"Con tanto sintetizador se me olvidó bailar".
Ésta era la frase con la que se presentaba hace muchísimos años, entre rasgueos nerviosos de guitarra pretendidamente funky, un grupillo llamado Presuntos implicados. Grupillo que fue probando estilos hasta que encontró un pequeño filón en el falso blues, con una canción insoportable al servicio de una vocalista que aspiraba a ser una especie de Annie Lennox patria; que acabó dando muestras de su escaso talento al hacer lo obvio, lo seguro (versionear clásicos) como colofón de una carrera de la que nadie se acuerda.
Pero yo sí recuerdo esa frase. Porque por esa época yo bailaba (algunos decían que yo pensaba que bailaba) justo con sintetizadores. Ya mencioné mi impacto al oír a los Soft Cell congelar Tainted love para crear uno de los hitos del tecno(sin h). O Dare! enterito de The Human League, absoluta biblia de adaptación de un grupo casi hermético a la corriente dominante, para salir pletóricamente triunfantes... tanto como incapaces de ni acercarse a repetirlo.
Resumiendo en breves líneas todo el proceso que llevó a esa especie de viaje de ida y vuelta en la influencia, diría que el techno (con h) murió como género musical puntero (lo fue, pero hoy subsiste como uno más de los muchos géneros), cuando los Orbital y los Underworld, grandes grupos de estadio que arrastraban a las masas, empezaron a perder la inspiración de una manera escandalosa. Pero yo ya hice ese torpe análisis antes. Hace tiempo, antes de que tuviese que darle clases a mi hija sobre la enorme influencia del dub en gran parte de los sonidos de referencia. Antes de que eso me hiciese pensar si las corrientes musicales no han hecho más que inclinarse hacia la importancia del bajo por delante de la guitarra.
El techno murió (y Muzik dejó de publicarse, y Jockey Slut, y Mixmag pasó a ser una mera publicación prácticamente para profesionales), porque, mientras la mayoría de los DJ estrella (Oakenfold, Van Dyk Tenaglia, Deep Dish, Rampling, Digweed, Sasha) optaron por reciclarse y abrazar la música menos arriesgada. Otros (Mills, Weatherall) se atrincheraron en sus estilos, a ver qué tal les iba. Que un patán como David Ghetta se haya erigido en el triunfante es suficiente con decirlo.
Las grandes y prácticamente intocables escuelas de negocios defienden dos tipos de estrategia prácticamente antagónicos: la especialización y la diversificación. Para cada "zapatero a tus zapatos" hay un "no poner todos los huevos en el mismo cesto". Para cada"aprendiz de todo, maestro de nada", hay una "valiosa polivalencia". Ni lo uno ni lo otro ha servido para otra cosa que para que el techno siga languideciendo.
Son tiempos de guitarra acústica y tío al micro.
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