Buenafuente deja en suspenso su cuenta en Twitter. Mantiene, eso sí, la de su perro, broma (cada uno la valorará) que le permite amagar sus golpes. Hace años que dejé de seguir de cerca a Buenafuente. Francamente me gustaba más Mikimoto, en esas delirantes apariciones con Buenafuente (entonces un abnegado secundario en fase de aprendizaje) y Monzó, y esa irreverente pose (la de la foto de la infanta más tarada) que le llevó a donde le llevó, pero con la cabeza alta. El motivo de su baja en Twitter es el aluvión de críticas (cientos de miles) recibidas a causa de una entrevista blanda a la ministra González Sinde. Esto no es Egipto pero la comunidad internauta empieza a tener una poderosa influencia. Así que Buenafuente ha ejercido esa curiosa réplica que es apelar el derecho a la no réplica. O sea, la indiferencia ante las críticas. Con el status que ha alcanzado, puede permitírselo, pero es una pequeña decepción.
Y no es que yo siga Twitter, donde abrí una cuenta que está muerta de asco, mucho peor aún que la de Facebook, que languidece aún sin llegar a agonizar.
Tras Sant Jordi, el paisaje literario, perdón, literario, nos deja un triunfador (Albert Espinosa) que a mí no me gusta absolutamente nada, pero, país pequeño que somos para eso, a la gente (corrijo, país de telemaratones para limpiar conciencias) le fascinan esas historias realizadas sobre los cimientos de la superación. Y Espinosa es el que ha dado primero y ha dado dos veces, y todo el mundo tiene claro la cantidad de partes de su cuerpo que la enfermedad se ha llevado y lo muy en primera persona que puede describirlo todo. Ese es el motivo por el que literario está en cursiva. El otro triunfador es algo que se llama Indignaos que, en un caso que no recuerdo, ha sido descrito no como un libro sino directamente como un panfleto. Como dije, muchos ya tienen un nuevo libro que hacer compañía criando polvo a los demás.
Parece que mi tesón y mis opiniones (y mi supina pesadez) no caen en saco roto, y mi cruzada altruísta para que todo ser interesado medianamente en la lectura lea, al menos una vez, Estrella distante, de quien ya todo el mundo sabe, se ha cobrado otra pieza. Gracias, de todo corazón, y me dejo de indisimuladas modestias, sé que esas 160 páginas son la mejor inversión calidad precio posible, continúo ahí, alguien puede ser que un día me lo agradezca, en cualquier caso es un placer solitario. Es lo que tiene escribir un blog, no tienes por qué disimular. Esto es parcial, egoísta, narcisista, forma parte de su naturaleza. Ahora espero una recomendación de un Murakami que no me deje un regusto tan amargo como Tokyo Blues, y que confirme que mi juicio fue precipitado.
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