Tuli (a.k.a. John Self) me recomendó, hace semanas, este libro. Claro que confío en Tuli. Aunque sea particularmente (yo, no él) refractario a los libros de poesía, que también recomienda a veces. Pero su entusiasmo esta vez despertó especialmente mi curiosidad.
Existe un determinado grupo de lo que yo llamaría escritores totales. Aquellos que trufan sus libros de referencias de todas clases, muchas de ellas reales. Escritores que apuestan a fondo. No sólo quieren que te guste lo que han escrito. También los escritores que los inspiraron. La música que oían mientras escribían el libro. Las películas que veían. La ropa que vestían. Los clubes y los restaurantes que frecuentaban, y también esos oscuros lugares existentes en toda gran urbe donde sólo los valientes osan poner los pies. Los artículos de prensa de los que sacaban algún tipo de inspiración o mera idea a intercalar. Las webs. Drogas que tomaban. Sus dosis y sus efectos principales y colaterales. Sus modos de administración. Los programas de TV de repercusión local o internacional. Los hechos históricos trascendentes paralelos al tiempo real de la acción. Escritores capaces de convertir a otros en clásicos solamente con nombrarlos. Libros llenos de listas, de notas al pie, de letras de canciones en otros idiomas (a veces, incluso, desestimando la cortesía de incluir sus traducciones). Con anexos de agradecimiento que son auténticas listas de éxitos de la gran mayoría de las disciplinas artísticas. Excluiré la danza y la escultura.
Que escriben libros ligeramente acelerados, sumamente urbanos. Con idas adelante y atrás en la acción. Con estructuras que, a veces, requieren un esfuerzo extra del lector. Sin llegar a ser novelas que se aprenden. Pero sí que requieren atención. Con una voluntad visual patente. Con el cine de Quentin Tarantino, o de Danny Boyle, como influencia que retroalimenta. Con un capítulo de unas 80 páginas que es una presentación en Powerpoint. Dios, también aquí, la Powerpoint?.
Easton Ellis, Palahniuk, Foster Wallace, casi todo Welsh, algún Hornby.
Aquí : Kiko Amat, Casavella, Javier Calvo, Fernández Mallo.
El tiempo es un canalla está escrito por Jennifer Egan, escritora de aspecto ligeramente distinguido que roza la cincuentena y que, por tanto, puede ser considerada contemporánea a esa eclosión punk que adereza alguno de sus capítulos. La novela ganó el Pulitzer el año pasado, y la ha editado Editorial Minúscula, que inicia con ella una serie llamada Tour de Force, donde los libros ya son de una dimensión adulta. La portada que han elegido para él es horrorosa. Obvia en su planteamiento, podía haber sido peor, sí. Una cinta de cassette que pone "punk". El título dibujado con recortes de letras de distintos tipos. También la cadena HBO hará algo con el libro. Oh. Espero que no sea un nuevo truco del marketing más viral, relacionar HBO con todo para obtener el beneplácito y la admiración anticipada de un determinado segmento del público interesado en la cultura.
Es una buena novela a la que le sobran unas cuantas páginas. Y algo del caos en que se adentra a través de saltos constantes en el tiempo. Como si quisiera afirmarse como un ejercicio punk sobre el punk. El problema es que uno no sabe exactamente donde quiere dirigirse la autora. Porque ya sé que en este género predominan las historias con faux finale , pero el regusto, tras el capítulo de la Powerpoint y el último tramo, que se entiende que es una proyección al futuro, es demasiado agridulce.
Como si la autora quisiera recordarnos que el punk (con el permiso del grunge,el último género musical realmente trascendente a nivel global), y, por añadidura, la cultura del rock, ya han sido neutralizados en su búsqueda de obtener algún cambio en la sociedad en la que nacieron. Detrás de esos personajes y esos grupos uno intuye muchas cosas. Un Iggy Pop que, el otro día, salía en el suplemento dominical de LV, y de golpe me hizo pensar (torso bronceado, dentadura perfecta, melena alisada) : coño! si está más pendiente de su pelo que Jennifer Aniston!. Un cazador de talentos ligeramente reminiscente de Malcolm McLaren. Clubes y drogas, adolescentes suicidas y nihilistas cargados de traumas y circunstancias equívocas. Paseos por las calles en las horas canallas. Conciertos que acaban en trifulcas, mejor, que son trifulcas en sí. Escupitajos y muchedumbres que atiborran locales que carecen de las preceptivas medidas de seguridad. Estrellas en ciernes y estrellas metidas en el hoyo de la indiferencia.
Como si la autora quisiera recordarnos que el punk (con el permiso del grunge,el último género musical realmente trascendente a nivel global), y, por añadidura, la cultura del rock, ya han sido neutralizados en su búsqueda de obtener algún cambio en la sociedad en la que nacieron. Detrás de esos personajes y esos grupos uno intuye muchas cosas. Un Iggy Pop que, el otro día, salía en el suplemento dominical de LV, y de golpe me hizo pensar (torso bronceado, dentadura perfecta, melena alisada) : coño! si está más pendiente de su pelo que Jennifer Aniston!. Un cazador de talentos ligeramente reminiscente de Malcolm McLaren. Clubes y drogas, adolescentes suicidas y nihilistas cargados de traumas y circunstancias equívocas. Paseos por las calles en las horas canallas. Conciertos que acaban en trifulcas, mejor, que son trifulcas en sí. Escupitajos y muchedumbres que atiborran locales que carecen de las preceptivas medidas de seguridad. Estrellas en ciernes y estrellas metidas en el hoyo de la indiferencia.
No hay comentarios? "PRI!" entonces. Bueno Francesc, me gustó mucho la reseña aunque no creo que lea el libro, no por ahora, aunque con gusto miraría la serie, película o lo que se que vaya a hacer HBO. Abrazo!
ResponEliminados "aunque" en la misma frase, no es mi día
EliminaYo diría que para ejemplificar el tema de la movida punk veo más adecuados libros de autores más europeos - Welsh, absolutamente. Y sobre la reiteración del "aunque". No me seas purista, jodío !!
EliminaPunk´s not dead... or so we hope.
ResponEliminaCuando vi la foto de la portada del libro pensé enseguida en que fue una mujer joven la creadora. Como si quisieran llegar directamente a una juventud colorida pero que se cree dura y distinta, a la cual "nadie entiende".
No sé quién creó la portada, pero no ayuda nada al libro. Y si miras por Google fotos de la autora, desde luego ahora tiene bien poco de Punk.
Elimina