Varias cosas de las que me entero en los últimos días muestran una curiosa convergencia hacia cierto territorio delicado. Nótese que he empleado la palabra territorio. Podría mostrarlas montando un pequeño mapa con lo que las interconecta pero me inclino por la tradicional relación numérica. Nótese que he empleado la palabra mapa.
1. Un instituto de bachillerato en Girona envía a casa (las cifras no coinciden según los medios) 30 ó 50 alumnas para que se vistan conforme a las normas del centro. El instituto es del Opus Dei. Supongo que las adolescentes se presentaron, cosas de este verano tardíamente caluroso, con el socorrido uniforme del verano (short tejano, camiseta de tirantes), cosa que ha puesto nervioso a algún severo guardián de la fe de tan puritana institución. Sí, podría estar de acuerdo en que una escuela no es una discoteca, pero...
2. La escuela a que asisten mis hijos establece un código de vestuario y desrecomienda tan mínimas prendas, aunque otorga una pequeña compensación : esta norma no se aplica los viernes por la tarde. No acabo de entender qué resulta ofensivo el lunes y no lo es el viernes, aunque hace años que en las empresas existe el friday wear, no creo que sea el caso.
3. En alguna otra escuela, ante la permisividad con compañeras que acuden a clase tocadas con algún tipo de velo musulmán (no me preguntéis el nombre ni de la escuela ni del tipo de velo), ciertos compañeros optan por asistir a clase ataviándose la cabeza con gorras, cascos, etc.
4. Parece ser que nuestro gobierno autonómico actual pretende crear, con la coartada de unas normas de uso del espacio público, leyes que acarrearán en la práctica la prohibición de pasearse con burkas y velos u otras prendas que impidan el reconocimiento de las facciones de la persona (se mencionan también curiosamente los cascos, pero la cosa no va por ahí, que no somos tontos leñe !!).
Si yo fuese ciegamente progresista y de la onda de la paz y el amor estaría terriblemente ofendido por estas coartaciones a la libertad ajena y el poco respeto a las personas y a su cultura y costumbres de orígen.
Vaya por delante que soy un orgulloso heterosexual partidario de la contemplación de la belleza femenina en todos sus estados de esplendor, que no son pocos. Véase cualquier capítulo de Entourage para referencias.
Resulta que hay quien dice que las mujeres se tapen y otros que se destapen. La relación entre CiU y ciertos sectores del Opus Dei es más que sabida. Los consejos de Marta Ferrusola para que TV3 no emitiese películas subidas de tono son de todos conocidos. Estamos en una clásica situación en las que los plastas hablan (hablamos) de la escala de grises y de la infinidad de matices. Esto a mí me confunde y me aturde, y necesito una referencia, aunque sea para contrastarla con mis propias opiniones.
La encontré, y se llama Michel Houellebecq. En un giro que me parece genial, sea realidad o promoción encubierta de su último libro, resulta que el hombre se halla desaparecido y no atiende llamadas ni de su editor. Igual que el personaje que transita por su libro con su mismo nombre.
Ocurre que Houellebecq se inmola en nombre de todos y dice las cosas que muchos piensan y no osan decir, o por lo incorrecto de su fondo o por la imposibilidad de expresarlo en su forma. A Houellebecq se la suda, y la ordinariez de la expresión se ajusta perfectamente, pero también valdría que se la trae floja o que le importa una mierda, si los radicales le amenazan o le interponen querellas o le acusan de representar el paradigma del nihilismo de la sociedad occidental.
El dice que les dén morcilla, pero no sé como lo dirá en francés.
Demostración de su valentía es ese cronismo de la decadente (ya la definía como decadente hace más de quince años, cuando todo eran flors i violes) sociedad occidental sustentada en columnas tan variopintas como el consumismo, el culto al cuerpo, las nuevas estructuras familiares, la pornografía, la ambición desmedida, la excentricidad, las tendencias suicidas, y todo ese magma que se arremolina en torno al mayor de los vacíos espirituales (vacío que él ha identificado sin expresarse sobre él, de una manera científica). Es un mesías que se inmola y recibe críticas y burlas y no pone la otra mejilla, simplemente encaja los golpes y sigue con su cigarrillo y su media sonrisa. Es un portavoz desinteresado de un montón de gente que no se lo ha pedido, pero da igual, quizás si se lo pidieran no lo haría, pues andar jodiendo a veces puede ser un modus vivendi.
Con todo esto creo que está más que justificado aclarar que El mapa y el territorio pasa por encima de una pila demasiado extensa ( cuatro de Ricardo Piglia, el tercero de la trilogía de Deptford, Capote, o 6q me mata, Beigbeder, Chirbes, Coetzee, Villoro) de libros que debo leer cuando acabe con Sukkwan Island , que es el que toca ahora.
1. Un instituto de bachillerato en Girona envía a casa (las cifras no coinciden según los medios) 30 ó 50 alumnas para que se vistan conforme a las normas del centro. El instituto es del Opus Dei. Supongo que las adolescentes se presentaron, cosas de este verano tardíamente caluroso, con el socorrido uniforme del verano (short tejano, camiseta de tirantes), cosa que ha puesto nervioso a algún severo guardián de la fe de tan puritana institución. Sí, podría estar de acuerdo en que una escuela no es una discoteca, pero...
2. La escuela a que asisten mis hijos establece un código de vestuario y desrecomienda tan mínimas prendas, aunque otorga una pequeña compensación : esta norma no se aplica los viernes por la tarde. No acabo de entender qué resulta ofensivo el lunes y no lo es el viernes, aunque hace años que en las empresas existe el friday wear, no creo que sea el caso.
3. En alguna otra escuela, ante la permisividad con compañeras que acuden a clase tocadas con algún tipo de velo musulmán (no me preguntéis el nombre ni de la escuela ni del tipo de velo), ciertos compañeros optan por asistir a clase ataviándose la cabeza con gorras, cascos, etc.
4. Parece ser que nuestro gobierno autonómico actual pretende crear, con la coartada de unas normas de uso del espacio público, leyes que acarrearán en la práctica la prohibición de pasearse con burkas y velos u otras prendas que impidan el reconocimiento de las facciones de la persona (se mencionan también curiosamente los cascos, pero la cosa no va por ahí, que no somos tontos leñe !!).
Si yo fuese ciegamente progresista y de la onda de la paz y el amor estaría terriblemente ofendido por estas coartaciones a la libertad ajena y el poco respeto a las personas y a su cultura y costumbres de orígen.
Vaya por delante que soy un orgulloso heterosexual partidario de la contemplación de la belleza femenina en todos sus estados de esplendor, que no son pocos. Véase cualquier capítulo de Entourage para referencias.
Resulta que hay quien dice que las mujeres se tapen y otros que se destapen. La relación entre CiU y ciertos sectores del Opus Dei es más que sabida. Los consejos de Marta Ferrusola para que TV3 no emitiese películas subidas de tono son de todos conocidos. Estamos en una clásica situación en las que los plastas hablan (hablamos) de la escala de grises y de la infinidad de matices. Esto a mí me confunde y me aturde, y necesito una referencia, aunque sea para contrastarla con mis propias opiniones.
La encontré, y se llama Michel Houellebecq. En un giro que me parece genial, sea realidad o promoción encubierta de su último libro, resulta que el hombre se halla desaparecido y no atiende llamadas ni de su editor. Igual que el personaje que transita por su libro con su mismo nombre.
Ocurre que Houellebecq se inmola en nombre de todos y dice las cosas que muchos piensan y no osan decir, o por lo incorrecto de su fondo o por la imposibilidad de expresarlo en su forma. A Houellebecq se la suda, y la ordinariez de la expresión se ajusta perfectamente, pero también valdría que se la trae floja o que le importa una mierda, si los radicales le amenazan o le interponen querellas o le acusan de representar el paradigma del nihilismo de la sociedad occidental.
El dice que les dén morcilla, pero no sé como lo dirá en francés.
Demostración de su valentía es ese cronismo de la decadente (ya la definía como decadente hace más de quince años, cuando todo eran flors i violes) sociedad occidental sustentada en columnas tan variopintas como el consumismo, el culto al cuerpo, las nuevas estructuras familiares, la pornografía, la ambición desmedida, la excentricidad, las tendencias suicidas, y todo ese magma que se arremolina en torno al mayor de los vacíos espirituales (vacío que él ha identificado sin expresarse sobre él, de una manera científica). Es un mesías que se inmola y recibe críticas y burlas y no pone la otra mejilla, simplemente encaja los golpes y sigue con su cigarrillo y su media sonrisa. Es un portavoz desinteresado de un montón de gente que no se lo ha pedido, pero da igual, quizás si se lo pidieran no lo haría, pues andar jodiendo a veces puede ser un modus vivendi.
Con todo esto creo que está más que justificado aclarar que El mapa y el territorio pasa por encima de una pila demasiado extensa ( cuatro de Ricardo Piglia, el tercero de la trilogía de Deptford, Capote, o 6q me mata, Beigbeder, Chirbes, Coetzee, Villoro) de libros que debo leer cuando acabe con Sukkwan Island , que es el que toca ahora.
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