dilluns, 7 de maig del 2012

TRAFICO DE INFLUENCIAS

No sólo Casciari afirma, a partes alícuotas de esperanza y desafío, que el mundo ha cambiado. Puede que yo, menos brillante e influyente, también lo afirme. No sólo lo afirmo, sino que pondré el siguiente ejemplo. 
Leí hace unos días (ya parecen semanas, pero no, fue apenas la semana pasada) Mil violines, ensayo de Kiko Amat sobre música pop que reseñé. Kiko Amat tiene una página web, que incluye un blog, que incluye, lógicamente, entradas, una de las cuales es una especie de decálogo de cosas que están out. En ese decálogo incluye, el muy barrut (deberé esforzarme en encontrar una equivalencia a esa expresión: pongamos, para salir de paso, descarado) como completamente out lo de tener blogs. Ja: amargo requiebro del destino; como escribir sobre que es mejor dejar de escribir, o dedicar una canción (o un álbum doble) al silencio. El tema, que me voy ya muy lejos, es que en esa web y en ese blogquereniegadesímismo yo dejé un enlace con la modesta y precaria reseña que hice de Mil violines. Bien: resulta que Amat me respondió (punto a favor), amablemente (punto a favor) y me dijo: sobre el otro libro, que yo consideraba mejorable (Cosas que hacen bum)  que coincidía en cierto modo con mi apreciación (egoísta punto a favor), y sobre el que había reseñado, Mil violines, me agradeció mi favorable opinión, incluso con elogios a mi reseña (puntos a favor de todas clases, suficientes para dar la vuelta al marcador) y con una recomendación final de lectura de Rompepistas, nombrándola oficialmente como la novela de la que se sentía más orgulloso.
Así que un escritor de fama relativa (en cualquier caso, suficiente para publicar en Anagrama, lo cual equivaldría a decir que Kiko Amat puede encontrarse a Houllebecq, o a Vila-Matas, o al espíritu  siempre aquí flotante de Roberto Bolaño, y decirles, chau viejo ¿cómo lo llevas con Herralde, que te parece lo de Feltrinelli?)... pues un escritor de tal calaña me recomienda, de tú a tú, su libro.Y yo le digo, ahí está, calentito de la biblioteca, y estará prontito ante mis ojos, ante mi mirada escrutadora y mi público de 20 ó 30 lectores habituales (10 ó 20, vaaaamos), esperando que me pronuncie sobre una novela que, a la gran mayoría de ellos, les costará mucho conseguir.
Porque, además, claro, le enviaré copia de lo que estoy escribiendo, y como entre tímidos anda el juego (entre tímidos que llevábamos insignias de los Jam, y de los Clash, aunque Flowers, veterano fotógrafo profesional de conciertos en Barcelona, opinara en 1983 que esa convivencia contravenía gravemente la ley no escrita de la autenticidad), le pediré su opinión, le invitaré a que visite mi blog, aunque cumpla dos peligrosas condiciones: ser un blog (per se) y considerar a Radiohead geniales, lejos de ser detestables. Y si cuelga un comentario quedará enmarcado en los pequeños hitos, junto a aquel de Casciari en catalán, que le traduje a Karina Ocampo.
Y le diré: sí, Kiko, Rompepistas es tu mejor novela. Exageraré sólo un poco si le digo que, de ser un escritor bordeando el eremitismo y desarrollarse su novela, en vez de en poblaciones fácilmente identificables del sumamente complicado (y más en los 80) cinturón rojo barcelonés, tuviese lugar en NJ, en NY, en LA o en cualquiera de esas ciudades que los pijos enumeran con anagramas importados de la nomenclatura aérea, y que si en vez de ser un jovencito punk pálidamente enamorado de extracción social humilde, hablase de algún tipo no tan extraño y asociable a una determinada época... en esos casos, y perdonad el caos (imposible aquí que no se cuele el chaos), no serían pocos los que hablarían de cierta réplica humilde a El guardián entre el centeno. Humilde porque ya sabemos que a según qué libros no se les puede toser, sobre todo cuando cumplen los 50 años y se convierten en libros de cabecera de gente famosa por diferentes circunstancias.  Por lo que podría ser que Rompepistas no pudiera esperar tanto tiempo, y que el hueco de los libros sobre episodios aparentemente nimios en la vida de adolescentes parece estar ya ocupado.
Rompepistas cuenta la historia de unos cuantos días en la vida de un adolescente punk. Que pertenece a una banda de punk y está, aún, enamorado de una de sus componentes. Que reside en el extrarradio barcelonés, en una de esas ciudades-dormitorio que, hace años, eran vilipendiadas por infinitas leyendas urbanas, algunas de ellas razonablemente fundadas. No es un libro basado en la cuestión de las tribus urbanas. No es un libro de denuncia social, aunque está latiendo en su trasfondo. Al final, punks, skins, o cual fuera la etiqueta que se les atribuya, su protagonista y su corte de amistades son, por encima de todo adolescentes prematuramente desencantados. Y eso que la acción se sitúa en los primeros años 80. Cómo estarían hoy, con un 50 % de paro juvenil, siendo sus alternativas cursar infinidad de másters para acabar huyendo a Alemania a mendigar mini-jobs, o pulular apretando timbres por los portales de las ciudades, esperando que las gente les dé portazo tras portazo, negándose a cambiar de compañía eléctrica. Los punks de Rompepistas, al menos, tienen un grupo con dos temas ajenos, más dos temas propios, y el proyecto de un tercero. Eso y una especie de carga emotiva mal canalizada, de rabia ligeramente desenfocada, sin pelotitas anti-stress que apretar. La única actividad es vagar por el barrio, refugiarse en el bar, y sopesar si las miserias ajenas son leales competidoras con las propias.
Rompepistas, como todos los libros de Amat que he leído, no escapa a cierto aroma autobiográfico. El uso de la primera persona, la coincidencia de fechas y otros detalles, y, por encima de todo, la fidelidad de las sensaciones, que uno acaba pensando que es imposible inventarse. Esa ingenuidad, esa desorientación, esas dudas, esa urgencia por no llegar a ningún lado. Sí, ésta es una gran novela, o lo que sea. Crónica, diario, sainete, tragicomedia. No sé, el otro día lo hablaba con un tipo en el parque, qué hará Amat el día que abandone las historias basadas en adolescencias prolongadas y en influencias musicales. No sé si Amat ha planificado una carrera literaria que acabe con cierto aire a lo Philip Roth, y se dedique a novelar vejeces de ancianos que intentan peinarse y vestir como Paul Weller. No sé si dará carpetazo a eso, y pasará a tramas policíacas en polígonos con naves vacías, con cuerpos de seguridad paramilitares (cuyos miembros algunos sabremos de dónde han salido) patrullando de madrugada. No sé si construirá una cuarta novela en la que incluirá referencias a Pànic y a la primera , El día que me vaya no se lo diré a nadie y también a esta mismaNo sé si hará un parón y resurgirá como gran estrella de la literatura juvenil. Sé que Rompepistas, desde la página 50 o así, cuando has empezado a comprender que lo de ser punk es una mera coraza para evitar sobre-exposiciones de ultra-sensibilidad, es un libro que no puedes parar de leer. Cuando autores de más renombre  y, algunos, prestigio (DeLillo, Bellow, Fernández Mallo, el último, Félix Romeo) me han hecho decir, justo entonces, basta. En ese momento, en Rompepistas ya me arreaba el placentero tirón para seguir hasta el final.
Y ahora yo qué hago, para que quienes me leen no me consideren complaciente y pelota. Le sacaré un pequeño defecto. Ese vicio menor de Amat por salpicar las páginas con ciertas frases o palabras repetitivas (la de la cera, la del boogie, lo de paYaso). Puede que sean como estribillos, sí. Porque quizás el libro es como una canción. Claro, debe ser eso.

8 comentaris:

  1. Hacía tiempo que no leía una reseña tan sincera, tan ahí-va-si-te-gusta-bien-y-si-no-también. ¿Me dan ganas de leer Rompepistas? Puede ser. Por lo menos ahora tengo esa opción. Gracias por compartirla.

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    1. Bienvenido, Tago, creo que hemos coincidido en el blog de Sigma. Gracias por tu apreciación; aunque no ha sido mi primera reseña entusiasta, y el hecho de haber tenido feedback con el autor influye algo, es cierto que me he sentido particularmente desinhibido para explicar porqué me gustaba tanto esta historia tan extrañamente naïf. Espero seguir contando con tu presencia, ya he visitado tu blog, he visto tu reseña sobre Cercas, otro favorito (he escrito bastante sobre Cercas yo también). Seguiremos en contacto.

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  2. Bones:
    "Cosas que hacen BUM" la vaig trobar senzillament horripilant. Fins el punt de posar aquest bon senyor a la gelera. L'altre dia llegia el post de "1000 violines" i em sembla que ho tornaré a intentar.
    Per cert que l'altre dia vaig enviar la ressenya de "Espiral" de Manuel Baixauli al seu autor i també em va contestar. Afectuosament...
    Afectuosament

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    1. Tulius el cruel, et diràn !! Cosas que hacen BUM es molt desorientada com a novel-la. Però el Kiko Amat, a força d'insistir, millora. Poder sigui un escritor d'un subgènere, no t'ho negaré. Però els dos últims que he llegit m'han resultats refrescants i amb mès fons del que un podria esperar. De fet, hauria d'haver mentat també el Paco Candel, en referència a Rompepistas. Tant en el cas del Amat com del Baixauli, crec que diu molt a favor que no caiguin en el divisme i que comparteixin paraules amb els seus lectors.
      Per cert, que tal es això del Nùvol?? no he tingut gaire estona per mirar-ho però semblava interessant, si més no per seguir el Oriol Rodríguez, que sembla un ànima inquieta.

      Relació de llibres a sobre la taula pendents (FYI i per si vols influïr en l'ordre d'escomesa)

      Burlando a la parca / Hazell
      HHhH / Laurent Binet
      A la vista / Gabriel Sada
      Un paseo por el lado salvaje / Algren
      Los dos Luises / Luis Magrinyà
      Zona Fría / Assaig de Franzen
      Todo arrasado, todo quemado / Wells Tower
      Dinero / Martin Amis
      Knockenstiff / que no m'aixeco a mirar de qui és

      així no ens aixafem exclusives, que el públic se'ns rifa !!

      Ja ja

      Merci per lectures i comentaris !!

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  3. Pelotaaaaa! Sólo vine para decir eso. Ah! Y para decir que cada vez que escucho -o leo- el Nombre-apodo Kiko no puedo evitar pensar en el hijo de la Pantoja o en un maicito frito. Qué me ha hecho esta sociedad? Con lo que me gusta Kiko Veneno... y no, ahí está ese gordo recalcitrante con cara de fruto seco. Ay ay ay..

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    1. El hijo de la Pantoja !! Hay que hacer que cierren Telecinco !! aunque aparecería por algún otro lado, él y los demás parásitos !!

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  4. Pues ya sé que libro buscaré cuando vuelva a visitar en breve una librería! ;)
    Aunque no he leído nada de Kiko Amat ( ignorante que es una de mucha literatura patria) su nombre me suena. Y por tus reseñas, creo que me puede llegar a gustar el libro , más que nada porque aunque mi adolescencia "Punk" me pilló un poco más tarde, supongo que las vivencias son parecidas! xD
    Gracias!

    Besos.

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    1. Jo! qué lejana me suena esta reseña y qué mal que la escribí !! pero como soy capaz de irme tanto por las ramas antes de hablar del libro en si ??
      Mi consejo: usa las bibliotecas, que salen baratitas y evitan tanto almacenar libros como dejarse el presupuesto en arriesgar en libros.
      Kiko Amat es un escritor muy cercano y entrañable.

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