Estaba algo arrepentido de haber sido particularmente agrio con algunos libros y autores. No soy yo quién para crear un nuevo género, basado en reseñar libros que no he acabado. Cómo le llamamos a eso, crítica interruptus?. Nah. Esto no sería nada serio y, aunque nada aquí me obligue a serlo, voy a hacerme el tipo responsable, voy a decir que me debo a mis lectores y, sin cursiva, que parte de la gracia es reconocer el esfuerzo de llegar hasta el final, ganarse el respeto de una crítica a una obra completa, no a una tarea inacabada. Vaya. Cuantas lecturas tiene esta frasecita.
Qué sencillo, por eso, decirlo con libros pululando en mis montones como Burlando a la Parca de Josh Bazell. Cómo vuelan las páginas, cómo se avanza en su lectura, a toda velocidad. Por su trama, precisa, interesante, entretenida. Por su estilo, directo, ágil, con esos parones en la cuestión médica técnica (que no se hacen pesados, que contienen lo justo y preciso, sin la ampulosidad de los que, por ejemplo, incluía McEwan en Sábado), que no hacen sino acrecentar el interés. Un interés que a veces puede ser morboso o truculento, claro, hablamos de una novela rabiosamente actual, de una especie de guión abierto que uno puede proyectar en cine, en serie, en cómic. Con su mensaje de fondo al funcionamiento de los hospitales en Estados Unidos. Ésta es literatura moderna que ya ha soltado lastres: no hay cursilería, no hay sutilezas, no hay descripciones detalladas (otro tiro a McEwan, van dos). Donde no debe haberlas, claro. Habiendo mencionado ya dos veces a McEwan, rematemos la faena: Bazell escribiría Chesil Beach en media servilleta en la cafetería, mientras espera que le traigan el segundo sobre de azúcar para su café americano. Aquí las cosas pasan a toda leche. En un lapso temporal corto, intenso, sin margen de error, sin tanteo de alternativas. Sangre, huesos, crímenes que parecen casuales o gratuitos, pero no lo son. Leí este libro por recomendación de www.deborahlibros.com y por el mínimo empujón ( o sea, medio soplido de lado) que me requiere leer cualquier cosa que publique Anagrama (de momento, aún es así). Los lugares comunes de otras reseñas mencionaban montones de referencias gráficas: Tarantino, la serie House, la serie The Sopranos. Yo añadiría alguna más literaria. Diría que me ha recordado El poder del perro, en algún punto extraño, aunque este es menos extenso y ambicioso y está mejor escrito: más estructurado. Josh Bazell es un escritor de unos 40 años, también licenciado en Medicina (circunstancia más que patente en el libro), y que se fotografía, en la solapa, que poca información aporta, junto a su perro. Habrá que estar atentos a ver qué más hace este hombre.
Francesc Bon, me había olvidado cuanto me gustan sus reseñas.
ResponEliminaGracias, Quién. Curioso lo fácil que es reseñar buenos o malos libros.
EliminaVamos, que te ha gustado. Uuuf, menos mal... :)Yo tengo pendiente el Poder del perro, ¿lo recomiendas?
ResponEliminaYa sabes cual te recomiendo, y ya lo tienes, y son dos horitas. Azul, con un águila en la portada.
EliminaEl poder del perro: trepidante, mal traducido, algo largo, pero emocionante, un poquitín demasiado best-seller, pero sí me tengo que inclinar, lo recomiendo. La reseña está por aquí con la etiqueta Don Winslow.
Gracias, DeboraHHhH...
Je je