Nuevos autores americanos. Compañeros generacionales de Foster Wallace, de Franzen, de esa Nicole Krauss que recibe unánimes elogios. Los que van a hacer viejo a Easton Ellis y, por tanto, convertirán a Roth y a DeLillo y a Richard Ford en carcamales paralizados. Ojo: nadie me puede tocar a Cormac MacCarthy. Luego no quiero camorras, que se acerca la Navidad.
Google dijo más o menos:
Dave Eggers: nacido en 1970. Parece brillante. Publica en Random House Mondadori. Un momento.
¿Le he perdonado a Random House Mondadori que, pasado más de un año y medio, aún espere una llamada informando sobre El día del Watusi?. Nah. Pero mientras, me han mostrado algunos autores interesantes. Puede que Anagrama sea la editorial favorita que alguna vez me decepciona, pero Mondadori es la editorial no favorita que de vez en cuando me sorprende agradablemente. Menudo argumentazo.
Total: que Dave Eggers tiene un libro basado en una historia real sobre el Katrina. Vaya vaya. Sobre Abdulrahman Zeitoun, cuyo apellido da título a este libro. O sea. Lo de los dos pájaros y un tiro. El regusto agridulce (nada peyorativo: todas las series de David Simon dejan regusto agridulce, eso es una enorme virtud) de la tercera temporada de Treme, ese calado profundo que sólo es detectable a través de experimentos rozando el esperpento (cerrar los ojos y evocar la secuencia de crédito, o evocar el aroma mohoso o las manchas de las paredes inundadas). El tal Zeitoun es un empresario dedicado a las reformas, sirio y musulmán, integrado en la comunidad de New Orleans a la perfección, con esposa americana conversa al islam, con cuatro hijas, con un negocio funcionando. Llega el Katrina y decide enviar a su familia y quedarse en la ciudad al cuidado de sus propiedades y de sus clientes. El Katrina arrasa con todo: con cosas, con casas, con vidas. Pero también arrasa con la presunción de inocencia. Zeitoun es detenido en compañía de otros tres hombres cuando, en una de sus altruistas misiones de ayuda, es tomado por un saqueador. Y, como conserva su acento árabe, acusado de pertenecer a Al Qaeda (pues los americanos tienen un manualillo especulando que los terroristas pueden aprovechar el caos reinante). Aislado varios días sin poder contactar con su familia, que lo dan por víctima de la inundación, pasa por todo el via crucis del caos y el descontrol hasta que todo se aclara.
A mí me hubiera gustado un escritor más agresivo. Eggers es demasiado amable con la situación. Demasiado periodístico y demasiado tendente a la objetividad absoluta. Narra y narra, y alguna vez irrumpe en la especulación de la sensación de los protagonistas. Que es estupor y es comprensión, casi excesiva, ante lo excepcional de la situación y el mal trago que pasan, que casi parecen perdonar, en nombre de la resignación del destino, en nombre del sacrificio por los demás, en nombre, acabo oliéndome, de aceptar los errores de la sociedad como parte de su grandeza. No sé el motivo por el cual Eggers no es más incisivo. Lo que hubiera hecho el estilete de Foster Wallace con algo así, su profundidad de miras. Entonces Eggers dice alguna, araña pero antes no se ha afilado las uñas, tira pero con balas de fogueo y, aunque el libro, como crónica de los hechos y como imagen de cómo una catástrofe puede activar la célula durmiente de la locura institucional estadounidense, funciona a las mil maravillas y es una lectura sumamente estimulante y recomendable, pues a mí el mensaje final, ese regusto que en las series era tan agradable, pues aquí resulta un pelo insípido. Demasiados amagos para tan pocos puñetazos.
Nota del autor del blog actuando como traductor:
Aparte de felicitar a todo el mundo por las fechas, o por lo que sea, y dar las gracias por la paciencia, debo excusar mi última errática fase, discontinua y poco respetuosa con mi máxima, que es escribir lo que sea pero diariamente. Lo que hay: peor sería que me muriera y nadie escribiera aquí. Supongo que es peor, vamos. Otra cosa, poco esperanzadora. Inicio un experimento por el cual intentaré que mis entradas en catalán no sean traducciones de las escritas en español: o sea, voy a ver si escribir directamente en cada idioma saca otras palabras y otras impresiones que la traducción aséptica y fallona de Google Translate. No tengo esos conectores que usan para ver el córtex y sacar gráficos de calor sobre la actividad cerebral. Pero empiezo una hucha para comprármelos.
Y ánimo Tito, y Visca Catalunya lliure.
Cualquier improbable humano que haya leído todos los libros que reseñaste sabría mucho más –pero mucho- de vos, luego de leer las reseñas, que de los libros que comentaste. Supongo que eso pasaría con cualquiera que ejerciera el rol de crítico, pero es seguro que pasaría con mucho mayor intensidad en tu caso, porque nunca ocultaste que lo que intentás es sólo eso: apenas (y nada menos) comentar desde lo personal y no desde lo técnico, nunca criticar. Otro día podríamos pelearnos acerca del mencionado “rol del crítico”; este comentario que escribo ahora es sobre vos, no sobre ellos.
ResponEliminaHay, casi, una confesión en la frase “A mí me hubiera gustado un escritor más agresivo”. Habla más de vos que de Eggers; vos sabrás si esto fue deliberado o si se te escapó.
Un crítico jamás habría escrito tu frase: habría disimulado esa preferencia bajo varias manos de supuesta objetividad, jerga técnico-literaria, ocultables posibles compromisos con la editorial y/o el medio que lo contrata, etc. Gracias, prefiero una confesión personal como la que vos hiciste.
Para sobreabundar un poco: quizá un cronista profesional alabaría el periodismo y la objetividad que a vos te fastidian en una obra literaria; quizá un escritor profesional estaría de acuerdo con la asepsia absoluta, argumentando acaso que es precisamente esa asepsia, cuando está dotada de talento, claro, la que debe transmitir las emociones al lector, y no el acercamiento a “la sensación de los protagonistas” (“eso que lo haga un documentalista”, alegaría probablemente); quizá un militante político –entendiendo como tal a uno de izquierda, que los de derecha son, apenas, gerentes, o aspirantes a una gerencia- elogiaría sin reservas como las tuyas la denuncia que describís, la de la locura institucional estadounidense. Y así siguiendo.
Bueno: elegiste reclamar agresividad. Piedra libre, Francesc… (*)
Está MUY bien así. No lo modifiques. Vos ya sabés bastante de los comentaristas visitantes de tu blog; es justo que sepamos algo más del dueño de casa.
Y también es justo (y merecido) que explicite que jamás te has ocultado, es verdad. Acaso todo lo contrario. Y que no hay motivo para suponer que vayas a modificar nada.
Aún así, le doy al botón "Publica".
Sobre el bilingüismo: es, efectivamente, poco esperanzadora tu decisión de que uno de tus posts ya no sea la traducción del otro (quién sabe cuál y cuál, siendo como sos bilingüe desde la cuna); suena como esas famosas separaciones a prueba, probemos cómo nos va con un poco de distancia, y ya luego veremos. Ya sabemos cómo terminan, en el 99% de los casos.
Esto acabará con dos blogs independientes, uno en catalán, otro en castellano, vamos. Si nos ponemos pragmáticos, habrá que concluir con un “está bien, si eso es lo que debía ser”. Si –en cambio- nos ponemos egoístas, significará una pérdida: quienes no hablamos catalán nos perderemos lo que publiques en ese idioma, porque ya no estará reflejado. Vostès són bilingües, nosaltres no, debo decir según Google. (A ver si todavía no tendrán que “agradecer” -¿?- a aquel hijo de puta por haberlos obligado a estudiar español… )
Eso sí: no vayas a poner "Francisco Bueno" en tu post en castellano, por favor... :D
(*).- Esto es lo que se dice, en el Río de la Plata al menos, cuando se descubre en el juego a alguien escondido. Vendría bien saber qué dicen los chicos catalanes...
Quede claro que me convencéis a medias con la pereza que daba (pretérito imperfecto, ojo) acometer tamaña quijotada. Así que seguiré tirando de la traducción de Google, como mucho anotaré en algún oscuro rincón sus errores. Gracias por todos los cumplidos, gracias por hacerme creer alguna vez que cruzo la barrera del aficionado entusiasta y gracias por los comentarios, que son el otro lado del blog, su reflejo fiel y distorsionado, la medición de la onda sísmica, la lectura del impacto, el estudio general de medios, la onda expansiva de la piedra en el lago, y el salpicón del escupitajo de bilis. Todo a la vez y todo por separado.
EliminaGracias a tu paciencia con nosotros. Como Mou, muchas veces queremos sacarte de las casillas, pero te aguantas estoico y respondes todo como buen anfitrión.
ResponEliminaYa veremos como me arreglo para captar algo de tu català.
Muchas Felicidades!
Me remito al comentario sobre el de Horacio: ya buscaré otro momento más propicio para complicarme la vida.
EliminaOstres Xesc. Amb latraducció simultanea ja esta bé . Prova a escriure un en catalá i un en castellà i viceversa i ho tradueixes com fins ara , no? aixi el bilinguisme no és unidireccional.
ResponEliminaCompartesc el comentaris anteriors.
S´agreeix l´incansable feina i voluntat amb que ens obsequies. Gràcies , salut i per molts anys.
Val, Nanis, missatge rebut i processat. Aquest perfeccionisme insà amb el que embrutem de vegades les coses que ens agraden. Gràcies pels comentaris i bones festes a tu i als teus.
EliminaBon, Bon Nadal!
ResponEliminaGràcies, igualment !.
EliminaÉs una sort conèixer quantes llengües millor, una riquesa cultural, que construeix en el subconscient més ocult d'un mateix/a una tolerància cap allò que és diferent, un acostament cap allò que ens és desconegut, i una maduresa en el caràcter per a ser més grans en tots els sentits. Tenir només una llengua assimiladora i destructora, que menysprea a la resta per ser petites és una VERTgonya per l'individuu.
ResponEliminaAlgú va dir: un és tantes persones com idiomes coneix. Diria que els espanyols centralitzants són només unes persones? No sé. Diria que són aquestes àvides aus de rapinya que volen només menjar ells i pensen que fotin als demès. Bon Nadal, i gràcies per cada visita i cada comentari. En David Fernàndez té l'agenda plena, per cert.
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