Recuerdo un anochecer hará unos cinco años en que me perdí en París. Barcelonés acostumbrado a orientarse en función de la situación del mar y la montaña, de noche en medio de una ciudad nevada, esos quince minutos hasta que comprendí el despiste, fueron emocionantes. No recuerdo el distrito, pero sí los coches llenos de raperos oyendo rap en francés, y lo reciente que aún estaba el tema de los incidentes en la banlieu. Simplemente bajé a un bistrot a coger algo de cena, imposible salir con el frío que hacía. Sentirse así en una ciudad que no es la tuya resulta extraño. El invento de Europa está por ver como nos va a salir... de momento si analizamos como nos enfrentamos, por ejemplo, al tema de los idiomas, resulta preocupante, por decir poco. Vale que ciertas generaciones padeciéramos la cerrazón del franquismo. Pero ayer leo en una curiosa reseña sobre ese fenómeno paranormal que es Justin Bieber (y no haré comentarios : es un menor de edad, aunque quizás mi primer comentario a bote pronto queda algo matizado tras enterarme de que se pasea por Madrid con una equipación oficial del Barça - qué fácil lo tiene quien quiera enredarme). En la reseña dos mega-fans del niño resultan ser agraciadas en un sorteo, y el premio es conocerlo : tienen 15 y 18 años. Ambas confiesan que no tienen ni idea de lo que le dirán pues no saben inglés. Creía que estábamos mejor, que internet, que los Erasmus, que el mundo global... Y dos adolescentes no saben inglés, cuando yo estaba convencido que ya era imposible a esas tiernas edades.
http://www.youtube.com/watch?v=dV5jlzShDKY&feature=related
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