dimecres, 21 de maig del 2014

APROPIACIÓN INDEBIDA

Guardemos las formas: primero voy a presentaros a la magnífica pieza de música que ha provocado que yo escriba hoy este post.


Se trata de "Preben Goes to Acapulco". Es el tercer tema en el primer álbum del músico escandinavo (soy muy perezoso, no me apetece buscar justo de qué país es) Todd Terje, titulado, er, It's album time. Es una instrumental perfecta: un mid-tempo con aires retro: elegante, funky, inspirado, emocional, vagamente planeador (ese sintetizador), con toques de Burgalat, de Barry, de Badarou, del Carl Craig usando sintes analógicos, de sonido lounge, con una suntuosa pero breve parte de cuerdas. Muy coherente con el aire de la producción previa de Terje, al que conocí vía Lindström, otro de esos músicos escandinavos (...) asociados a eso que viene a denominarse space-disco.
De hecho, en la secuencia del disco la canción viene engarzada por un tema también brillante, "Leisure Suit Preben",  este de aires más afrancesados, que aporta una cierta coherencia al conjunto. Hablamos de un álbum, hablamos de un intento de crear una especie de coherencia narrativa.


Lamentablemente, tras un inicio tan prometedor, todo se estropea. De ahí se pasa a un desvarío pretendidamente tropical (ya apuntado, por eso, al usar la palabra Acapulco en el título) que lo envía todo al traste. Sería perdonable de no acabar de joderlo todo con un movimiento aún más inexplicable: colar un cover de "Johnny and Mary" con la aportación vocal de Bryan Ferry. Lo cual me trae al nudo de este post. Sí, empiezo a estar hartito de ese socorrido recurso de los cover. Con lo que me gustaban. Pero ahora voy siendo más de la idea de que las versiones de las canciones de otros artistas o se hacen con la intención de aportarles algo o mejor restringirlas a bises inflamados en conciertos que se alargan más de lo debido. Cierto programa de cierta emisora de radio que prometí (debería decir promentí) no oir más, contiene una pequeña sección donde se muestran las versiones de canciones determinadas y dan una muestra del despropósito: versiones de clásicos pop o rock en clave bossa, en clave jazz, en clave big-band, en clave folk, en clave punk, en clave metal). O Dios. Odios. Claro que hay aportes en positivo, pero ahora me da que eso de usar una melodía célebre como base para material propio es algo demasiado sencillo. Jugar con el conocimiento más o menos inconsciente para sustituir a la escasez de ideas propias. Para mí que es muchas veces más apropiacionismo que homenaje. Claro que hay ejemplos para todos los gustos. Pero lo que ha hecho Todd Terje con la canción del difunto Robert Palmer no está bien. No para un track 5 de un disco que andaba como la seda. Joder, lo del tracklisting. Ya lo dije. Estropeó el disco enterito de AlunaGeorge: enterito. Así que disfrutemos del perverso placer culpable de ir directamente a lo que nos gusta. Las dos canciones del disco de Terje que son perfectas son las que he puesto aquí. Gracias al tracklisting, tengo la percepción de que, a partir del track 5, Terje no tiene nada más que decir. Y gracias a esto tan perverso que es la red no hay por qué pagar por todo el cerdo si nos interesa solo el jamón. Va: no es tan grave. Mucha gente no acaba libros que empieza. Qué hay de malo. He disfrutado lo que el disco podía aportarme. Para qué más. Y a todo el resto del mundo. No insistan si sus versiones no van a aportar cosas como

aire pop y ligeramente aflamencado a un clásico del tango.


emoción, drama y cierto sentido groove a un clásico del pop vocal.


10 comentaris:

  1. Cuando escribe sobre música saca lo mejor y lo peor suyo. Eso se aprecia, bastante.
    Muchas gente no acaba libros que empieza y mucha otra no empieza nunca el libro que se ha prometido leer. No tiene nada de malo, sólo el romper la promesa, nada más. Cada uno le da el valor que sea a eso. Comenzar un libro siempre es una promesa doble.

    Cuando vuelve el Francesc que respondía todos estos comentarios molestos?

    Saludos!

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    1. Gracias, Villa. Pues no sé si escribir sobre música hace que venza cualquier pudor. Hay melodías sexuales, blandas, cadavéricas, rocosas, sinuosas, curvilíneas. Lo veo tan claro que me extraña que otros no.

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  2. Olá.

    Para você, os meus sentimentos carinho.
    Meus desejos de um tempo de harmonia e contentamentos.
    Abraços.

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  3. Lo siento, escuchar a Calamaro ¿cantando? me despierta un desaforado y cataclísmico sentimiento de vergüenza ajena.
    O no: en realidad, no. No lo siento en lo más mínimo.

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    1. No! Horacio, sé que eres un especialista, pero deberías despojarte de alguna pre-concepción. Ese arranque como pop, esos coros, esa voz cargada de pasado. No soporto a Calamaro el 95% de las veces, pero creo que esa rendición es sincera y respetuosa. Pero si quieres discutir, va, discutimos.

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    2. Leída que fue tu respuesta, y luego de un breve instante de introspección, me levanté lentamente de la silla en que estaba sentado y me dirigí hacia un espejo de cuerpo entero. Frente a él, me ordené fríamente Horacio... a despojarte de pre-concepciones.
      Las primeras fueron las más sencillas, como cuando uno empieza a desvestirse en un día muy frío. En el suelo, a mi alrededor, empezaron a amontonarse los estilos y géneros que no disfruto, los timbres desagradables, las emisiones vocales provocativa y deliberadamente agresivas, la apariencia (visual) del –o la- cantante... en fin, todo aquello que podría haberme limitado el disfrute, a la hora de evaluar una nueva experiencia auditiva.
      Paulatinamente, a medida que avanzaba mi incomodidad, el proceso fue haciéndose más y más arduo y gravoso. Sin embargo, seguí adelante.
      En ese punto, he sonreído.
      Qué bueno, me dije, haber recibido tan inteligente sugerencia. Estaba, ahora, más capacitado para ampliar mis horizontes de apreciación sobre cantantes desconocidos. Y conocidos, también, vamos.
      Entonces noté que me quedaban sólo dos últimas pre-concepciones. Al ir a despojarme de ellas, encontré una enorme dificultad. Intenté, juro que intenté. Fue inútil, no pude.
      Confieso ahora no haberme esforzado demasiado, antes de desistir: en el fondo, no quería hacerlo, y decidí respetar ese no-deseo.
      Me acerqué al espejo, y las miré detenidamente. Tenían sendas palabras escritas.
      Una decía afinación; la otra, expresividad.

      F., si de cantantes se trata, no estoy dispuesto a desprenderme de estos pre-conceptos; sinceridad y respeto son (además de difícilmente evaluables) necesarios, pero no suficientes.
      Calamaro sigue afuera, y allí se quedará.

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    3. ¿Qué voy a decirte? Primero; que aquí ya no hay tipos como Pereira encabezonados en sostener una opinión contra vientos razonables y mareas lógicas. Y segundo, y último, que el tiempo se me está limitando cada vez más, que las desgraciadas declaraciones de Calamaro defendiendo tauromaquia y monarquía (palabras que rimarían en algún mundo alternativo) acaban de confinarlo definitivamente en un rincón donde, si quiere defenderse, él o su obra o sus versiones o sus hábitos, que venga él y se encargue.

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  4. Qué bien se siente uno aquí. Dirección larguísima. Olor a salitre. Músicas rarunas. Pero qué bien.

    (Cuanto argentino suelto, madre.)

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    1. Pues ya me gustaría disponer de tiempo e inspiración para cursar más invitaciones, mejores invitaciones, pero con el comentario ya me vale. Y nadie va a comentar mis micro-relatos, paradigmas de la vagancia y la inspiración a fogonazos.

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