divendres, 28 de setembre del 2012

LA VOZ

Pues Horacio me propina una muy oportuna patada. Ya no en la inspiración, pues sería pretencioso decir que la tengo (aunque no es menos pretencioso negarlo), sino en cierto sentido del amor propio que me acosa si contemplo en perspectiva el pírrico balance de las últimas semanas de este rincón escrito del universo. Trufadas de politiqueo, de las erráticas andanzas de Jesús, del vergonzante episodio en el que la invitada se presenta con una botella de buen vino cuando el anfitrión no ha empezado a hacer la cena, y de las puntuales presentaciones de música. Espejo de lo que soy, ja, pues llevo días en los que escribo y leo mal: o sea, no escribo con decencia y no asimilo bien lo que leo, por lo que salto de libro cual de flor en flor (a lo mejor, digo, debería pasar por la tienda y hacer la apuesta en firme que Las leyes de la frontera, nueva novela de Javier Cercas, tiene toda la pinta de ser), y esa vaguedad la compenso o la apuntalo oyendo mucha música, chafardeando mucho Twitter y, claro, asistiendo a esta especie de borrador de historia universal que es el proceso por el cual Catalunya tiene que acabar siendo una nación. Ni que decir lo excitante de esto último, excitante de una manera avasalladora. Y en un rincón de un comentario Horacio menciona a Trueba, estrábico de pro en el que nos hemos parado (curioso, no nos paramos en Kirchner, pero sí en Trueba) y sobre el compendio de jazz latino que es su película Calle 54. Y ese es el chispazo: me pregunto mientras vacío el lavavajillas, una de esas tareas domésticas que uno puede hacer con el cerebro completamente conectado a otra cosa, por qué no acaba de gustarme el jazz latino. Mientras los platos aún calientes pasan por mis manos elucubro sobre el tema y rápidamente pergeño una teoría: lo encuentro demasiado frívolo y demasiado sensual; como una música excesivamente orientada al baile y al apareamiento, como si estuviese diseñada para encajar con cierto esquema acercamiento-tanteo-cópula que me resulta toscamente simple. Horacio se encargará de dinamitar mi teoría simplista, pronto, espero: y mira que se tarda poco, cuando uno tiene energía, ganas, y los platos queman, en vaciar un lavavajillas.
Entonces paso a preguntarme por qué me recreo en músicas más retorcidas (en catalán decimos recargoladas: cargol significa caracol), en músicas más oscuras que no apelan tanto al lado sexual. Me pregunto si es que me he hecho mayor para mal. Porque uno de los discos que más oigo últimamente es An awesome wave de los Alt-J, y empezaría diciendo que jamás hubiera oído el disco de un grupo que se autodenomina como el atasco de teclado que se usa para introducir el símbolo de la letra Delta. Pero Sigma los colgó en su página de Facebook. Pero, en algún artículo que no logro encontrar, se les mencionó como un grupo influido puntual y levemente por la parquedad (la austeridad o la avaricia) de sonido de los XX. Lo cual es una sutil pero acertada comparación, pondré el ejemplo más estúpido del planeta, pero los auténticos yonkies de la música deberían comprenderme: los silencios de los Alt-J se parecen mucho a los de los XX. Son silencios que son preludios de estruendos o de lamentos o de llantos, son silencios significativos en las canciones en las que están insertados. Los Alt-J, leo, porque hay que documentarse un poco, no porque haya retomado cierta insana onda mitómana, son cuatro chicos blancos de Cambridge, estudiantes de artes, los cuatro con pintas de ser daltónicos, de dejar que sus madres les tejan los jerseys, de acumular lustros de virginidad contumaz, de ser capaces de recitar veinte pintores del expresivismo ruso del período entre guerras. Que supongo que un día, en una de esas cortas pero interminables tardes en las que cuatro nerds sin nada qué hacer se juntarían para comentar sus cosas, decidieron formar un grupo. Un grupo al frente del cual han puesto a un vocalista cuya voz será a la vez su marca y su escollo: extraña, nasal, un pelo irritante. Falsete extraño, que me trae a la memoria cosas tan distanciadas como a Ian Anderson de los Jethro Tull o el tipo que cantaba en esa especie de one hit wonder que fueron los Fine Young Cannibals. Los temas de su disco son auténticos caos hasta en su concepción y distribución: un tema a-cappella, uno sólo con guitarra o con piano. Para anotarse un guiño más a quien los compara con los XX, un primer tema llamado Intro donde amagan toda la paleta de sonidos: intensidad, distorsión, la voz.


Luego empieza ya una amalgama de influencias de todo pelaje: intensidad sónica enmarañada donde caben ritmos de piano como los que inician algunas canciones de los Coldplay, pero también influencias folkies, dubstep, canciones de acampada, bandas indie de todo pelaje como los Foals o los Atlas: bandas que son lo que parecen. Grupos de oyentes stajanovistas de discos que transparentan desvergonzadamente influencias tan dispares que acaban siendo mezclas originales. Como niños jugando a mezclar los restos de las bebidas mientras los adultos nos entregamos a la sobremesa.


Algo ha visto la industria en ellos que no ha visto en otros: su disco suena firmemente como candidato a un no por decadente menos significativo Mercury Prize: premio de la industria británica del disco que no siempre se ha decantado por apuestas comerciales y acomodaticias. Sus vídeos (incluso justo ése que alguno criticará que yo inserte aquí) no son los de cuatro aficionados con dos cámaras y el Filmmaker Pro pirateado de un amiguete. 



20 comentaris:

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    1. Que nadie se enfade, pero cómo me gusta cuando la gente hace comentarios sobre las músicas que cuelgo. Chatnoir, I love U !!

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    2. No te enojes tu, Francesc, pero los Alt-J le pasan el trapo a los XX sin despeinarse (obviamente).

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    3. Puede que sean más inmediatos, más asequibles, pero los XX hacen algo nuevo y los Alt-J, con sus logros, sólo usan ingredientes de siempre para alcanzarlo. Mejor la opción de que nos gusten cuantos más si son buenos, no ??

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  2. Creo que me encantan. Ya me pongo a buscar algo de ellos. Y (para serte sincera no volví a escuchar a los XX) creo también que coincido con Villa...

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    1. Es que con los XX os ha dado por hacerme la contraria a todos?. Cómo os gusta hacer chinchar a los viejitos, desconsideraos.

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    2. Jajaja, si es que somos unos cizañeros! Capaz que es una cuestión de gustos y ya...

      Por cierto, ya me bajé el disco y lo escuché. Algún tema es un poco cansino, pero en general me gustó mucho.
      Madre mía, la pinta que tienen! Si es que con esas caras tendrían que estar detrás de una compu programando, jajaj.

      Hoy sale el nuevo de Muse! Ansias!

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    3. He oido más de veinte veces el disco de los XX, y aún descubro matices. No sé si el disco de los Alt-J aguanta ese trote. En todo caso, en un par de meses podemos ver sus posiciones en las listas de la crítica, y en un par de años tendremos mejor perspectiva. Pero en vez de litigar, disfrutemos, no ??

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    4. No, mejor disfrutemos y litiguemos. O dirás que no te gusta ya 10 comentarios en una entrada sobre música?
      Tengo que aclarar que luego de 5 temas seguidos de Scott Walker (en realidad 4, uno era repetido)que he oído pacientemente gracias a ti, encontrarme aquí de pronto con ALT J ha sido muy copado.

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  3. Francesc, esta vez yo también me detuve a escuchar, eh! Lo hago seguido, como con Frank Ocean que llevo días esuchando su música en youtube.
    Había leído algo sobre los Alt-J. No sé qué, no sé donde, pero el nombre lo tengo e la cabeza relacionado con un "no los escuches" que hoy se ha desmoronado. Me pongo a buscar más.
    Gracias.

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    1. Bueno Ronny, Frank Ocean es un caso extrardinario, para mí mejor que los Alt-J pues el hip hop no es lo mío y ha hecho que me enamore de un disco (aunque yo más bien lo llamaría soul). No hay nada que me alegre más que hacer que la gente encuentre música que le haga disfrutar. Eso es una satisfacción inmensa.

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  4. Claro que me gustan 10 comentarios (aunque muchos sean mis propias respuestas) sobre un post de música: aunque no acabo de cazar si es que Walker no acaba de gustarte: piensa que son canciones que tienen unos 40 años. Sin Walker no habría muchos músicos actuales: unos cuantos ejemplos... Marc Almond, Nick Cave, Radiohead, los Pulp... demasiados. Cualquier grupo con un cantante con aire crooner y una cierta pose le debe millones a Scott Walker: uno de los grandes.

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  5. Y explíqueme por favor qué es eso de "copado".

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  6. Yo prefiero a los Alt-J a The XX. Tampoco es que valgan las comparaciones, solo es un tema de gustos. Es cierto que el primer disco X fue increíble, pero el segundo les costó. El segundo disco siempre es difícil y más si marcaste un quiebre con un debut tan tremendo. El debut de The XX me hace acordar al de Arcade Fire, con Funeral, si mal no recuerdo. De los mejores disco de la década pasada, junto al increíble Veckatimest, que para mí es de lo mejor que escuché en mi vida. Te gusta Grizzly Bear? No puedo dejar de escucharlos, terrible! Otra banda interesante, que hace música un tanto diferente, pero que no termina de soltarse es Fleet Foxes. Estoy esperando el disco que los catapulte. Otra, te gusta The National? Buenísima y muy poco tenida en cuenta.

    Abrazo, creo que te atomicé!

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    1. Madre mía : en menos de diez líneas has sacado media docena de bandas de referencia de los últimos años: tu entusiasmo hará que revise el Veckatimest, que me gustaba mucho por los arreglos de acuerda de Nico Muhly, gran músico. Arcade Fire: tengo un gran cariño por su último disco, algunos dicen que inferior, pero que me resulta de una calidez impresionante. Volviendo a Grizzly Bear, su último disco no me gusta tanto: creo que lo han sobreproducido y lo encuentro un poco ruidoso. Insisto que los XX son una banda con muchos matices y cuyos discos se empiezan a comprender pasadas muchas escuchas: no hay canción en Coexist que no haya estado un buen rato en mi cabeza, cuando alguna de las del primer disco se me hacía algo repetitiva. Los Fleet Foxes me parecen demasiado escorados al folk: siempre he sido de electrónica. Y a los The National voy a darles una nueva oída. A pesar de lo cual el disco que no abandona mi cabeza en las últimas semanas es Channel Orange de Frank Ocean: atentos al que para mí es el disco del año, ya.

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    2. Je, si será cuestión de gustos que para mí el último de Grizzly Bear es el disco más limpio de ellos, además del más pop. Dale una segunda oportunidad.
      Yo creo que generalmente todas las bandas tiene que ser escuchadas más de una vez para poder meterse bien en su mundo, me pasó con The XX, sin dudas. Cada vez que los escucho encuentro cosas nuevas. Voy a entrarle a Frank Ocean.

      Salú.

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    3. No me canso de repetirlo, pero voy a dar nombre concretos de canciones, para que se sepa por qué Channel Orange es el disco del año, salvo auténtica sorpresa :

      Sierra Leone
      Sweet Life
      Super Rich Kids
      Pyramids
      Bad religion
      Pink Matter

      Madre mía.

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  7. Ah, Francesc, te voy a recomendar una banda uruguaya, con un sonido tremendo y unas letras demenciales. Se llama Buenos Muchachos. Te va a llamar la atención la voz de Pedro. Un genio. El mejor disco, tal vez Amanecer Buho, pero el ultimo, Se pule la colmena, le pisa los talones. Te va a gustar y ya te veo haciendo una reseña dentro de poco.

    Los discos son:
    Aire rico
    Dendritas contra el bicho feo
    Amanecer buho
    Uno con uno y así sucesivamente
    Se pule la colmena

    Disfrute...

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    1. Con tranquilidad... ten en cuenta que las bandas locales a veces nos parecen mejor por la pura comprensión de su mensaje. Los oigo pronto.

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