Soy consciente de que puedo bordear la precipitación, el prejuicio, puede que hasta me acerque a cierta postura rayana con el aire de superioridad occidental.
Leo en reseñas acerca de La presa sobre su elevada carga de simbolismo, sobre sus segundas y terceras lecturas, recuerdo cierta crítica que la describe como durísima y yo pienso, antes de leerla, si no estaré ante un libro que describa con excesivo celo determinado maltrato, que se recree en la crueldad. La definen como obra maestra y pasan de ahí a detallar obras de su autor y recordar el premio Nobel que recibió hace unos lustros. También Cela recibió un Nobel, por cierto. El mismo Cela que en los primeros albores del franquismo denunciaba a los compañeros de profesión no afines al régimen. Hay cosas que uno no puede enmendar por mucho y bién que le dé por escribir. Saber eso de Cela anula de raíz mi curiosidad por su obra, ni siquiera me sometería a esa crueldad autoinfringida que mencionaba ayer. Cela y su obra y su condición de chivato franquista por un lado, que yo iré por el otro.
Y sobre el libro de Oé. Apenas unas 100 páginas en eso que se llama novela corta, para mí en craso error. Novela corta es Seda de Alessandro Baricco. La presa es un cuento, casi una fábula pues inicialmente tratan al prisionero como un animal, para investirle más tarde de humanidad. Lo que sea, es alargado, en busca de matices y detalles que no hacen falta, hasta llegar a una duración que la haga saltar de categoría. Como algún relato corto, como Bartleby el escribiente de Melville, parecen libros que aspiran que sus reseñas, complicados y elucubrantes ensayos redactados por críticos que se hacen fotos con sus manos rodeando la barbilla, y en poses de perfil tres cuartos, sean más largas y más profundas que la obra en sí.
Problemas con la combinación de lecturas, Robertson Davies hubiese empleado apenas un par de páginas en decir lo mismo. Hubiese sido un mero episodio de guerra dentro de los avatares de sus ricas tramas, y no hubiese esperado más que eso, que los lectores nos fijáramos y recordáramos vagamente esa situación encastada en muchas otras. Pero el canadiense no hubiese querido que pasase de ahí, ni le hubiese dado más importancia, administrando de manera ejemplar su enormemente modesta erudición.
Y yo también lo habría preferido.
Bones!
ResponEliminaDesconec el nobel Oe, pero serà qüestió de fer un tast. En quant a la trilogia de Deptford, impressionant! El clàssic llibre a regalar a l'amic lector perquè saps que faràs diana. Per després completar el trio amb les altres dues lectures. El quinto en discordia em va semblar una super-història. Manticora potser sigui més fluixa, però no desentona. "El mundo de los prodigios", la trobo molt fina, tot i que la gent que conec que l'ha llegida sigui la que menys agrada.
És igual.
L'important és tenir tres llibres seguits per llegir, amb una trama captivadora que es belluga com fil de seda pel temps. Molt gran
Fins ara