Se avecinan unos días de presencia discontinua.
Antes disponía de un pequeño retén de artículos, o sus esquemas, o sus esbozos, o dos palabras que podrían estimular mi inspiración. Ultimamente no.
Dentro de recuerdos de una infancia completamente normal (todo lo normal que eran las infancias en medio del tardofranquismo) los de Semana Santa son particularmente sórdidos, oscuros, lúgubres, tristes. Para los que no lo sepan, y bueno será que si se enteran ahora no lo olviden, hubo una época en que este país sufría un integrismo religioso tan agresivo y poco respetuoso, promovido desde el poder, que se llegaba a la imposición de cierre en Semana Santa (y ahora me pregunto por qué escribo esas palabras en mayúsculas, y es sólo otro retazo del pasado) para bares, cines, salas de fiestas, discotecas... en fín, para cualquier cosa que pudiese representar un divertimento. Había que conservar ese aire triste propio de las procesiones. Luego el único canal de televisión existente se dedicaba a retransmitir procesión tras procesión y tiernos niños contemplábamos como esos encapuchados, gente pegándose en la espalda, esa gente gritando y llorando desde los balcones, esa estampa negra, mínimo gris oscura, en un blanco y negro fúnebre, eran lo que nos iba a acompañar a lo largo de esa interminable semana. Luego alguien puede extrañarse de que sea ateo.
Yo no...viniendo de dieciocho años antes, donde el gris era casi negro, lo extraño es que los ateos no seamos más.
ResponEliminaLa película te podrá gustar o no, pero los créditos iniciales son magníficos, e ilustran tu entrada a la perfección. Deberías haberlo incluido:
ResponEliminahttp://www.youtube.com/watch?v=UDuc1QqeEYw
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