un acérrimo de la lectura en cualquier condición, como nudo del asunto, como relleno de tiempo perdido, como alternativa a la TV, pero que encuentra absurdos a esos gambones ingleses pegados a un best-seller del que no se despegan en todas las vacaciones, ni siquiera para levantar la vista y comprobar si sus hijos se ahogan en la piscina. Soy un gamberrete que empieza a preferir un libro o un disco malo en el que canalizar negatividad antes que una agradable lectura (o escucha) que ni entusiasma ni indigna.
Ah: Que estos principios ya se habían traslucido de alguna manera a lo largo de estos, casi, 1000 posts. Hostia. Cierto. En todo caso, mejor que hacer la lista de la compra.
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CATALUNYA,
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LOS POLITICOS
dissabte, 20 de juliol del 2013
ERRORES VARIADOS DE CÁLCULO
Resulta que, a raíz de un comentario colgado en uno de mis últimos post, decido adherirme a una iniciativa relacionada con el próximo 11 de septiembre.
Lo cual, teniendo en cuenta mi absoluta decepción por lo que ha sucedido desde el último, que fue sonado y heroico y ejemplar, pero cuya repercusión en la práctica, es nula o incluso negativa (hemos retrocedido, sin duda), no deja de tener su cosa.
Se está organizando una especie de cadena humana que una toda Catalunya. Ya sabéis, gente de la mano, gente agarrada que solo se soltará para saludar a las cámaras que muy oportunamente pasarán para dar testimonio. Algo parecido se ha organizado con blogs y yo seré un eslabón de esa cadena. Seré enlazado desde otro blog y enlazaré a otro. Estoy en el número 101, que es un número simpático. Primo, capicúa, cercano al 100. Antes tengo un blog de Lleida que suela hablar de música soul y luego tengo un blog, mm, centrado en la política. Sin queja. Lo que sucede es que tengo una sensación rara ahí metido. Nunca he sido muy de englobarme en multitudes, ni física ni psicológicamente. Ya no es que tenga fobias sociales: es que uno tiene cierto sentido de la individualidad. A veces, y esto me resulta familiar haberlo leído en algún sitio, suelo especular si alguien más en el planeta estará oyendo el mismo disco que yo al mismo tiempo. O leyendo el mismo libro. Suelo responderme que no. Suelo, claro, cuando oigo o leo alguno de esos hallazgos que hago propios. Suelo mirar el número de visitas de determinado vídeo en Youtube y leer los comentarios. Temo que el 101 de ese día (vaya, he pensado en los Depeche Mode) sea el número en que algunos abandonen. Pues no tengo, lo que se dice, muchas ganas de emplear esa promoción en salirme de mis rectos procederes. Pero la exigencia es que el post hable algo de Catalunya. Joder, si es que cuando me imponen un tema es cuando peor lo suelo hacer. Tema libre, tema libre. Así que tengo esas siete u ocho semanas para ver como encajo Catalunya con una promoción nada disimulada de Scott Walker, de Alison Goldfrapp. de Frank Ocean, de Disclosure. O de cualquier otra cosa. Vaya: hoy hablaría de Detroit y de los MC5 y establecería un paralelismo con la Baltimore de The Wire, otra ciudad devastada por la deslocalización, por la huida de cierta gran industria que fue la que hizo crecer la urbe y, en su apogeo, la soltó dejándola caer con estrépito. Mencionaría, casi por una cuestión de obligación, el asunto de Tito Vilanova, el congojo que me da ver su mal aspecto, y la pena que me da que el Barça dé pena, por esa relación con enfermedades feas. Nos gusta ser fuertes y sanos y nos gusta no provocar sentimientos como la lástima. La lástima es un sentimiento noble pero deprimente. La lástima nos condiciona de una manera perversa. Las cosas de las que hablaría hoy fluyen y fluyen: me gustan los devaneos del chalado de Gonzales, me gusta verlo tocar sin partitura y dueño de su composición, para dislocarla, alargarla y modificarla. Me gusta, mucho, ese par de toques, pura madera, que alejan la música del clasicismo de señora jugando al bridge, que dicen, hey, hoy he dominado ese loco pelo mío y me apañé un cardigan. Pero soy yo, Chilly, y hago que la gente hable de mí. En 20 de julio.
dimecres, 17 de juliol del 2013
BRV
Los escritores que me gustan no suelen ganar premios.
Mucho menos premios de auto bombo cuyo objeto es el libro como producto, el libro como estadística.
Aunque esté bien empleado el dinero de estos premios, si no fuera en tonterías.
Pero aún así.
Los escritores que me gustan no suelen escribir uno tras otro artículos que siempre suenan a lo mismo. O sea, a reivindicación feminista de tres al cuarto, a intentona de enarbolar banderas de injusticia, a una serie de cosas que siempre acaban pareciendo, en su esencia, exhibiciones egoístas teñidas de altruísmo e interés por los demás. Cuando no lo son.
Cómo mola ir de enrollado por la vida, eh, Lucía? Que sí, que es lo más coherente del mundo apuntarte a esos programas que no ves en canales que no tienes sintonizados, acompañada de gente que dices no conocer, y con el aura que te precede. En el rey de los ciegos, Lucía, entre ignorantes, una escritora repetitiva y de medio pelo como tú va a resultar ser el paradigma.
No. Lucía: hasta ahora desde aquí te había ignorado, pero ahora encuentro tu jugada mezquina y desesperada. Tú dirás que no te importa un calificativo y que aceptas el otro. Dirás lo de vencer al enemigo en su casa. Yo puedo aportarte una enorme lista de gente, gente incluso muy indigna en el mundo literario, que eso no lo haría. Ni se lo plantearía. Ni un segundo. A ningún precio.
Vergüenza: segunda fase de vergüenza, tras ver el patético espectáculo de Tito y Guardiola recriminándose escalas de grises de la amistad. A un nivel menor, porque me importas mucho menos que mi barcelonismo, vergonzoso es ver a una escritora que se autoproclama eso hundida hasta el cuello en los lodazales de la telebasura. Dinero, sí, nunca en la suficiente cantidad para dejarlo todo. Y lo peor: la posibilidad de que esa experiencia tenga efectos inspiradores, la brecha de dignificación por la que pretendas colarlo con el argumento del todo vale y del escritor de raza. Por favor, que nadie te dé lápiz y papel. No es que vaya a leer lo que escribas: es que me intranquiliza convivir en un planeta donde alguien pretenda escribir de esas experiencias, y donde haya gente interesada en leerlo.
diumenge, 14 de juliol del 2013
LEGÍTIMO DERECHO AL PATALEO
El gran Paulie Gualtieri |
Ah. Es que puedo quejarme. Mientras la maquinaria del estado español mantenga Catalunya bajo sus dictados mis impuestos son administrados desde Madrid. Espero que esto no perdure por mucho más, pero mientras la situación sea esta, podré quejarme de lo que pase allí, no porque ello mueva un ápice mi sentimiento de otredad, sino porque puedo hacerlo. O porque uno prefiriera vivir en otra escalera va a significar que no pueda opinar en la comunidad de vecinos donde paga cuotas.
Así que debo sumarme a la masa que exige al gobierno del PP que se largue. Que dimitan, que se suiciden al alimón, que tomen un vuelo a la Conchinchina con un piloto novato y dado a la narcolepsia. Que compren una partida de vino caducado y la degusten con unos nuggets de pollo chino pasado de fecha. Que no es que tenga grandes esperanzas, visto lo visto, que cualquier otro partido de los llamados estatales vaya a modificar su política respecto a Catalunya (a pesar de que debo hacer hincapié de que es de los pocos territorios donde el PP no ha gobernado jamás ni ha llegado a ser más que una tercera o cuarta fuerza). Pero es que, incluso para los que creen en esa entelequia forzada del estado español, el peso de la vergüenza empieza a ser muy insoportable. Corrupción tras corrupción demostrada y nadie se larga. Ni siquiera aquellos que ya han robado como para garantizar tranquilidad económica para sus hijos y sus nietos. En Miami, huyendo,qué más da. La cuestión es no soltar la teta, y la cuestión es arraigarse en ese proceder mafioso. No llegar a hundir al extorsionado, para poder medrar de su esfuerzo por siempre jamás. No sé qué más debe demostrarse o insinuarse de forma tan clara. ¿Sabe el señor Rajoy lo que se dice de la mujer del rey y lo de ser honrado? Pues claro, pero le da igual. Hablarán de responsabilidad y de obra inacabada. Obra. Obras inacabadas. Quieren dejarlo todo bien atado y no dejar electorado huérfano ni país en estado de pre-rebelión. Tranquilos: agosto está a las puertas y la entelequia que Vds. defienden llamada España no saldrá a la calle para nada. Si acaso pasadas las ocho, que hace mucho calor, y falta poco para la Liga.
dissabte, 13 de juliol del 2013
DISCLOSURE: SETTLE (un post para reproducir extremadamente alto)
Pues voy a acabar entendiendo por qué este par de hermanos se han deformado las caras con unos garabatos, en todos lados, y también para la portada de Settle. Porque tienen tal cara de críos que hasta podría provocar que no se les tomara en serio. 22 y 19 años respectivamente tienen: pero no les voy a llamar angelitos. De hecho, mi corrección respecto a ellos queda limitada a mí reseña del disco para About.com. Para qué más. Porque si los Disclosure se merecen respeto no lo es porque tengan más o menos años o porque tengan que enseñarle el carnet a los barman de los locales en los que tocan para que les sirvan una cerveza. Los Disclosure merecen respeto (siempre y cuando no se acabe descubriendo que son la máscara tras la que se esconde un montaje que incluiría varios hábiles jefes de marketing discográfico y algunos de los mejores compositores y productores de música electrónica) porque su disco contiene al menos media docena de las mejores canciones de baile de los últimos quince años. Con tonalidades pop, con la ayuda de eficaces vocalistas, con el apoyo de video-clips que cumplen muy dignamente con el sentido que, antes de que la MTV se dedicara a otra cosas, tenían los video-clips: mostrar imágenes que complementaban la música y quedaban asociadas a ella. Todo en Disclosure es perfecto. Todo. No hay ironía. No hay retranca. Perfección sin empalago, sin dobleces.
Claro que recrean géneros, muchos de los cuales son anteriores no a sus infancias sino a sus nacimientos. Claro que hay deep house vocal que antes practicaron otros. O two-step. Pero chicos, chicas, lectores de este blog que toma pocas afirmaciones tan contundentes: vaya jodida manera de captar inspiración. Va: veamos alguno de sus ancestros conscientes o inconscientes.
Kym Mazelle: potente diva house. Colaboradora de artistas de primera línea del movimiento (o sea, mayoritariamente olvidados por los no aficionados). Oíd esas cuerdas, ese bajo que retumba y esa voz. Va, mantened los pies quietos.
MJ Cole: speed garage, two-step, lo que coño sea. Clubs en Londres, luces azuladas, profundidad, apoteosis del mestizaje. Bajos en su sitio, bpms dentro de tramos evocadores de ritmos casi sexuales. Ay ay ay.
House of 909: es que un nombre puede ser más definitorio de cómo se pretende sonar?. Esa voz casi suspirada, ese ligero tono épico. Casi triste.
Moloko: Roisin Murphy cumplía perfectamente con ese papel tan sexy a medias entre la diva que se queda atontada frente al espejo del camerino y la vecina que anda por casa en camiseta cantando y bailando sin reparar en los mirones. Boris Dlugosch era un remezclador anónimo. Y la música disco, o los cachitos que quedaban de ella, aportaba la bola de espejos. Que no es poco, ni muchísimo menos.
Moloko: Roisin Murphy cumplía perfectamente con ese papel tan sexy a medias entre la diva que se queda atontada frente al espejo del camerino y la vecina que anda por casa en camiseta cantando y bailando sin reparar en los mirones. Boris Dlugosch era un remezclador anónimo. Y la música disco, o los cachitos que quedaban de ella, aportaba la bola de espejos. Que no es poco, ni muchísimo menos.
¿Por qué, entonces, lo de estos tipos ha de ser diferente que todas las intentonas posteriores? (incluyendo toneladas de basura comercial formulaica y adocenada) Ah. Pues ahí es donde juega la intuición. Puede que traicione, la intuición, pero uno va tras ella. Como si no, avanzo tras oir la primera canción del disco, que desde luego descarta ya la conspiranoia del marketing. A pocos se le ocurre poner en primer lugar una de las canciones más flojas y más rayantes, reservar los ases para las posiciones 6, 8, 10 del disco. Eso es como un suicidio en los crueles tiempos del skip. O eso, o una seguridad de que la calidad del material pesará por sí misma.
Voices (versión en vivo para el programa de radio de la BBC Live Lounge) es una de esas canciones que esperas escuchar en un club para elevarlo a la categoría de digno. Una en la que detendrías el dial si ahora hubiera diales en las radios modernas. Una chica que parece compañera de clase en el mismo instituto donde deben repetir algún curso de secundaria (ya que practicar con sintetizadores les impide tener tiempo para estudiar) aporta las vocales. Sentidas, con técnica vocal, pero sin búsqueda fatua del virtuosismo.
You and Me (vídeo promocional: que cuenta una historia y todo, por el mismo precio). Impecable crecimiento de fondo de la canción, en la que un bajo casi analógico va rebotando, desde 0:59, por debajo hasta que, exactamente en el momento 1:15, y repitiéndose en el 2:45, se deshace en un estribillo de los de antiguas manos al aire, sencillamente irresistible. Llamadle pop, posiblemente, pero con una muy importante (e ignorada) carga emocional que pocos han logrado. Quitaros la melodía de la cabeza, si sois capaces.
White Noise: aprovecho para advertir de que AlunaGeorge parecen dispuestos a dominar el mundo, ellos también. El convincente Gon describió su ritmo como de ping-pong. Brillante apunte, sí señor. La voz juguetea, sí, con el ritmo, y otra vez el vídeo es brillante y tiene sentido. Pero si he de elegir la cúspide de fascinación, el momento en que uno cerraría los ojos y se tiraría en paracaídas, es, cuando a los 3:10 la música se lanza desbocada e ignora (casi del todo) la voz, esa voz que antes lanzaba el estribillo ahora se retira y deja que el sonido lo invada todo. Es como el futbolista que marca un gol porque amaga con darle a la bola y en realidad la deja pasar. Ese momento justo es cuando uno se da cuenta de que, aunque las canciones tienen recorrido para ello, estas canciones no piden, como muchas otras, ser mejoradas con remezclas. Uno tiene que rendirse a la evidencia de que la mejor versión de las canciones es la del disco: que no será timado con versiones pretenciosas posteriores.
Latch: ese ritmo inicial es un homenaje a Soft Cell?. Ay: si Kym Mazelle podría ser la madre de estos chicos, Marc Almond sería el abuelo!. Otra de esas terroríficas subidas de intensidad que preceden al estallido vocal: marca de la casa que no repetición. Siempre logran que ese momento sea mágico. Y el vídeo vuelve a ser sexy, descarado, hormonal. Chicos, lleváis cuatro de cuatro.
Defeated no more. Y para demostrar que no solo de voces femeninas se sustentan sus bazas, una canción de ritmo que se deshace (a lo largo de todo el disco uno va pensando cómo cojones hacen para encontrar esos efectos que intercalan y que enriquecen las canciones), de esas que uno imagina en los clubes gays que, allá por los 80, alumbraron el movimiento garage. Aquí podria hablar de los Deep Dish o de los que fuera. De Circulation o de Move D o de miles de oscuros músicos que no tuvieron más participación que hits de escasa difusión. Pero mencionarlos sería injusto.
Los Disclosure (insisto, tan buenos que no parecen reales) son una poderosa patada en la puerta dada por la industria musical británica. Como The XX o los AlunaGeorge (insisto, aquí también). Son un ventilador a toda potencia barriendo nubes sobre las dudas acumuladas, son un grito en la oscuridad, una advertencia orgullosa de que, aunque la escena americana de música electrónica ha tomado firmes posiciones, estas todavía se basan en el poderío comercial y promocional. Que la pérfida Albión aún es capaz de generar talento. Pobres tímpanos, los míos.
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dimecres, 10 de juliol del 2013
FALSOS SUBTÍTULOS
Pues sí: desde que ayer Tuli Márquez lo colgó en su muro de Facebook no pude dejar de quedarme fascinado con el vídeo que colgué esta mañana directo desde Youtube. Y que me sabe mal que no tenga versión alguna en la que pueda subtitularse a otros idiomas. Aunque hay mucho lenguaje no verbal ahí metido. El de la camiseta negra es David Fernández, miembro destacado de las CUP, formación política encuadrada, hasta el momento, en la más absoluta sinceridad de izquierdas. El del traje es Adolf Todó, ejecutivo bancario que ha dirigido Catalunya Caixa, entidad que en la actualidad está poco menos que expropiada y a la que se han inyectado cuantiosos fondos públicos. El escenario es una de esas comisiones parlamentarias y el turno de Fernández es de unos cinco minutos. Visiblemente tenso, Fernández parece ir a saltar en cualquier momento, le traiciona ese apretar de boca que revela las muchas ganas que le tiene a Todó. Este, traje caro, corbata a juego, bronceado reluciente de los de salir con el barquito, parece haberse tomado toda clase de calmantes, incluido el mayor tranquilizante posible: la absoluta fe en la impunidad y la confianza en que sus amiguetes del poder le salvarán de males mayores. Fernández le interpela sobre las víctimas concretas de su nefasta gestión: familias sin hogar y personas a las que productos financieros de alto diseño han dejado sin ahorros con que salvaguardar la vejez. Todó habla de dolor como el que habla de cuotas de amortización de inmovilizado intangible. Hasta chulea dandóselas de buen gestor y de cotizado ejecutivo que, en otros tiempos, las entidades manirrotas se han rifado por contratar. Fernández se enerva y sus gestos, dejadme encontrar la palabra, no le traicionan ni le delatan, más bien muestran su sincera indignación, su pasmo ante la desfachatez del señor del bronceado. Muestran a alguien realmente a la defensa de quienes le han votado frente a alguien a la defensa de quienes le han pagado. Aunque no sepáis catalán, esos cinco minutos, con el colofón de Fernández diciéndole vosté es un lladre (usted es un ladrón), son magníficos, soberbios, esperanzadores de que exista aún alguien dispuesto a defender a la gente, aunque sea a costa de contener con dificultad, pero con éxito, el comportamiento más instintivo y natural: el que le haría bajar al estrado y soltarle un par de sopapos.
dilluns, 8 de juliol del 2013
Ismet Prcic: ESQUIRLAS
Sí: volveré a hablar aquí de un libro. Pero no porque lo que haya podido escribir de Esquirlas en algún otro sitio sea algo que no suscriba al cien por cien. No es eso. Es que Esquirlas es una enorme novela que me ha tocado en los niveles que otros libros no suelen alcanzar y, además, me ha sumido en algún tipo de reflexión personal que no tiene sentido compartir fuera de este, el ámbito personal. Esquirlas es una narración repleta de misterios, una de esas novelas como las de Javier Cercas, donde protagonista y escritor comparten nombre, origen, edad, muchísimas cosas, de manera que uno tantea referirse a ella a ratos como biografía, como crónica, como diario personal y, algunas veces, pero en el fondo la que a mí me gusta más, como pura ficción.
Esquirlas narra la vida de un joven que nace en Bosnia, uno de esos países llamados de la antigua Yugoslavia, que nace a tiempo de formar parte de lo que se llamaría una fuerza de movilización, y que, como tantos otros, sin comerlo ni beberlo, se ve involucrado en el conflicto bélico. Va, soltemos ya el topicazo sobre las guerras civiles y hablemos de odio entre semejantes, de vecinos enfrentados, de amigos que dejan de serlo y bla bla bla. De conflictos étnicos y religiosos, de generales con pistolas amenazadoras colgando. del cinto.Y sí: hiere profundamente, en esa sutil y abyecta medida en la que uno proyecta esa situación hacia círculos cercanos, en la que uno piensa si el fachilla de turno que es objeto de chanza general cuando empieza las soflamas pro-unionistas no es capaz de volverse loco y, en medio de un conflicto, dárselas de héroe y ajustarle las cuentas a los antagonistas. La obra (sí, obra es suficientemente neutro y equívoco) habla de muchas cosas y podría pulirse en algún punto, podría aligerarse en alguna página pero eso le quitaría el encanto de la obra inicial imperfecta, la frescura del escritor que acomete con ganas cada página, y que siente que no puede dejarse nada de todo lo que tiene que decir. Viviendo en Catalunya, y posicionado de forma clara e ineludible en esa creciente mayoría que no ve ya más solución que plantar al estado español y dejar que se apañe con el resultado de sus votaciones y de sus mal cerradas heridas del pasado, la hipótesis de un levantamiento, de una involución o de cualquier cosa que entrañe barricadas y carreras por las calles toma cuerpo: poco, pero cuerpo. Y en esas barricadas y en esos edificios acribillados y en esos pueblos abandonados por una población diezmada y atemorizada veo a Esquirlas un par de detalles más adelante de la pura ficción. Veo a gente joven como el protagonista abandonando primeros amores en la búsqueda familiar de la seguridad para los miembros del colectivo. Los veo en batallones desvencijados al lado de tipos con los que nada tienen que ver salvo un sello en el documento de identidad. Veo el terror nocturno, las pesadillas tras el conflicto, el anclaje de los recuerdos y la sensación de perpetua inmigración, cuando los vestigios del pasado, el lugar al que se regresa a por la magdalena, han sido pasto de bombas, escenario de torturas y crímenes, han perdido todo el calor del antiguo hogar para ser el foco, el origen de todas las huidas y el destino al que no se quiere volver. Esquirlas es una excelente novela para cualquiera. Para ese fragmento de la humanidad actual que somos ya no los que proclamamos pertenencia a una nación, sino no-pertenencia a otra en la que nos sentimos ajenos, esta es una novela con un poderoso plus: la sensación de estar viendo futuros potenciales y el irresistible atractivo de mirarlos, de acercarse a ellos hasta casi tocarlos.
dijous, 4 de juliol del 2013
EL SÉQUITO, parte 2: LA VIDA REAL
Ah: en algún momento de la vida semana este blog ha cumplido tres años. Sí, se han hecho largos. Sí, parece que han calado de alguna manera. A unos cuantos, pocos (demasiado pocos: mi plan de dominio global requerírá varios milenios), pero ha calado. Aún así, la norma, el valor estadístico más usual es que pocos me hagan el más mínimo caso. Pero la persistencia es una cualidad que al burro le va muy bien.
Os hablé de Entourage, traducida como El séquito. De las historias de Vincent Chase y de su primer anillo concéntrico de amigos: los fieles de toda la vida resignados a disfrutar de su tren de vida. Del segundo anillo, los advenedizos, y de como a partir del tercer anillo solo hay que buitres y busconas. Pues bueno, como empeñada en superar a la ficción, la realidad me ha adelantado (por dos semanas, echad números) el regalo de cumpleaños de presenciar a los Toiss, corte de amiguetes de Neymar, ya sabéis. No tendrían una pinta más adecuada si hubieran surgido de un cásting multitudinario: hasta acabará apareciendo el reglamentario amigo con gafas, como diciendo que un cortejo de amiguetes nunca está completo sin el reconsabido gafoso con cara de empollón. No quiero que esto constituya una crítica, y vaya por delante que creo firmemente en el argumentazo que cualquiera interpondrá sobre la cualidad futbolística del tipo en cuestión. Pero el pack está completito, el estereotipo está tan cumplimentado que parece un check list con todas las casillas marcadas. Hace dos años el chaval andaba con un peinado diseñado a medias por sus enemigos y un nutrido grupo de los peluqueros daltónicos más desquiciados del planeta. Hoy se ha moderado y luce un peinado que no resulta grotesco, al menos. Parece una especie de nueva versión de Pigmalión, junto con sus declaraciones iniciales (inverosímiles) en catalán, suena tanto a prefabricado, a marketing deportivo de ese del que han estudiado tan sesudamente toda la cohorte de directivos, que no puedo evitar mi suspicacia hasta que lo vea metiendo goles. Supongo que el mundo del fútbol ya es tan competitivo y tiene tantos intereses que uno ha de anticiparse a los pasos de los competidores. Pero la pinta de pack no me la quito de la cabeza, la enorme expectación ante su eventual relación con Leo Messi parece carne de casa de apuestas, y no sé si esa era exactamente la perspectiva que más me atraía respecto a este tinglado.
Y por dios, ese gesto ridículo.
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