dimecres, 5 d’octubre del 2011

2552 PAGINAS Y LA DEMAGOGIA

A qué me enfrento ?
Seis libros prestados de la biblioteca están pacientemente haciendo cola. Guardan esa cola sobre la mesita, en un estante, ahora sobre la mesa, pues he contado el total de sus páginas, las he sumado para hacerme una idea de lo que está por delante. 2552, sumadas de cabeza, pues ya se sabe que no necesito calculadora, aún. Por uno u otro motivo no renunciaré ni a una sola página de ninguno de ellos. Atendiendo a ciertos cálculos, unas 42 horas y media serían suficientes para acometer su lectura, así, de una tirada, el viernes sobre las tres de la madrugada, con unos cuantos cafés, podría acabar, y ya estaría. Podría ir por fín a por el libro de Capote que 6Q no deja de recomendarme, leer el Coetzee que despierta mi curiosidad. Pero antes debo resolver un problema.
Leo apenas cuatro o cinco páginas de La ciudad de los prodigios y esa despampanante riqueza literaria es suficiente para horas y horas de memoria y placer. Ese maldito libro hace que todos los cálculos salten por los aires, fallo más en las previsiones que el FMI. Sé que puedo tardar dos meses en acabarlo a este absurdo ritmo. Y por qué no voy más de prisa ?. Mi única respuesta posible es casi avergonzante. Estoy enamorado del objeto, de ese libro, del ejemplar de la biblioteca que estoy leyendo yo por primera vez, porque sé reconocer un libro nuevo y ese lo es. Sé que acabaré un día, averiguaré la causa de la muerte de Boy Staunton y en qué consiste la intervención de Paul Dempster/Magnus Eisengrim, lo haré tras más de 1000 páginas (cuento toda la trilogía de Deptford, magnífica) de placer rayano con el éxtasis. Volveré a la biblioteca y entregaré el libro y seguramente ese día su portada encabece un post plagado de emoción y entusiasmo, un panegírico que aspire a reflejar su grandeza pero que no lo haga por la vía de adjetivos y adjetivos acabados en ísimo, sino con esa precisión matemática de decir lo justo, pues la próxima frase ha de decir algo nuevo como la anterior. Lo hago sin querer, eso de homenajear con el estilo cuando un libro entra hasta el fondo. Ayer me decía Gustau de Cercles que no le llegaban libros de ese autor. Quién puede desprenderse del libros así ??

John Self, más gráfico, más poético,más esquemático, publica de vez en cuando en su excelente blog johnself.blogspot.com selecciones de música que uno puede disfrutar si accede a los links y se toma la molestia de meter en un CD, o guardar en el disco duro. La última, no titulada como Tardor, me pareció un pelo arisca al principio, pues uno echa en falta los teclados, y sólo suena algún Hammond, algún Farfisa, pero la base son guitarras, pocas de ellas agresivas pero guitarras. Ahora me parece más británica, pero son tres escuchas, y descubrir matices es una de las excitantes emociones de oír música seleccionada por otros. Y Barry Adamson me gusta mucho, pero ese tema no acaba de encajar ahí.
John también es una buena referencia a la hora de buscar otras cosas en la red. Ví que visita una página llamada jotdown.com. Se trata de una publicación cultural, entiendo que más o menos ambiciosa, atractiva visualmente, y con colaboraciones interesantes.
Con el mayor de los prejuicios provincianos de este peligroso activista catalán que soy, pienso, pero no compruebo, si la redacción central de Jotdown está en Madrid. Pero antes que inicie mi indagación llama (poderosamente, palabra que parece cosida a llama) mi atención una entrevista a Mario Conde. Como siempre que uno se pregunta qué pinta uno ahí que no tiene nada que ver, leo.
No hará falta que presente a Mario Conde, claro. El extraño sentido de la fascinación/admiración de este país por los ladrones de guante blanco es digno de estudio. A pesar de que debo recordar que el dinero no se crea, cambia de manos. Si uno roba, al menos uno es robado. Mario Conde no es Robin Hood. Ver las maderas nobles de su casa, de una casa que se adivina enorme y calladamente ostentosa, en la que le entrevistan, no nos habla de una persona austera. Lleva un cinturón con sus iniciales en la hebilla. Enough said.
Y qué dice ?
Pues podría resumirlo en la palabra demagogia, que es lo de siempre, aunque barata sería una palabra que combinaría a la perfección. 
También podría mencionar hipocresía, por esa foto ligeramente escorada para mostrar una foto de su difunta esposa, a la cual parece ser que el hombre, en sus momentos de apogeo, no le era precisamente muy fiel. Para luego hablar de sexo tántrico.
No lee casi ficción, solo ensayo. Philip Roth, ahí tienes un amigo.
Ya avisó de la crisis, claro, cómo no. Y se levantaría de ese cómodo sillón (que apuesto que no vale menos de 2000 euros) para liderar el país con su enorme conocimiento financiero y económico, pero se lo hemos de pedir todos. Conmigo que no cuente. Que siga en ese púlpito que Intereconomía le facilita explicando como lo veía de claro hace veinte años y como lo solucionaría.
Curioso, Ruiz Mateos, De la Rosa, y el amigo, ahora accesible, Mario Conde, todos cortados por el mismo patrón de megalomanía, insano ánimo por la grandeza, por crecer y crecer hasta expandir lo que sea, familia, tamaño del yate, de la casa, del avión privado.
Menciona al papa, y la perversión del sistema. Un sistema a la cúspide del cual pretendía auparse, para hacer véte a saber qué. Condenado y encarcelado (como buen megalómano habló de conspiraciones y de caza a su persona) por operaciones especulativas donde una cosa la vendía por un valor inflado artificialmente, de ingeniería contable y financiera de tan baja calaña como pingües resultados, eso sí, a corto plazo, y para el espabilado de siempre. Pero señores, en el país del morbo estos personajes siempre encuentran público que les aplauda y les jalee,
Mejor leedlo y ya véis.

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