Nada puede ser tan grave, así que decido afrontar el tema directamente. Fuera historias negras sobre el ego de los autores, fuera excusas pueriles de los platos de segunda mesa.
F.B. : He de confesarle que uno de los motivos fundacionales de creación de mi blog fue la influencia de la obra de Roberto Bolaño. Por tanto he de confesarle también que uno de los motivos de que me haya gustado tanto Soldados de Salamina, hasta el punto de, concluida su lectura, remover cielo y tierra para conseguir esta entrevista, es esa última parte en que convierte a Roberto Bolaño en una especie de bisagra sorprendente de la trama. ¿Cual fue su intención al introducir este personaje?.
J.C. : Como usted sabe, soy profesor de literatura española en la Universitat de Girona. Ya que hemos hecho alguna referencia política, le diré que Girona fue la última circunscripción electoral española en otorgar un escaño al PP. Como ve, hablo catalán con toda normalidad aquí, y mis clases son indistintamente en uno u otro idioma según se desarrollan. Conocí a Bolaño dentro de lo que son los círculos literarios, y me sorprendió (pues ya estaba enfermo de cierta gravedad) su dinamismo ya no sólo mental sino incluso físico. Para colmo, algún conocido que veraneaba en Blanes recordaba justo a ese Bolaño que vendía bisutería en la parada de la madre, la vendía a veces con cierto desaire arisco pues le costaba abandonar sus lecturas, aunque fuese para cobrar. Tantas coincidencias, no sé a los demás, pero a mí me desconciertan. Cuando empecé a escribir el libro justo empezaba a traspasar la barrera, cultural y económica, del escritor de culto al escritor de culto con un razonable éxito. La frontera se disolvía y ya podía vivir de escribir, holgadamente, fue una lástima que durase tan poco esa buena situación tan merecida. Bolaño ya acostumbraba a insertar personajes, o ciertas características de éstos, de la realidad, en sus tramas. Así que me dije que era sólo una manera, por una parte, de simplificar mi labor, pues los personajes que ya existen van muy bién para rellenar ciertos huecos en el proceso creativo y, por otra, de rendirle un cierto homenaje.
F.B. : No he visto, todavía, la adaptación a la pantalla de su novela. ¿Qué opina de los dos cambios más notables, el narrador como mujer, y el personaje de Bolaño transformado en un joven estudiante mexicano?
J.C. : Nada en concreto. Licencias en la adaptación, que son tan legítimas como las licencias en la creación. Quizás el hecho de que el personaje de Bolaño fuese un joven estudiante mexicano fuese otro grado de homenaje, adicional al que yo había propuesto.
En este momento determinado, sonó por tercera vez el teléfono de Javier. Lo escueto de la última respuesta me dejó algo intranquilo, y ya eran dos preguntas hablando de otro escritor. Peor aún, para atender esa llamada se levantó de la mesa y, al girar la esquina, lo perdí de vista. Su ausencia se prolongaba y yo empecé a temer que se hubiese hartado (un blogger de pacotilla entrevistando a un escritor de ventas en siete cifras y traducciones a veinte idiomas), cosa que me hizo, para mitigar los nervios, pedir la cuenta y empezar a garabatear notas ininteligibles en un papel. Cuando, casi por sorpresa, se reincorporó a su silla pidiéndome disculpas pues ésa había sido la llamada de su mujer, decidí que, lejos de asustarme, debo ser más seguro de mí mismo. Habia llegado la hora de ir acabando, por cierto.
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