No es fácil concentrarse en una lectura cuando la realidad te interrumpe constantemente. No la cotidiana: niños correteando en su scooter (neologismo para patinete) por casa, niñas sometiendo a tensiones insoportables los resquicios de mis antiguos y arcaicos conocimientos de formulación química, y toda la parafernalia consecuencia del intento de perpetuación de mi especie. La otra: la que asalta por Twitter o por esas emisoras de radio o periódicos a los que Tuli me aconseja sabiamente (y yo lo hago también, en justa reciprocidad) no hacerles demasiado, o ningún, caso. Pero bueno: vamos a aportarle cierta épica y vamos a decir no que estamos escribiendo la historia, pues son demasiadas manos por mucha historia que ésta sea, sino que estamos asistiendo a su retransmisión. Aunque cuando he escrito esta última palabra casi me sale representación.
O sea; que el día 11 de septiembre parecía que Catalunya iba a ser independiente el 12. Pero pasó al 20, no, al 21, que iba a ser cuando nos cabreásemos porque en Madrid nos dieran con la puerta en las narices. De ahí al día en que se convocaron las elecciones, y llegó octubre, y ahora diremos que aunque no hay que politizar el fútbol (con lo que yo no estoy de acuerdo: señores, hasta mear contra una pared es un acto político) el Camp Nou se llene de estelades, así que los españoles ya podrán decir que el Barça es nuestro ejército, y tendremos unos cuantos unfollow pero habremos mantenido nuestra llama algo viva. Aunque la sensación íntima que tiene éste que os escribe últimamente de manera tan intermitente es que todo se está durmiendo demasiado. Alguien tiene que salir al balcón y demostrar que tenemos cojones. No a cualquier balcón, aclaro. Si no, ya lo haría yo.
Entonces, tanta interrupción le hace mucho daño a esta buena novela de Javier Calvo que es Corona de flores. Cada libro de Calvo que he leído ha llevado su trama más atrás en el tiempo, y por poco, cada uno me ha gustado mejor cuando más atrás. Pero el final de Corona de flores me ha resultado algo decepcionante para lo excitante de su desarrollo. Nadie dice que libros deban equipararse a películas. Leer este libro en cómodas dosis, 40 ó 50 páginas diarias, es un gran placer. La Barcelona de 1870, asesinatos con gran crueldad, calles lúgubres y personajes, casi todos, deformes en algún modo, físico o psíquico. Como un encuentro entre personajes de Carnivále y algunos de las películas de Murnau: gótico, retorcido, con esa especie de sensación de indignación que a uno le invade cuando piensa que, no hace tanto, muchas cosas podían escapar a la acción de la justicia en función del poder de quien las hiciera.
O quizás no debería haber dicho esta última frase.
Mausoleos, callejas, inmundicia, roedores e insectos y experimentos con los desamparados. Policías que siembran el terror y que actúan con total impunidad.
O quizás no debería haber dicho, tampoco, esta última frase.
Javier Calvo se afina: el personaje del policía consciente de su poder y del terror que siembra me recuerda algo a las figuras de la transición en El jardín colgante. Calvo cada vez escribe mejor y aquí está magnífico: intercalando extraños nombres de pila, intercalando calles reales e inventadas y confundiendo un poco la historia de esa Barcelona que acelera hacia la modernidad en algún momento, con la realidad de otras épocas. Lástima, que la atención se haya desviado un poco, asumiré mi parte de culpa, para que en las últimas páginas la novela se vaya un poco de las manos y derive en cierto tono (no literario: de trama) folletinesco y algo desorientador. Cerrar la trama, cuando uno juega al terror policíaco, tiznado de novela de época, es muy aconsejable. Mucho. Eso es justo lo que aleja a ésta de ser una excelente novela. Una resolución algo decepcionante.
Me hiciste acordar a El jardín colgante a mí también. Bueno,le voy conociendo el estilo a Calvo.
ResponEliminaTres semanas de este post y parece del siglo XIX... sí, el estilo de Calvo(y sus excelentes traducciones) merece un seguimiento: algún día nos saldrá con una obra redonda, y podremos decir que nosotros lo vimos antes. Lo cual es perfectamente inútil, por cierto.
EliminaJajaja, va a ser un "te lo diiiije" en toda regla.
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