dimecres, 30 de març del 2011

HOMBRES QUE SE PASEAN

No iba a serlo, pero acaba siendo una trilogía aunque sea en sus titulos. Y ese es toda la argamasa que puede cohesionar estas tres entregas, y por primera y última vez los relacionaré seguidos, a ver si por una broma del destino, verlas ahí me envía una racha de inspiración (o a mí, o a alguien)

Brechas que se cierran, cejas que se arquean, hombres que se pasean.

Por esa personal forma de ser mía (que seguro que comparto con mucha gente), empecé a buscar hacia atrás y hacia adelante todas las causas y consecuencias de una maravilla como The Wire. No es tan raro : compras un libro, te gusta, escarbas la obra del autor (lo que hago compulsivamente con Kapuscinski). Lo mismo con la música, siempre te vas hacia atrás en la obra de un artista hasta encontrar ese a veces muy ingenuo y muy precario primer disco, en el que apenas apuntaba indicios de su talento, pero esos indicios aún no eran rayos deslumbrantes sino meros y timidos reflejos. Así que me decidí a bajar The Corner, en versión subtitulada, obra primigenia del tándem productor y, según muchas fuentes, precursora de ciertas de las tramas de The Wire. A pesar de estar bregado en la visión de películas francamente crudas en el tratamiento de las drogas, debo reconocer que The Corner me ha resultado excesivamente impactante, quizás justo lo que sus autores deseaban : mostrar los adictos, su desesperación, su ansiedad, su progresiva decrepitud y dejación. Puede que me impresionara tanto como un documental que hace más de 30 años, y puede que con Franco recién muerto o incluso vivo, ví sobre las drogas. Todo era muy turbio, muy sórdido, muy insano. Retuve esa sensación, y recordé esa frase de Albert Camus que tengo presente, no por haber leído a Camus, que puede que un día lo haga, si no porque figuraba en la contraportada del fascinantemente maldito Scott 4 de Scott Walker:

El trabajo de un hombre no es más que ése tramo lento de volver a descubrir por los desvíos del arte las dos o tres imágenes grandes y simples en cuya presencia su corazón se abrió por primera vez.







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