La edición número 20 del festival Sónar está aquí al lado. Superar la 10 ya fue un mérito. No por lo que fuera el festival sino porque su objeto principal, la música electrónica, ya trazaba entonces una decadencia que los gestores del festival supieron componerse para que no les arrastrara en su caída. Programando figuras ajenas al centro neurálgico del movimiento, a la vez que estando atentos a las emergentes, los tres tipos estos han sabido aguantar en pie un festival de esos que excita a los seguidores. Optando este año por referencias clásicas como Kraftwerk o Pet Shop Boys e incrustando a Skrillex, como para equilibrar. Ampliando el espectro e intentando acercar la música a los niños con el SónarKids. Y van los imbéciles de La Vanguardia y no se les ocurre otra cosa que hacerles una entrevista a dos páginas en una óptica casi exclusivamente empresarial, ignorando que la labor de estos tipos nace de su amor por la música y centrándose en los aspectos económicos que dictaminan su continuidad: subvenciones, rentabilidad, impacto sobre el PIB, dinero que atrae a la ciudad (o sea, a la todopoderosa estructura hotelera) y todas esas cuestiones que tan poco me importan. Poco respeto el que muestra hacia los artistas que han desfilado, que son los responsables finales de que a un festival se acuda con sus obras. La Vanguardia, y debo agradecer a muchos que me han abierto los ojos, hace tiempo que me toca mucho las narices con su servilismo al poder y su tibia actitud. Pero sabéis que lo que más me crispa es eso. Nadie piensa en creatividad si no acarrea éxito económico. Nadie piensa en ello si en el otro lado no hay un mercado que lo acepta y lo compra. Puede que sea una cornisa a la que estoy subido de un modo quijotesco, claro. Puede que sea un francotirador asediado desde todos lados. Y hasta puede que el Sónar también haya sido un pretexto para enriquecer a unos cuantos. Pero la ignorancia del hecho fundamental, que es contribuir a la difusión de cierta corriente musical que ahora podemos considerar como madura o asumida, pero que hace 20 años no lo era en absoluto, esa indiferencia ante todo para situar en primera plana cuestiones siempre relacionadas con los conceptos financieros: rentabilidad, viabilidad, rendimiento, subvención, financiación, beneficio... me ofusca y me cabrea. Es como echar números del beneficio económico que nos aporta la visión de un gran cuadro. Inconmensurable. Buscad la palabra.
Oye, qué fort, no me han estado llegando tus publicaciones al RSS! Me pasé de casualidad, porque ya me parecía raro que no publicaras en tanto tiempo. Hiciste algo con el dominio o es pura brujería de mi Grumlr?
ResponEliminaEn fin, estuvo bueno o no el dichoso festival?
Dicen que el festival estuvo magnífico: yo el jueves trabajé hasta tarde y el viernes tuve la fiesta de graduación de mi hija, que acaba cuarto de ESO. O sea, otro año será.
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