Estoy de acuerdo en que identificar Catalunya y el Barça es una exageración en toda regla. Lo corrobora mucha gente a la que el fútbol le da igual. Gente a la que intento hacer por compensar, y equilibrar la media, pues a mí me gusta mucho el fútbol. Aunque sepa que lo acompaña cierta parafernalia que acaba empachando, no puedo negarlo. Lo echo de menos cuando hay parones, me coge esa sensación, cuando acaba un partido particularmente emocionante, como de cuánto hay que esperar hasta el próximo y qué largo se hace. Me deprime (pero voy camino de olvidar esa sensación), cuando quedamos fuera de una competición y tengo que saber que juegan otros equipos y nosotros ya no. La pequeña parcela en que lo veo desde dentro (el fútbol base) me resulta sumamente fascinante. A pesar de los madrugones y de los pesados que comparan los equipos de fútbol siete con estructuras empresarialess cuando yo los veo más bien como bandas de rock algo cargadas de personal (estilo Arcade Fire, vamos).
Que el Barça no encarna precisamente unos valores que acabamos identificando con toda Catalunya?. Que se lo expliquen a los de la Damm, que empalman uno tras otro anuncios por todo lo alto con el Barça en el centro de todos los focos. Nadie, o nadie demasiado relevante, se alza en armas para ordenar que se boicotee a la marca por su excesiva asimilación del cuatrinomio fútbol/Barça/Catalunya/cerveza. Lo único que puede empañar un poco esto, tal como comenté en un post de John Self, relacionado con Pa negre, es que esa oficialidad, ese pensamiento en masa, a veces es proclive a generar rechazo. Hay quien reacciona cuando se siente abrumado.
Así que, y más tras lo de ayer, Guardiola es esa especie de héroe nacional cuyos actos más banales son tomados como referencias y analizados con perspicacia. Desde las corbatas estrechas hasta los conciertos a los que asiste. Desde sus libros hasta las frases de sus frecuentes ruedas de prensa. Es nuestro Obama, no el de ahora, encanecido y denostado. El Obama de la toma de posesión, antes de caer cautivo de fondos de inversión y la cruel dinámica de los mercados. Obama, no Guardiola.
Como una Elsa Pataky cualquiera, incluso encabeza listas de hombres más deseados. Catalán, alopécico, poco atlético. No volverá a repetirse. Seguro.
Guardiola cumplió ayer 41 años. Abidal marcó ante el Madrid.
Jamás concede entrevistas. Los de www.365d365e.com tuvieron que inventarse una el día de los Inocentes. Bién hecho, pero no sois los primeros. Otros inventan entrevistas, chavales.
Le perjudicó, en sus últimas épocas como jugador, revelar su sensibilidad, su condición de lector, su inquietud por la cultura. Entiendo a Martí-Pol. No entiendo lo de Los puentes de Madison. A mí me gustaría hacerle una entrevista. Lo digo desde aquí, por si me lee. A mí y a cualquiera, no te jode. No hablaríamos de fútbol, por eso, ni de futbolistas como Bojan, Eto'o o Ibrahimovic. Ni de Pepe ni del PP. La haríamos sentados en dos bancos en una de esas plazas duras, con la gente tan lejos que ni pudieran reconocerle. En un día nublado. Le preguntaría acerca de libros y discos y películas que le han impresionado, y los motivos. De cómo emplea su tiempo libre. De su familia. Dije en el pobre texto con que introduje, hace mucho ya, este blog que manifestar nuestros gustos nos ayudaría a conocernos. Seguro que los gustos de Guardiola acabarían diciendo más sobre su fútbol que cinco preguntas sobre el 3-4-3 y el doble pivote, o el rombo.
Pensándolo mejor, hace bien en no conceder entrevistas. Tanta gente (mucha en puestos donde mandan más de lo que se merecen) está ávida de interpretar cualquiera de sus palabras, cualquiera de sus silencios, en la clave que les sea más favorable a sus intereses, por perversos que estos sean. De apropiarse indebidamente de cualquier miga que deje sobre la mesa.
En el fondo, se ahorra disgustos.
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