En uno de mis cada vez más frecuentes ejercicios de incoherencia, tras haber prometido recopilar en un post algunos de los motivos por los que pensaba que no debía pasarme por las acampadas (mi edad, mi relativamente aburrida vida, mi cauto escepticismo hacia como puede acabar eso...), mi cabeza da un giro (retórico) de 180 grados, y busco desesperadamente el pretexto para pasar una o dos horas ahí, y, en nombre de mi blog, de mi curiosidad, abrir una ventana para asomarme ahí, abrirla en base a pasearse, observar descuidadamente y, elegir, al azar, o casi, a media docena de personas para que me expliquen cuatro cosas. Deberé darme cierta prisa, parece ser que Trias ya ha apuntado que no los quiere ahí el 11 de Junio, que creo que es la fecha prevista para su investidura como alcalde. Yo me pregunto si imponer esa fecha no es ponerle fecha de caducidad ya a esa situación, un poco como marcar un plazo en el que todos ya estarán hartitos. Seguro que hará más calor, claro. Seguro que los advenedizos, esa gente a la que solapadamente criticaba en otro post, esa masa que según ciertas personas son los que, por quedarse en casa aburriéndose, se bajan ahí a pasar el rato, puede que se hayan ido legando el testigo a una especie de minoría militante y resistente. Dejarán de llamarles indignados para llamarles exaltados, quizás con el paso de las semanas les marquen un área, lógicamente más reducida, para que se mantengan ahí. Como esas estatuas de la Rambla a las que tanta estima tiene Quim Monzó, pronto serán uno de los puntos obligatorios de parada de ciertos tours turísticos más o menos alternativos. Es sólo una hipótesis un pelo sarcástica, no espero ni deseo que pase eso, es más, si lo escribo, y sólo uno de ellos me lee, que esto sea un acicate para que no pase. Espero hacerlo, que no me venza la indolencia.
En 1988 Prince parecía ser el amo indiscutible de ese cetro de dudoso prestigio (cómo si no se explica que hoy lo ostente Lady Gaga) que es el título de rey universal del pop. Por delante de un timorato, poco productivo, y acomplejado Michael Jackson (a Prince los complejos no le faltaban, como el de ser bajito), Prince había accedido al podio en base, especialmente, a una torrencial creatividad que le había conducido a grabar discos a un ritmo prácticamente anual : 1999, Purple Rain, Parade, Sign o'the times, Lovesexy. Around the world in a day, todo parecía indicar que no pensaba desaprovechar su momento, aunque fuese a base de editar discos irregulares con canciones geniales junto a experimentos y temas de relleno. Recuerdo que, con una enorme excitación, grabé en una entrañable cinta de VHS (que sucumbió al olvido en alguna de mis posteriores mudanzas) un concierto en Dortmund, creo que en septiembre del 88, que fue retransmitido por TV. Un locutor que asistía al concierto como si fuese una conferencia sobre economía le definía, teleprompter en mano, como el primer artista del siglo XXI ( a lo mejor dijo de los 90, en cualquier caso, no encuentro el vídeo). El concierto era fantástico, promocionando su disco más reciente, Lovesexy, con espectaculares puestas en escena y versiones actualizadas y absolutamente potentes tanto de canciones del disco : espectacular una casi mística Anna Stesia, fenomenal Alphabet Street, como de sus clásicos : una acelerada versión de When you were mine es sin duda una de las razones por las que hoy escribo sobre Prince. Aún publicaría algunos discos más con una cierta repercusión, aún coleccionaría unas cuantas más de esas chicas Prince cuya influencia estética sobre la moda de cierto tipo de mujeres es incuestionable (mujeres que no tienen reparo absoluto en potenciar su atractivo sexual de la manera más obvia). Recuerdo que, paulatinamente, dejó de interesarme su obra. Una de las últimas canciones que me entusiasmó de él fue este medio tempo bluessy
Prince siguió editando discos, tuvo problemas con la discográfica, se fotografió con la palabra slave escrita en la mejilla. Sacó discos bajo nombres o signos extraños, quiso protagonizar una especie de revolución él solito, pero ese empeño también hizo mella en su inspiración. Tampoco puedo decirlo tan categóricamente : apenas he hecho por oir sus últimos discos ; para qué, sabiendo lo que iba a encontrar en ellos... baladas de alto voltaje sexual, pero aburridas y monótonas, la postura del misionero en canción, una y otra vez.... temas movidos de corte funky para bailar de manera espasmódica y pasar a otra cosa... pequeños pasajes de guitarra donde quería ser, otra vez, Jimi Hendrix, B.B. King, quien quiera que le inspirase...indigestos pasajes de jazz-funk carente de sentido y melodía y genialidad : una y otra vez, disco tras disco, año tras año.
Su último disco, hasta hoy, fue entregado de manera gratuita con un periódico en Inglaterra.
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