Por qué hago estas cosas ??
Demorar traducir al catalán los textos de este mes de julio, que resulta prolífico, de un modo disperso, pero vamos haciendo. Tampoco me estoy aplicando en repasar tanto puntuación como acentuación. Hay concursos literarios que te echan el texto para atrás simplemente por ese motivo. No he concursado en ninguno pero he mirado las bases. Debería poner más empeño en la edición, cuando incluyo fotos y links con youtube. Y averiguar cómo coño hace John Self para incluir links sólo de audio (y evitar esos horrorosos planos fijos con la sosa portada de un disco).
Me quejo amargamente del parón, cuando me quedo en plenas vacaciones sin un libro para leer. Entonces vuelvo a casa y cojo 5 libros. Leo el primero en un día, retazos del segundo (porque es un libro de artículos y cuentos cortos, y se presta a eso), empiezo el tercero pero digo: más Barranquilla, aún no, es pronto. El cuarto es largo, y cruel, y deberá esperar. El quinto es mío, no es de la biblioteca como los otros y pertenece a una trilogía. Esperará algo más. El de Kapuscinski (invitado de última hora, por tanto sexto en discordia, con lo cual este post no da ni para un guiño a Robertson Davies) se cuela en medio de todo ese lío y se proclama, de momento, ganador de meta volante.
Lo que me da por pensar si, en el fondo, no actuamos por puros sistemas de compensación. El bipartidismo aplicado al gusto literario.
Kapuscinski, aunque haya generado su propio estilo, andaría levemente más cerca del ensayo que de la ficción. Sus personajes no son personajes, son reales y te los imaginas, no, casi los ves ahí (casi siempre pasando penurias).
Philip Roth dice que no leerá más ficción.
Ken Follett dice que los libros de Philip Roth siempre están protagonizados por viejos y que son deprimentes. No sé si establece lo segundo como consecuencia de lo primero.
Puestos, si se me plantea el dilema y he de decantarme (lo diría como Russian Red, si no me queda más remedio que elegir), antes me fío de alguien que sólo lee ficción que de quien solo lee no ficción. Porque a través del ensayo te asomas al pensamiento de quien escribe pero a través de la ficción te asomas a su creatividad, y eso es más estimulante. Podría decir que a través de la poesía accedes a sus emociones, y ahí estaría la explicación de por qué prefiero la prosa. Las emociones son demasiado incontrolables. Cuando lees ficción estás en el mundo de la fantasía del autor. Ves como esa fantasía toma cuerpo y sitúa personas en lugares, y en momentos, y hay algo ahí que no es cierto y esa mentira nos gusta más que ciertas verdades que nos rodean. Como ciertos sueños.
Soñé que estaba en un enorme estadio (creo que era el de Montjuïc) donde se celebraban cenas de empresa multitudinarias. La gente estaba sentada en grandes mesas redondas. Había una enorme celebración con montones de chicas jóvenes, me dicen que son de Aguas Font. A la mesa en la que estoy sentado se le otorga el turno de la palabra. Me toca a mí, pero no digo nada. La gente me mira, expectante, y alguien se acerca para tirarme una tarta. Antes de hacerlo, nuestras miradas se cruzan, y la mía parece contener algo que impide que lo haga.
Todo lo que alguien pueda pensar sobre cómo está el mundo puede no interesarnos, pues las opiniones son siempre sesgadas. Pero la ficción, que aún sería más sesgada pues puede contener trampas de la psique del creador, personajes que son en realidad monstruos disfrazados, casi siempre nos llevará a un lugar donde no hemos estado. Philip Roth debe haber estado ya en muchos sitios, entonces.
Esto no deja de ser una enorme incongruencia, pues desde aquí ensalzo la ficción y lo hago a través de esta larga serie de pseudoensayos. Es una trampa más, como este estilo mío que copia de aquí y de allá. Que se apoya en dos o tres grandes firmes columnas indiscutidas, para pergeñar un engaño, un enorme fraude de estilo bastardo, que debo esconder y proteger con mimo, pues ese día en que todo el mundo descubra esa verdad, estaré solo, y me quedaré solo.
De la última aparición de Pedro Marin, lo destacable fue el peinado...su calva no aparece... ¡bien por el peluquero!
ResponEliminaSí, Lydia. No lo ví, pero me lo imagino. Peluquero viene claro, de peluca, que es lo que lleva.
ResponEliminaTampoco aparece el más mínimo talento por ningún lado, cosa que ya me esperaba. Como digo, carpeta cerrada y a dedicarse a cosas más interesantes, que las hay a patadas. Y a ver si vuelves por aquí, que se te echa de menos
Me has hecho reír...juegas con ventaja la mayoría de mis testigos están muertos..ten presente que el vino con leche y huevo me lo daban hace 60 años...de los 350 que tu tienes a mi solo me queda 1 y no...puede testificar
ResponEliminaAbuso del blog de Bon para enviar un mensaje a DE MICA EN MICA, pues no consigo pegar cosas en el suyo:
ResponEliminaHola Beoda. Y además, trolera. ¿Que no te hiciste daño? Todávía estoy riendo. Quina pinya!
Por cierto. La OTRA testigo tampoco te ayudó demasiado a levantarte...
Y ahora a por Bon.
Te lo he dicho un montón de veces. Ya estás tardando. Si sumas todo lo escrito en tus entradas te da para tres libros, con lo cual quedan demostradas capacidad de trabajo e interés en infectar al mundo con tus derias. Y como mínimo tienes a una pequeña pero militante comunidad dispuesta a contagiarse. Empieza con lo que sea. Concursos de relatos cortos, narrativa o la mismísima sonrisa vertical (bueno, ese creo que ya no pita). Tírate a la piscina, hombre. ¿Qué es lo peor que te puede pasar? Absolutamente nada ¿Y lo bueno? Puede ser mucho.
No me pegues.
6Q
Lo bueno de ciertos comentarios es que acaban siendo la primera frase del siguiente post, aquella que tira de las demás. Cómo voy a pegarte, si me siento halagado !! Como mucho me pondré rojo como cuando a los niños pequeños le dices que qué guapo eres, pero Internet no da para tanto y no lo has visto. Acabaré haciéndote caso, y ojalá hubiese royalties a repartir, pero me temo que aún me harán falta un par más de empujones.
ResponEliminaYo empujo...no tengo mucha fuerza pero de algo servirá
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