¿Qué, aparte de la existencia de divinidades, hace que vuelva a casa en coche hacia las once de la mañana, hoy sábado y pase lo siguiente?.
Pongo un CD con MP3. Pero sale un grupo llamado Future Islands del cual he decidido que me irrita mucho, demasiado, la voz de su cantante (no es la del cantante de Manos de Topo, más bién me recuerda a la de Captain Beefheart). Apago la música y dejo que suene la radio. Un insoportable programa para que la gente aburrida acabe de adormecerse ha invitado, lo hace cada semana según luego leo, a Ricard Robles (casi oficialmente la persona a la que más envidio su trabajo en este planeta), y éste recomienda un par de canciones decentes para una eventual fiesta de fín de año. It's alright , cover del clásico house de Sterling Void por los Pet Shop Boys (la versión maxi llena de cuerdas, no la algo seca incluída en Introspective. A continuación, Pull up the roots, de los Talking Heads. Es entonces cuando todo cambia, y yo decido que abrazaré alguna fe. Claro que lo haré. Tras tanto tiempo, Robles especula sobre el final de los Talking Heads. Habla de conflicto de fuertes personalidades ( a uno le sorprende que alguien que edita bajo el nombre The Tom Tom Club algo como el Wordy rappinghood tenga personalidad, pero vamos), y también de algunos aspectos sentimentales a dilucidar entre los miembros (miro las fotos de Tina Weymouth en 1990 y decido que sí está algo shaggable). Entonces no paro de pensar hasta que me siento aquí, pues los que me leéis sabéis lo de las señales y las casualidades, y 2011 llega hoy a un estúpido final, en sábado, con los samoanos eliminando días de su calendario (qué pasa con los 500 cumpleaños del 30 de diciembre, eh??), con el ridículo flequillo de la triple S cimbreándose al son de las subidas de impuestos. Debo encontrar un Dios, y pienso en este chico entrado en carnes, que parece un niño de cinco años apretando los morritos, a punto de hacer pucheros porque alguien ha cogido el último trozo de mazapán (un mazapán norcoreano, coño, nadie lo ha probado?) de la bandeja a la que le había echado el ojo.
Llama estúpidos a los líderes del mundo, les dice que nada va a cambiar, y tiene un botón (seguramente rojo) que puede hacer que unos cuantos salten por los aires. Sus súbditos lo adoran, y su padre, el fallecido Kimg Sung Il, nunca hizo popó.
Y al final Hernán Casciari decidió responder uno de mis comentarios.
Feliz año.
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