Blog es bitácora, es diario de a bordo, que a veces es confesión, una confesión sin celosía de por medio, no hay privacidad, tampoco puede haber arrepentimiento. Según la educación convencional, uno debe arrepentirse si se comporta de un modo cobarde. Huir es de cobardes. Nadie piensa que quién huye de algo siempre se tiene a sí mismo al lado ( retóricamente hablando ) para recriminar su comportamiento. Cuando uno sale corriendo siempre se encontrará en su destino a su subconsciente esperándole, con la zapatilla en la mano : afrontar esa sensación no es cualquier cosa.
Septiembre, ahora que todo el mundo está de vuelta a la ciudad, es un mes que rima mucho con proponerse cosas. Lucía Etxebarría, escritora para mí muy repetitiva ( como articulista al menos me lo parece, aunque debo confesar que no he prestado atención a alguno de sus libros que corren por casa ) observaba el otro día que la verdadera season finale del año es ese mes. Acaba un verano, empieza la cuenta atrás para el siguiente. A medida que he madurado, he vuelto a esa sensación de que somos una sociedad de verano. Entre los 18 y los veintipocos ( curioso como he mencionado en pocos días esa etapa de mi vida ) prefería el frío y la vida nocturna. Ahora me jode ver como, poco a poco ( cuesta abajo desde Sant Joan, solsticio de verano y noche de verbenas ), el día se acorta y a las ocho ya es de noche. Soy mediterráneo y el sol estimula mis endorfinas.
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