A pesar del letrero que figura a la izquierda a fecha 24 de Junio (lectura en curs: Un paseo por el lado salvaje, de Nelson Algren), he de decir que estoy leyendo algunos otros libros, también. Igual que el periódico, o una revista, o la televisión despreocupadamente, no tengo muy claro el sentido de reseñarlo y relatarlo todo.
Aunque a veces me entra la duda. Si escribir una bitácora supone explicar al mundo cosas, por qué no explicar de vez en cuando alguna de esas que, aunque uno le presupone nimiedad, puede no tenerla para quien la lea. En esas disquisiciones procuro no entretenerme. No sea que me pase en la reflexión, que progrese en mi elucubración, y tienda a pensar si a alguien le da por extender esa elucubración a otros ámbitos de la vida. Así empezaría algún escritor de autoayuda. Con lectores/amigos dándole palmadas en la espalda: sigue, Jorge, sigue.
Adelante, pues.
He leído dos libros seguidos de ensayo. No he memorizado, para aplicarlo, mi decálogo voluble, pero ganas me dan de de ver si puse ahí algo sobre leer dos libros seguidos de ensayo. Para recordármelo a mí mismo y no repetirlo.
Uno se llama El sonido de la velocidad. Habla sobre el cine y la música electrónica. Sobre autores de bandas sonoras que son, a la vez, músicos de esa escena. Sobre películas proclives a esa música de fondo. Ya sabéis, películas de ciencia ficción, películas ultramodernas con secuencias en discotecas neogóticas. Es un ensayo de varios escritores, coordinado por dos especialistas, con una cierta intención de obra definitiva. Problema con los ensayos con intención de obra definitiva: escribirlos en 2005 y que no se acabe el mundo inmediatamente después. Porque leer ese ensayo a mediados de 2012, leer sobre algunos compositores que ya han publicado, desde entonces, grandes trabajos, se revela algo frustrante. Es como si los ensayos debiesen quedar en versiones actualizables, conforme nuevos hechos aportan nuevos detalles. Entonces un libro como éste podrías leerlo de acuerdo con la actualización de las obras de todos los autores que describe. Y con la perspectiva de quien ha consolidado una carrera o la ha echado por la borda completamente. Otro problema, de otra índole, con los ensayos, especialmente cuando son escritos de una forma coral: todos los autores intentan optar por un enfoque original, huyendo del cuadriculado rigor científico e, igualmente, todos los autores intentan presentarse con algo que descoloque completamente a los demás. En este caso concreto: películas que apenas nadie conoce o ha visto (mala idea de mala persona: a ver si es que no llegan ni a existir), oscuras grabaciones influyentes, inindagables referencias cruzadas. Lo reconozco: consumo ensayos sobre los tipos de música que me gustan siempre con la misma intención: cazar con el e-mule discos de los que no había oído ni hablar y, consecuentemente, autosatisfacer tanto mi ansia de nueva música como mi ego de empedernido DJ aficionado (tener música magnífica de la que nadie tenía ni idea). Pues bien: poco rendimiento me ha procurado este libro, a pesar de su exhaustividad. Y siete años, en este mundo loco que consume películas y música a toda castaña, es, casi, una eternidad. En todo caso, nada malo se le puede atribuir a este libro salvo ser incapaz de predecir el futuro.
Mucho más raro ha sido lo que me ha pasado con este otro libro: CT o la cultura de la transición. Otra obra coral, otro ensayo, este con un coordinador y con una intención sumamente loable. Lanzar una contundente mirada crítica sobre la situación cultural generada en España desde la muerte de Franco hasta hoy. Mirada edificada partiendo de la premisa de que la cultura y la intelectualidad (preeminentemente vinculadas a la izquierda) fueron toleradas y progresivamente adocenadas en función tanto de su coincidencia con el mercado que las consumía como de su alineamiento con una cierta conciencia política generalizada: la evitación del conflicto y la búsqueda de la conciliación.
El punto de partida es excitante: realmente cualquiera con un cierto sentido crítico se da cuenta de que la cultura española es un desastre absoluto. De que las grandes figuras que han sido entronizadas por el aparato cultural son auténticas mediocridades con contadas excepciones. De eso no nos cabe duda: España no es un país que destaque por su producción cultural desde 1977 hasta hoy. Hablamos de un país que tuvo a Cervantes, a Goya, a Picasso. Entonces un periodista llamado Guillem Martínez, coordinador del proyecto, genera ese concepto CT (cultura de la transición), conforme la cultura y la intelectualidad de izquierdas entraron en una especie de enorme espiral de auto-censura, promovida políticamente, con el objetivo de evitar focos de enfrentamiento directo y, por decirlo de alguna manera, acompañar al país en una especie de evolución sosegada, basada en el olvido y un perdón impuesto hacia los golpistas del 1936 y sus privilegios conquistados.
El gran hándicap del libro: demasiadas páginas incidiendo una y otra vez en este tema sin alcanzar grandes conclusiones de relumbrón. Que si Almodóvar se convierte en el cineasta de referencia, que si la gran novela esquiva la cuestión de la Guerra Civil, una velada crítica a Cercas, que me produce algún rechazo pues no veo a Cercas un escritor adocenado, y mucha insistencia en el mismo sentido, sin llegar a concretar qué alternativas se concretaban aunque fuese en meros intentos. La cuestión de los grandes grupos editoriales y culturales actuando siempre de manera monolítica para promover sus star-system particulares: el tema de Ignacio Echevarría y su varapalo a la novela de Atxaga (ni pajolera idea que tenía yo de este asunto, y resulta que lo encuentro de lo más interesante del libro). Pero, como en el otro ensayo, me canso de ensayo y ensayo sobre lo mismo: de párrafos y párrafos de aburrida confección de la estructura del proceso de ese entramado. Que, por cierto, me genera ciertas suspicacias cuando veo la relación con la cuestión del 15-M. No sé por qué, por pura intuición. Cuando uno espera del 15-M que se saque el sueño de las orejas, que actúe con contundencia y determinación, resulta que lo más sólido que aportan es este ensayo disperso, editado bajo licencia Creative Commons y a la venta por 5 asequibles euritos (justo, justo, el precio por el que se despachaba Indignaos de Stèphane Hessel). Donde el máximo pataleo unitario (aparte de la constante mención al concepto CT, juguete con el que se acaban poniendo pesados) es el reproche del silencio otorgado oficialmente a algunos de los grupos del rock radikal vasco. Donde constato que lo mío es la ficción, y no esos prolongados artículos repletos de conceptos desarrollados y abstracción encaminada al convencimiento. Porque, igual que tengo claro que el panorama cultural es mayoritariamente desastroso, con escena cultural recortada y solapada con milimétrica exactitud sobre el troquel del mercado que la demanda, tengo claro que me gustó, por ejemplo, Soldados de Salamina, sin pensar si era una pieza de un plan maestro de reconciliación: y me han gustado algunas otras cosas de las que no pienso arrepentirme.
Algo que me pone nervioso : como se urde esa teoría sin identificar claramente a sus mayores responsables, al margen del poderío de grupos editoriales capaces, con sus altavoces, de silenciar cualquier voz disidente.
Y un último detalle: somos ciudadanos, o votantes, o lo que sea, que hemos dejado que esa desidia nos adormezca sin apenas reaccionar (porque no sé si el 15M o este algo ingenuo libro pueden catalogarse como reacciones). Como los políticos, a ver si va a resultar que cada país tiene la cultura que se merece.
El gran hándicap del libro: demasiadas páginas incidiendo una y otra vez en este tema sin alcanzar grandes conclusiones de relumbrón. Que si Almodóvar se convierte en el cineasta de referencia, que si la gran novela esquiva la cuestión de la Guerra Civil, una velada crítica a Cercas, que me produce algún rechazo pues no veo a Cercas un escritor adocenado, y mucha insistencia en el mismo sentido, sin llegar a concretar qué alternativas se concretaban aunque fuese en meros intentos. La cuestión de los grandes grupos editoriales y culturales actuando siempre de manera monolítica para promover sus star-system particulares: el tema de Ignacio Echevarría y su varapalo a la novela de Atxaga (ni pajolera idea que tenía yo de este asunto, y resulta que lo encuentro de lo más interesante del libro). Pero, como en el otro ensayo, me canso de ensayo y ensayo sobre lo mismo: de párrafos y párrafos de aburrida confección de la estructura del proceso de ese entramado. Que, por cierto, me genera ciertas suspicacias cuando veo la relación con la cuestión del 15-M. No sé por qué, por pura intuición. Cuando uno espera del 15-M que se saque el sueño de las orejas, que actúe con contundencia y determinación, resulta que lo más sólido que aportan es este ensayo disperso, editado bajo licencia Creative Commons y a la venta por 5 asequibles euritos (justo, justo, el precio por el que se despachaba Indignaos de Stèphane Hessel). Donde el máximo pataleo unitario (aparte de la constante mención al concepto CT, juguete con el que se acaban poniendo pesados) es el reproche del silencio otorgado oficialmente a algunos de los grupos del rock radikal vasco. Donde constato que lo mío es la ficción, y no esos prolongados artículos repletos de conceptos desarrollados y abstracción encaminada al convencimiento. Porque, igual que tengo claro que el panorama cultural es mayoritariamente desastroso, con escena cultural recortada y solapada con milimétrica exactitud sobre el troquel del mercado que la demanda, tengo claro que me gustó, por ejemplo, Soldados de Salamina, sin pensar si era una pieza de un plan maestro de reconciliación: y me han gustado algunas otras cosas de las que no pienso arrepentirme.
Algo que me pone nervioso : como se urde esa teoría sin identificar claramente a sus mayores responsables, al margen del poderío de grupos editoriales capaces, con sus altavoces, de silenciar cualquier voz disidente.
Y un último detalle: somos ciudadanos, o votantes, o lo que sea, que hemos dejado que esa desidia nos adormezca sin apenas reaccionar (porque no sé si el 15M o este algo ingenuo libro pueden catalogarse como reacciones). Como los políticos, a ver si va a resultar que cada país tiene la cultura que se merece.
Llegit!
ResponEliminaPues un mérito: debería haberlo subtitulado "Como de reseñar dos ensayos aburridos sólo puede salir un ensayo aburrido". Bienvenida o bienvenido a éste extraño microcosmos.
EliminaPor lo visto "CT..." ha ganado sin que nadie le votara. O es de los dos que de todos modos llevarías en la maleta?...como aún no has publicado la lista ganadora (y eso que lo habías prometido!, o es que aún no se cierra esa maleta?)Por mi parte no me he atrevido a votar (lo hubiese hecho por el difunto mister Toole, ideal para verano)
ResponEliminaGracias por la bienvenida, seré bienvenido entonces. Menuda frecuencia con la que publicas!
CT me inspiraba enorme curiosidad y ha pasado por delante, aunque fugazmente: no ha dejado una gran huella. La maleta aún no está cerrada y cualquier voto es sumamente bienvenido, incluso aquellos que ignorasen los candidatos pero se declarasen entusiastas a favor de cualquier otro que por casualidad tuviera.
EliminaEl tema de no desvelar mis preelecciones (la de CT ya es manifiesta) es sólo una tontería más. De hecho si mi mujer ve siete libros en mi maleta, lo contrarrestará con una maleta adicional de ropa.
Saludos ! espero verte a menudo!