Juro por mis hijos que compro la prensa todos los días. Que la leo casi todos los días. Que, en cualquier caso, leo detenidamente varias secciones. Entonces, no acabo de entender como justo el 30 de junio me entero de que la acampada en Plaça Catalunya va a ser definitivamente desalojada, y que apenas contaba con unas 60 (residuales, sin segundas) personas, a las que les han asignado 500 agentes del orden.
Por tanto se ha acabado ya todo.
El compromiso arrancado tras la gesta consiste en disponer de una caseta en la Plaça Catalunya que pueda servir de punto de encuentro para todas las asambleas. Un poquito más que una placa conmemorativa, vamos. Yo no voy a pronunciarme, lo cual ya es suficiente pronunciación. Todo el mundo, en caso de que la tenga, a su casa. La plaza, otra vez para las palomas, que aparte de no indignarse lo peor que hacen es sus necesidades sobre las estatuas. LV se apresura a informar de la valoración de los desperfectos inflingidos, que en estas seis semanas, y para la de gente que ha habido, me parecen una auténtica ganga. No sé por qué tanto interés en esa cifra cuando en los últimos dìas no habían prestado atención alguna. Por eso me he enterado ahora. Perfecta complicidad la de los medios para silenciar incluso esa lenta decadencia, no fuese que alguien hubiese intentado hacerle el boca a boca al moribundo. Creo que mis frecuentes comentarios sobre el tema no me han ido nada bien. Puede que la gente que me lee prefiera eludir este tema social o político, o dejárselo a alguien más cualificado. Como Zapatero, el movimiento es un cadáver. Políticamente, en un estado avanzadísimo de descomposición. Qué otra conclusión se puede sacar. Cuando la gente se rebela (rebelarse origina la palabra rebelión) con la pretensión (pretensión origina la palabra pretencioso) de pasar página, en algún modo retórico y utópico, para acabar siendo ellos esa página pasada, mal. Puede que el calor empezara a apretar de verdad, puede que algunos ya empezasen a oler (sin segundas) que eso no acabaría en nada concreto. Puede que surgieran otros planes. Puede que a veces planes de lo más carnal sean más seductores que estar allí tirado. Lo cierto es que la spanish revolution se diluye con la duda de si querian conseguir algo en concreto y con la seguridad de que no lo han conseguido. Al menos Tunez y Egipto se han deshecho de dictadores. El resultado aquí es un autentico desproposito, que ya me cabrearia bastante pero que me enerva si veo el cachondeo que los medios de derechas se han llevado con el tema, desde la constante sorna en el uso de la palabra, indignados, a la caricaturización de sus seguidores. Os digo que a uno le crispa no disponer de un contundente argumento para contestarles. Llego a esta afirmación y mi cabeza no da para más : solo pienso en las horrendas corbatas de Trias. Menuda profundidad que gasto. Vaya resultado de una larga reflexión. En cualquier caso un ejemplo de lo mucho que esto me ha alejado del core business del blog. Porque al final lo mejor que me ha aportado han sido comentarios: llamarme, a mí, new journalism, mencionar a Capote: Dios, qué glorioso honor. Y John Self, que anda decidido a erigirse en influyente más que influido, regala una selección de música que sirve de banda sonora a este post. Solo los auténticos chalados por la música sabemos lo difìcil que es componer una recopilación que despues no quieras cambiar cien veces. Lo has conseguido John, pues lo más que puedo decirte, que sería una pura caricia que puede acabar arañando, es que los Fleet foxes acaban resultándome (no se me ocurre otro adjetivo) excesivamente monacales, como rodeando su música de una espiritualidad que me resulta algo cargante. Por lo demás, envidia, genuflexión por el esfuerzo que se ve ahí, a tenor de los magnificos resultados. Ya de paso, que esto es un perfecto estirón de orejas para abandonar los devaneos pseudopopulistas. A falta de otra cosa, vamos a cambiar el mundo con música.
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