dimarts, 5 de juny del 2012

DE QUE HABLO CUANDO HABLO DE ESCRIBIR

Pues no va a poder ser. No va a ser ésta la reseña en que me encontréis poniendo a parir a Murakami. Cada vez se han ido traduciendo y publicando más obras suyas: y las nuevas salen puntualmente en versiones tanto en castellano como en catalán. Así que, por pura ley estadística, el momento en que lea algo suyo que no me guste está cada vez más cerca. Esa es la esperanza que les puede quedar a sus detractores. Pero habrán de esperar.
De Tokyo blues diría que es un excelente drama adolescente con un muy buen estilo literario. Con una temática algo oscura y ese detalle absurdo de cambiar su título original en inglés, Norwegian wood (esa canción de The Beatles que suena en el aeropuerto) por otro nuevo título también en  inglés. Aunque dudo que de eso tuviera la culpa Murakami.
De Al sur de la frontera, al oeste del Sol, me gustó esa sensación acanallada de la media edad. La leí pensando en una novela menor y, zas, agradable sorpresa.
Lo que pasa con Murakami es que, en el fondo, la gente no le perdona (como siempre habrá un alto porcentaje de componente de envidia) que sea a la vez un escritor respetado críticamente y encima sus libros vendan elevadas cifras. Que tenga expositores acaparados por sus ediciones y que ya haya mucha gente que pida simplemente uno de Murakami, como el que pide los vinos por su denominación de origen. No sé cuantos países hay de la envidia. España es uno. 
De qué hablo cuando hablo de correr le coge prestado el título a un libro de relatos de Carver: De qué hablamos cuando hablamos de amor. Yo decido seguir el homenaje, y doblar la apuesta. Pues el libro, aunque hay quien diría que se alarga y exprime un tema algo repetitivo, es mucho más interesante y profundo de lo que su temática puede sugerir: Murakami habla de su condición de corredor de fondo, de sus sensaciones en las maratones que corre, de los sitios que visita o en que vive mientras continua con sus carreras, y, elegantemente, lo enlaza con una especie de ensayo autobiográfico exento de toda pretensión, con lo que acaba vinculando esa condición de corredor a la de novelista. Esa soledad en la pista o el sitio que elija para entrenar con la soledad en el escritorio. Lo vincula en un tono práctico, humilde y sólo puntualmente algo emocional. Una veladura emocional: un visillo o una brisa. Por el camino hay más sudor y más pragmatismo y más filosofía vital (de esa vitalidad del escritor: la de negarse a otorgarse a sí mismo más protagonismo que el de encontrar palabras para presentar lo que imagina) que autobombo o pretensiones de divismo. No. Murakami acaba cayéndote bien de cojones. Comprendes muchísimas cosas: la concentración, la dedicación, el levantarse e irse al teclado. Las analogías entre carreras y novelas. El ritmo sostenido y los preparativos. No es una novela: es un ensayo  de autobiografía que acaba siendo de ayuda. Con los palos que le doy a los libros de autoayuda, va y Murakami escribe uno que te ayuda sin querer. Me ayuda a mí, que llevo unos días  de colapso, publicando posts que llevan días escritos, y que cuando veo, pasados cuatro o cinco días, me despiertan una sensación de otredad. Como si el río que los escribió ya no sea el río que ahora pasa. Entonces leer este libro me da el estímulo adecuado incluso para su reseña. Si hasta me apetece comprar unas running y vivir esas sensaciones de superación y sudoración. 
No: no encuentro por dónde clavar una cuña. Murakami es un narrador sumamente interesante y un escritor cuya prosa (y no está de más recordar lo difícil que debe ser ese traslado desde el japonés) acaba envolviéndote en un halo de complicidad.

12 comentaris:

  1. Murakami, nunca he podido con él. Debo ser el único ser del planeta al que Tokio Blues (o como finalmente le pusieran) aburrio soberanamente. Al punto que desee con fervor que el joven se suicidara y terminar con el libro. En vista de que no se decidía opte por cerrarlo y dejarlo en la estantería. Murakami,murakami, esa gran laguna que tengo ;)
    Abrazo

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    1. Curiosamente empecé con Tokyo Blues, que es un libro triste, muy triste, y el que menos me ha gustado. Pero los dos siguientes (ojo, cortos, de no más de 250 páginas) me han gustado mucho más. Con eso, no es de mis 15 ó 20 favoritos.

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  2. Pues sí que te dolió lo de Bolaño... ;-)
    P.D. Léete -si puedes- la del carnero y entonces hablamos :)

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    1. Es "casi" una casualidad. Pero no forcé que me gustara. Lo cual me ha sugerido una curiosa contienda. Ahora que estoy con el blog en plan ponerlo creativo.

      Gente que lee buenos libros de un escritor hasta encontrar uno malo
      vs
      Gente que lee malos libros de un escritor hasta encontrar uno bueno

      Te advierto que con esta premisa Vila-Matas sería capaz de crear una saga.

      Adeu !!

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    2. ¡¡Yo soy del primer equipo!! No suelo tener misericordia con aquellos autores que me tocan la moral en una primera lectura, esa suele ser la única. Ya me dijeron que el carnero no era lo mejor para empezar con Murakami, pero es que se me quitaron -mucho- las ganas con semejante despropósito... No puedo hablar de los que nombras, no los he leído.
      P.D. "Contienda"... Si hay concurso, me apunto :)

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    3. Pues si te dijeron que el del carnero no era un buen comienzo y tú te empeñaste... qué te ha hecho el pobre hombre?? prueba con éste de aquí, aunque sea en la biblioteca. Y ya que estamos, qué hay de tu subida al Tourmalet ???
      Si te apuntas, por ahí están las tres líneas de partida argumental... y ya diremos cuando publicar.

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  3. Ah, yo tenía razón, algo había de recomendación o de revancha... (Muy interesante el blog de Deborahlibros).
    A mí, los dos que he leído (Tokio Blues y Sputnik mi amor) me han resultado muy disfrutables, el "pájaro" no tanto, tarda en arrancar y deriva mucho.Pero recién llevo la tercera parte y es fácil de leer, así que lo terminaré.

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    1. Bueno !! esto de las polémicas que involucran blogs y más blogs... cuántos frentes se nos abren.
      Francamente no estaba preparado para que Tokyo Blues fuera un libro tan melancólico... y despues del de la Gopegui, lo proclamo: para libros de angst adolescente, Salinger forever.

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  4. ¡Nadie discutió al maestro Sallinger!

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  5. Arranqué con "El fin del mundo..." Raro, por ahora solo puedo decir eso.

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    1. Tengo ese libro pendiente en casa: es de los "largos". Sí parece extraño. Ya me dirás.

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