dilluns, 2 d’abril del 2012

LO FRATRICIDA

Se llama Sheldon. Nadie se preocupa de los vicios de la ludopatía cuando hay tanta pasta de por medio.
Empecé a leer un libro de Heinrich Böll, por una reseña de John Self. La primera copia que encontré en el eficiente sistema bibliotecario de Barcelona (indudablemente una provechosa herencia de los gobiernos de izquierdas que tuvo la ciudad), era en catalán.
El libro se llama Billar a las nueve y media. En catalán, Billar a dos quarts de deu. No sé como se titula en alemán (quizás Talita podría asistirme), pero uno podría empezar a urdir una teoría retorcidísima atendiendo sólo a una diferencia tan insignificante. Que en castellano se piensa en las horas que se han pasado y en catalán ya se piensa en la que en ese momento se está viviendo. Que eso es mirar al futuro. Y se establecería una teoría de lo simbólico y trascendente que hay detrás de esa nimiedad. O del hecho que las fiestas de la ciudad no la paralicen. Uno se lanzaría por ese terraplén lleno de lodo, y al final del cual hay un montón de estiércol, no, llamémoslo claro, de mierda, que es el único nombre que merecería ese punto final al que se abocan la mayoría de los conflictos. Guerra y destrucción que no lleva a ninguna parte, todos estamos de acuerdo. No, no todos, porque hay quien intuye tras las guerras, nuevos despertares y resurgimientos heroicos y renacimientos de las cenizas. No de cenizas humeantes. De cenizas secas y dispersas, o húmedas, qué digo húmedas: mojadas y chopas y convertidas en una masa inerte e informe. De la cual nacerían poderosas sociedades y naciones y razas de las que escribir y hablar por siglos venideros. Curioso: tras este libro de Böll, mi programación de lecturas incluye, inmediatamente, dos libros de temática bélica : Los pichiciegos de Fogwill, y La comedia humana de Saroyan.

Autoridades de Catalunya y autoridades de Madrid pugnan estos días por obtener los favores del conglomerado empresarial que va a promover Eurovegas (nombre del que han renegado, pero al cual parecen irremisiblemente destinados). Se han presentado con sus respectivos portafolios repletos de planes A y planes B y planes de las letras que hagan falta con tal de resultar favorecidos por la inversión. También con números de teléfono a los que recurrir si hay que hacer una última promesa completamente fuera del programa inicial. En una concurrencia que será, si las cifras son ciertas, una lucha sin cuartel. Dónde catalanes y madrileños empezarán, amablemente, poniendo énfasis en sus cualidades y virtudes y, cuando constaten que ello no sea suficiente, abandonando toda corrección para acabar echando a su oponente, que pasará por todos los matices de la palabra hasta alcanzar el concepto de enemigo irreconciliable, a los leones. Los catalanes diremos que Madrid  no tiene proximidad al mar y al benévolo clima costero mediterráneo. Que Barcelona es una ciudad cosmopolita que ya ha organizado eventos de alcance global. Los madrileños dirán que Catalunya sostiene un conflicto por cuestiones lingüisticas y de identidad que acabará repercutiendo en la estabilidad de la zona: una estabilidad que es tan necesaria para el buen discurrir de los negocios prósperos. Les dirán que Barcelona ha salido en todas las portadas por los disturbios del 29 de marzo. Que si quieren exponer el destino de sus inversiones a la posibilidad de que los vándalos elijan Eurovegas para focalizar su enfermizo descontento. El fair play quedará pulverizado en cuanto las cosas se compliquen. Vaya que sí. Luego, elegido un ganador (que habrá cedido lo indecible: nada mejor para los norteamericanos que la visceralización de esta rivalidad), éste se mostrará respetuoso y generoso con el vencido: dirá que aunque la pugna la haya ganado A, esto beneficiará a todos, por supuesto incluido B. 
Los políticos que han abanderado las iniciativas darán ruedas de prensa. Lidiarán con el escepticismo generalizado ante las decisiones tomadas, los motivos por los que se tomaron, la falta de alternativas y, en general, el sentimiento de cul de sac al que llega una sociedad cuando la situación económica acucia. Los ganadores pedirán mesura a las masas presas de la euforia. Los otros ofrecerán opciones a la depresión generalizada.
Los dos bandos acabarán dándose la mano. Hasta la próxima batalla.




4 comentaris:

  1. Guanyarà qui la tingui més llarga!! que en aquest cas serà madrid que es qui primer s'ha abaixat els pantalons!!!

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    1. Ja han guanyat els americans que han conseguit que es facin els 100 metres de genolls.
      Gràcies per llegir-me. A veure si t'engresques a escriure més sovint !!

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    2. "Billard um halbzehn"--> siendo halb "media" y zehn "diez". Increíblemente confuso, aunque no más que el catalán (dos quarts de deu? dos cuartos para la diez tal vez?).

      Y qué querés que te diga, después de casi 10 años viviendo en Madrid... yo me quedo con Barcelona. Dicho está.
      Abrazo!

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    3. Decimos que son dos cuartas partes de la décima hora del día... en fín... o sea, las diez menos cuarto son tres quarts de deu... sí, sencillo no es... pues a veces contamos los medios cuartos y todo...

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