dimecres, 21 de desembre del 2011

DISPAROS DESDE LO ALTO DEL CAMPANARIO

Bloggers del mundo, uníos !! No somos capaces, uno a uno, de matar una mosca, pero a ver quien se atreve contra nosotros si decidimos unir nuestras fuerzas. El proceso es fácil: todos debemos comentar cada día los posts de los blogs que visitamos, todos, y cada día. Comentarios escuetos, o largos, o torrenciales, pero de alguna manera, que serán respondidos pues quien reciba un comentario debe contestarlo o hacer referencia, y esa será una telaraña que atrapará nuevos acólitos, y todos nos demostraremos respeto mutuo, por el hecho de observar y comentar el trabajo de los demás, y de aportarle nuestro parecer. 
O puede que nos pase lo que a Lucía Etxebarría, a la que lo de comentar públicamente su decisión le ha costado un serio disgusto pues, amparados en el anonimato, ha recibido comentarios y reacciones de lo más agresivo. Analizo lo que dije ayer de ella y no lo veo insultante. No es de mi estilo y se recrea excesivamente en temas de cierto perfil. Quizás le sugeriría que investigase el proceso que le lleva de ganar un premio Planeta a no sacar más de 18000 euros en tres años por su último libro, si eso tiene algo que ver con la calidad de su obra, o con el interés que suscita, tal pérdida de lectores. Si más que quejarse de que muchos han descargado su libro no es más conveniente intentar averiguar si a esos muchos les ha gustado hasta el punto de pagar por él. Porque ciertas recriminaciones hablan de escribir (o de componer, o de pintar) como gestos altruístas, a cambio de los cuales es casi indecente esperar una retribución (pero legítimo recogerla cuando te la entregan). Una vez más, me faltan piezas en el puzzle. Si alguien más docto puede pronunciarse, lo agradecería.
Guardiola decide que ciertos jugadores que han ganado un mundial de clubes con tal superioridad y gusto estético (ergo: objetivo cumplido), merecen unas vacaciones, especialmente aquellos que deben acometer largos viajes en avión para regresar a sus países de origen. Que un club de fútbol no es ni una empresa ni una institución pública es bastante obvio. Pero que, una vez cumplido un objetivo, uno puede descansar o hacer lo que le plazca, es algo justo y loable. La cultura del esfuerzo entroniza aspectos que me parecen estúpidos. En el intercambio que es, en esta sociedad mercantilizada, una relación laboral, los límites deben establecerse claramente. Creo que muchos de los errores que se cometen parten de no cumplir esta premisa. Qué debo hacer, y de cuanto tiempo dispongo para conseguirlo. Si lo encuentro razonable lo hago. Si me sobra tiempo, tú tienes tu objetivo. Puedo quedarme en la oficina perdiendo el tiempo o puedes decirme que vaya a casa. Si lo haces, mañana puede que vuelva más contento y motivado, y piense en como cumplir mi próximo objetivo más rápidamente. Si te das cuenta que me exiges poco, puede que me exijas más en el futuro. Entonces hablaremos de las nuevas condiciones y, si las aceptamos los dos, estaremos otro tiempo con ellas. 
El modelo de Guardiola es loado unánimemente (salvo por los de siempre), pero nadie se aplica al cuento.
Todo lo contrario, el nuevo presidente no hace más que exponer tristes panoramas, no hace más que emplear la palabra todos y la palabra unidad, no hace más que buscar las cosquillas a Amaiur (con una nutrida representación parlamentaria producto del más transparente ejercicio de voto), de mostrarles poco o nulo respeto (Juancarlitros más de lo mismo), en fín, corto y pego una opinión absolutamente centrada que leo por ahí.

Si no tuviera una familia extremadamente catalana, volvería a vivir a Argentina ahora mismo. No me había pasado nunca en estos once años de vivir afuera. Pero resulta que ahora el contraste es inmenso. España se prepara para cuatro años horribles (no hablo de crisis económica, sino de aburrimiento monumental, de ausencia de ideas, de gente con corbata tomando decisiones en todas partes) y Argentina en cambio está explotando de pibes con los ojos brillosos.


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