Ya lo voy comprendiendo. Todo el mundo es tímido, o inseguro, o ambas cosas. Meterse en discusiones no nos va, a no ser que tengamos garantía de salir vencedores. Puto país de bandos antagónicos. Yo sé más que tú, yo gano la apuesta. Si ganar la apuesta acarrea tu completa destrucción, mejor que mejor. Es por eso que la gente no comenta. No quiere meterse en berenjenales de los que no sabe cómo salir. Puto país de cobardes que guerrean sin saber el motivo. Cómo osamos pensar algunos que acabaremos algún día con ésto. A veces hay que repartir cuatro hostias para imponer la no violencia. Demasiadas veces le damos la razón a aquello de si quieres la paz prepárate para la guerra. Pobre Gandhi, que hubiese venido a Barcelona. Igual le hubiera gustado el fútbol. Pobre Eric Abidal, aunque quizás tenga más suerte que Roberto Bolaño, pues ese otro hígado nunca llegó. Empecé enfadado, en este mundo donde triunfa y se reivindica lo tibio y lo moderado, ¿digo lo gris?, sí, lo digo, ¿digo el centro político, ese espacio maduro que todos los políticos quieren ocupar con tal de ampliar su espectro?. También. Joder con la moderación (y con las palabrotas que acumulo en este post). Joder (otra vez) con la uniformidad y el pretender imponer la armonía a toda costa. Mucha gente no quiere la armonía porque no le conviene, es que no lo véis?. No sabéis aquello de a río revuelto...?
Por eso lo de pretender unificar el sistema educativo. Como hace décadas, todo el mundo con El cantar del mío Cid, todo el mundo con Don Quijote.
Pues lo digo: no fui capaz de acabar, qué digo de acabar, no llegué a la página 50 del Quijote.
Ni había leído nada de García Márquez, y ahora Mr. Blue me ha convencido, sin empujar ni insistir, generación espontánea, ha hecho que me pregunte pero cómo?. Y tras la pregunta vino la respuesta. Leer El coronel no tiene quien le escriba. Libro corto, cómodo, apenas 90 páginas cuando un manual de instrucciones de un teléfono móvil tiene más de 200. Contra lo que pensaba, no me tensé en exceso, no me planteé ninguna liturgia previa a mi primera lectura de un autor tan influyente. Cuando muchos me han hablado de hasta cuatro, cinco lecturas de una de sus obras más célebres, Cien años de soledad, que, irremisiblemente, tendré que leer algún día.
Porque me ha gustado bastante El coronel no tiene quien le escriba. A la tercera o cuarta frase, con el agua de la cafetera vertiéndose sobre el suelo de tierra, y la cucharilla hurgando inútilmente en el bote del café, García Márquez ya había grabado una fotografía en mi cabeza. Ineludiblemente pensé en libros como los de Pérez Galdós, con su descripción de la miseria y la desesperación, sólo que dónde Pérez Galdós era hispánicamente desesperado, García Márquez acaba siendo colombianamente ensoñador. Sin menciones, sin necesidad de parones en la trama que expliquen cómo se alcanza la situación, sabemos lo que pasa. La censura, el toque de queda, el sobre clandestino, las depuraciones políticas, el silencio administrativo. Todo está claro a través de diálogos. Sabido como es que no hay mejor manera de conocer una sociedad que vivir en ella, García Márquez nos sienta en una silla de una cocina donde nada se cocina y de un comedor donde nada se come. Nos pone ahí y nos rodea de personajes inertes, pero que hablan. De personajes a los que las fuerzas ya sólo les llegan para un único esfuerzo y para una única obsesión. Al día. Terriblemente crudo y terriblemente realista, pocos libros pueden presumir de que ni una de sus palabras no contenga, al menos, un mensaje.
Y el libro acaba así.
Mierda.
París, 1957.
Por eso lo de pretender unificar el sistema educativo. Como hace décadas, todo el mundo con El cantar del mío Cid, todo el mundo con Don Quijote.
Pues lo digo: no fui capaz de acabar, qué digo de acabar, no llegué a la página 50 del Quijote.
Ni había leído nada de García Márquez, y ahora Mr. Blue me ha convencido, sin empujar ni insistir, generación espontánea, ha hecho que me pregunte pero cómo?. Y tras la pregunta vino la respuesta. Leer El coronel no tiene quien le escriba. Libro corto, cómodo, apenas 90 páginas cuando un manual de instrucciones de un teléfono móvil tiene más de 200. Contra lo que pensaba, no me tensé en exceso, no me planteé ninguna liturgia previa a mi primera lectura de un autor tan influyente. Cuando muchos me han hablado de hasta cuatro, cinco lecturas de una de sus obras más célebres, Cien años de soledad, que, irremisiblemente, tendré que leer algún día.
Porque me ha gustado bastante El coronel no tiene quien le escriba. A la tercera o cuarta frase, con el agua de la cafetera vertiéndose sobre el suelo de tierra, y la cucharilla hurgando inútilmente en el bote del café, García Márquez ya había grabado una fotografía en mi cabeza. Ineludiblemente pensé en libros como los de Pérez Galdós, con su descripción de la miseria y la desesperación, sólo que dónde Pérez Galdós era hispánicamente desesperado, García Márquez acaba siendo colombianamente ensoñador. Sin menciones, sin necesidad de parones en la trama que expliquen cómo se alcanza la situación, sabemos lo que pasa. La censura, el toque de queda, el sobre clandestino, las depuraciones políticas, el silencio administrativo. Todo está claro a través de diálogos. Sabido como es que no hay mejor manera de conocer una sociedad que vivir en ella, García Márquez nos sienta en una silla de una cocina donde nada se cocina y de un comedor donde nada se come. Nos pone ahí y nos rodea de personajes inertes, pero que hablan. De personajes a los que las fuerzas ya sólo les llegan para un único esfuerzo y para una única obsesión. Al día. Terriblemente crudo y terriblemente realista, pocos libros pueden presumir de que ni una de sus palabras no contenga, al menos, un mensaje.
Y el libro acaba así.
Mierda.
París, 1957.
Sin duda, "El coronel no tiene quien le escriba" es una muestra del hacer literario de Gabo. La esperanza no se pierde aunque en la despensa (y también en el bolsillo) haya lo justo para darle de comer al gallo. Un gran ejemplo de cómo a través de contar lo justo y, con las medidas palabras, se es capaz de transmitir tanta emoción y reflexión. "Crónica de una muerte anunciada" también es digna de su lectura.
ResponEliminaGracias por leer y por comentar !!
EliminaSí, me ha parecido un libro magnífico. Cómo uno puede viajar en apenas una hora y volver, algo diferente a cómo se fue.
A pesar de todo, el culpable de todo sigue siendo Roberto Bolaño.
Y ya os contesté a vuestra propuesta (con un CLARO QUE SI, por si hubiera dudas).
Francesc! Lo has logrado, he vencido a la "estridencia". Me mandas un mail y te doy algunas impresiones sobre el tema estético? quienpereira@gmail.com
ResponEliminaPor cierto, buen post, no he leído prácticamente nada de Gabo y realmente no es de mis favoritos pero quizás tengas razón y haya que leerlo en algún momento. De cualquier manera, me quedo con la primer parte del texto, despotricando y sin moderación.
Abrazo!
Hecho. En todo caso, gracias por superar ese misterio estético, y leerme. Gabo me cae generacionalmente distante. Pero hay que aceptar cuando uno escribe bién. Esta es mi filosofía resumida respecto a la literatura.
EliminaBolaño es oro.
Cela es mierda.
6 palabras, no más.
Hola Francesc!He leído algunos libros de García Márquez y el que más me ha impresionado es "El amor en los tiempos del cólera" Durante muchos años me pareció la más bella historia de amor que había leído hasta entonces. Un amor a través de años y rodeada de ese mundo especial que hace nacer Gabo en las páginas de sus libros. Pero dije "me pareció" en pasado.
ResponEliminaPorque no recuerdo como llegó Fernando del Paso a mi vida. "Palinuro de México" es un estudiante de medicina que a raíz de su aversión a la sangre no puede terminar sus estudios. Se enamora de su prima Estefanía. Es una historia de amor monumental, con un final trágico, como la vida, según la veo yo mismo. En estos días comenzaré a releerla por tercera vez. Nunca un libro me inspiró tanto y me dio tantas lágrimas como risas. Es uno de esos libros donde sientes que parte de vos mismo anda por las páginas. Nunca he visto como en Palinuro una descripción de la vida y la muerte con tanta maestría, amor realidad y poesía.
No suelo recomendar libros, pero esta novela Francesc, es increíble.
Dificil de conseguir. Pero no imposible.
¿Sabés por quién alentaré en la final de la Copa del Rey, no?
Abrazo
Gracias por leer y comentar !!
EliminaBuscaré el libro, a mí no se me resisten los libros así como así. El sistema bibliotecario, chaval !!
De todas maneras tengo un montón de pendientes.
Recomendarte encarecidamente que leas Estrella distante de Roberto Bolaño. Apenas dos horas que te dejan en éxtasis.
No sé con quién irás, pero el Athletic es un club amigo, ya verás como la final es un partido disputado pero con nobleza y cero incidentes. Pero sigo sin saber con quien vas en la Champions.
Hola, Francesc!
ResponEliminaDejame contarte lo que me pasó con "Cien años de soledad", hace ya demasiados años. (Me abstengo de precisar cuántos, para nocaerte -también yo- generacionalmente distante).
Lo compré, lo leí casi por completo, y cuando me faltaban unas veinte o treinta páginas... me lo robaron. Así como suena: en un bar, me distraje (había excelentes motivos), y, de pronto, el libro ya no estaba allí. Volví a comprarlo, pero no de inmediato; dejé pasar unos días. En realidad, fue mi economía la que dejó pasar esos días, los suficientes para perder ese "régimen de lectura" que le da continuidad a cualquier cosa que uno lea: desde un manual de instrucciones hasta un Nobel de Literatura.
Comencé de nuevo desde el principio, entonces. Creo que fue allí cuando decidí (las cosas que uno decide, cuando sus años son pocos...) que yo sería "Cien años...", cuando la pesadilla bradburiana se hiciera realidad. Y llegué a aprender las tres primeras páginas, antes de dedicarme con igual fervor a alguna otra forma de demencia juvenil. (Aún hoy recuerdo los primeros párrafos…)
El término “revisitar” no se había inventado aún; los tilingos tenían otros para demostrar que lo eran. Pero ahí estaba yo, revisitando, antes de haber concluido la primera visita. Maravillado al pasar nuevamente por aquellos sitios que ya me habían maravillado no mucho antes. Y maravillándome, además, por la renovada maravilla.
Había transcurrido, como te contaba, algún tiempo desde que perdí aquel primer ejemplar, aunque no tanto como para haber olvidado el exacto punto de la historia en que debí dejar de leerlo. Cuando iba llegando de nuevo hasta allí, me descubrí invadido por un par de poderosas, tremendas sensaciones contradictorias: por un lado, la expectativa ante el hecho –cada vez más inminente- de dar lo que iba a ser mi primer paso más allá de aquel límite involuntario que había padecido; de leer por primera vez (ya no más por segunda) las palabras finales de aquella obra increíble. Pero por otro, una especie de tristeza… vecina de la angustia. No exagero, y tampoco volvió a pasarme de nuevo, con ningún otro libro: a medida que las hojas sostenidas por los dedos de mi mano derecha iban siendo menos y menos, crecía la idea de que no quería (no-que-rí-a) que ese libro tuviera –otra vez- que dejar de ser leído, y esta vez por una razón más implacable todavía: la de haber llegado hasta su última palabra.
Sé que cada experiencia lectora es irreversiblemente intransferible. Sé que no tiene por qué ocurrirte lo mismo, y ni siquiera algo parecido. Pero te ha gustado “El coronel…”… que resulta ser, de toda la obra de GGM, la que más me gustó, después de “Cien años…”. Porái coincidimos, también con esta última. Ojalá; es mi mejor deseo hacia el vos-lector.
……………
Me he permitido algunos argentinismos (dejame, porái, vos) para darte alguna pista acerca de desde dónde te llega este comentario.
Y como soy una especie de semianalfabeto informático, ignoro si mi nombre aparecerá en él; probablemente seré “Anónimo”. Te cuento, entonces, que soy el culé argento ateo y puteador que se cruzó con vos en el blog de Orsai, Horoche de Barilacio.
Tengo mucho más para comentarte, acerca del Barça. Pero quizá no sea éste el espacio adecuado.
Mi dirección de @ es horacio.aragona@gmail.com . Está a tu disposición, amigo.
Un gran abrazo azulgrana (mi querido y devaluado San Lorenzo, de aquí, comparte esos colores… pero está peleando por escapar del descenso. Mi única alegría futbolera está en Catalunya…)
Horacio: no es que dude a menudo, y menos últimamente, sobre el sentido de la agradable pero dura tarea de escribir casi diariamente. Pero recibir comentarios como el tuyo lo pone todo patas arriba. Entusiasmo, convicción, amabilidad, ironía. Ya si encima le pones el colofón de ese amor futbolístico intercontinental, se me hace irresistible. Dice mi viejo lema lo de no estar quieto y añadiría Y hay que ser recíproco: me veré agradablemente obligado a escribir pronto sobre ese soberbio comentario, y lo que me dió de pensar cuando lo ví, esta mañana, a las 06:00 AM (mi hijo tenía partido hoy). A ver lo que sale, a ver si está a la altura.
EliminaLlegué, del más reciente hasta el último, dónde dejé estos días en que no tuve conección. Ya entendí lo de Horacio, já!
ResponEliminaQué bien, Francesc, que hayas leído "El Coronel..." (yo no la tengo, aun) en "Cien años de soledad" verás (si la lees) un reflejo, copia, o gemelo malvado de cada uno de los personajes que Gabo ha creado. Lo último que lepi de GGM es "Crónica de una muerte anunciada" y "Memoria de mis putas tristes", la cuál me agradó más a nivel emocional y la primera que menciono, me agradó como texto, estructura, narración. Dos buenos libros, que le dan vida al nombre de Gabo más allá de su obra máxima, como llaman, muchos, a Cien años...
Bién, ya has visto los jueguecitos que nos acabamos montando. Gracias por tu paciencia de leérselo todo, tienes mérito y paciencia.
Elimina