diumenge, 6 de maig del 2012

EL MENSAJE SUBLIMINAL

Shame va sobre un tío que se pasa la vida viendo pornografía. En casa, en la oficina.
Shame va sobre un tío más bien agraciado que conquista a tías casi sin querer, en el metro, en los bares.
Shame va sobre un tío que, como si esa saturación de sexo procurado individual y colectivamente no fuese suficiente, contrata a prostitutas, de una en una o a pares.
Shame va sobre un tío que, cuando conoce a una chica normal que se muestra interesada en una relación algo relacionada con el rito del romanticismo (cena, cortejo, sexo en la segunda cita), se queda tan desconcertado que es incapaz de consumar el acto (o sea, vamos, no eyacula, que aquí todos somos mayorcitos).
Shame va sobre un tío al que la súbita irrupción en su domicilio de una hermana algo inestable altera sus planes de vivir solo en un apartamento que es un parque temático del sexo.
Shame va sobre un tío al que esta situación le desorienta tanto que, despojado de ese disfrute íntimo, va a la calle a obtener placer sexual, sin pararse ya a considerar nada. A tumba abierta.

Hago esta declaración pues es como una especie de catarsis. Debía escribir los grandes trazos de la película para constatar que la he comprendido y asimilado.

Porque no sé si Shame me ha gustado o no, aunque sea una buena película. Algo enfermiza, algo reminiscente de las escenas insanas de las películas de Lars Von Trier o algún otro cineasta europeo, pero con la cualidad de no permitir la indiferencia. Todo está técnicamente en su sitio: su punto de partida algo cíclico, el desarrollo de los hechos, la sensación ligeramente febril, el sentimiento de boomerang (boomerang feeling, buen título para una de esas expresiones post-modernas). Pero me temo que la naturaleza humana no es tan abyecta (si todo se reduce a un sitio para cascársela, ahí están las cabinas de los sex-shops), y entonces me da miedo que la película no sea, en su crudeza y su desinhibición, una cantinela moralista sobre lo malos que son la soledad, el onanismo, el ensimismamiento, la individualidad a ultranza, la tecnología, la pantalla, la escasez ética, la falta de ilusión. El mensaje final me suena a los sacerdotes que les dicen a los adolescentes en los internados que las manos tienen que quedar por encima de las mantas. Que todo lleva a la perversión. Incómoda, sí, porque creo que lo pretende: pero también algo escasa de naturalidad.

13 comentaris:

  1. Para mí es una obra de arte, como supongo ya sabrás. No me quedó ese mismo gusto que a vos de lo malo que es la soledad y etc etc. Creo que es más bien un acercamiento a un problema y a un personaje en particular, con un tipo de vida enfermiza (que lo es), y una búsqueda constante de libertad. Es sufrimiento y angustia.
    El final, al menos para mí, es la muestra de naturaleza humana: por la adicción, lo que sea.
    Además creo que no solo la historia es brillante y muy bien narrada, si no que el guión y la dirección de cámara también lo son. Pero bueno, como todo, es cuestión de gustos.

    Salute!

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hola Sigma: fue tu entusiasmo lo que me empujó a verla. Bueno, debe ser que me estoy volviendo progresivamente más partidario de las series. Pero a mí sí me transmitió un cierto mensaje algo moralizante, y me dio la impresión de que la historia se forzó hacia transmitirlo.

      Elimina
    2. Si, pido perdón por mi entusiasmo! Jaja. Pero bueno, la verdad que no estoy de acuerdo con eso que decís al final. Con lo que sí concuerdo es con que es preferible ser partidarios de series. Tienen mucho a favor

      Elimina
    3. Indudablemente la extensión de las series (menos las inglesas, jaja), dan para desarrollos más ricos y detallados de los personajes. Pero es bueno algo de polémica, por favor !!

      Elimina
    4. ¿Querías polémica?
      Aquí va: admiro la síntesis. Quiero decir, la síntesis comprehensiva, la que no deja (en aras de sí misma) nada fuera. Por lo tanto, un desarrollo rico y detallado de los personajes logrado en 100 o 120 minutos me atraerá –y lo disfrutaré- más que aquel que requiere muchos (al menos varios) capítulos para completarse.

      Sobre Shame: ya está bajando, en un par de horas la tendré aquí (la banda ancha en este lugar de Bariloche es bastante angosta). Ya la veré, y acaso opinaré.
      Pero puedo –ya- adelantar una opinión periférica: más, mucho más que el eventual mensaje moralizante –sea esto lo que fuere, lo detesto- me molesta la mercantilización del sexo. El sexo vende, la gente consume todo cuanto tiene que ver con el sexo, filmemos sobre sexo, escribamos sobre sexo, hablemos de sexo, no importa que lo que produzcamos sea basura fílmica, literaria o –con perdón- oral. Nadie más alejado que este servidor de la moral burguesa. Pero me pregunto si no es a caballo de esa misma moral burguesa que se ha construido la idea (repugnante desde lo político, no desde lo moral –que me importa un carajo) del sexo como mercancía.
      Así le irá, como al propio capitalismo.

      Ya está; ya os he provocado (nótese que lo dije en castellano español).

      Saludos.

      Elimina
    5. Perdón, acabo de releer.
      Errata sintáctica:
      Donde dice "Nadie más alejado que este servidor de la moral burguesa", se entenderá cabalmente si dijera "Nadie más alejado de la moral burguesa que este servidor".

      Elimina
    6. Me da que el protagonista de Shame acude al sexo sin ánimo de lucha de clases. Pero deberás verla para opinar, Horacio. De acuerdo, la concisión tiene su valor. Pero a veces la concisión puede significar comer una píldora en vez de dos platos, postre y bebida. Puede que me haya acostumbrado mal, pero no concibo los Soprano embutidos en 10 horas de momentos cumbre. Sin pronunciarme por lo barroco o por lo superfluo. Quizás he girado el calcetín, pero ya echo cosas en falta en las películas, que sí encuentro en las series. Va. Discutamos.
      Servidor de la moral burguesa? Ya sabía que no eras tú (ni Horoche, q.e.p.d.).

      Elimina
    7. Caramba… pa’ lo que ha durao la tal “polémica”…
      Parecemos estar de acuerdo, F. (Y no era ésa la idea, ja, ja).

      No ha terminado de bajar Shame todavía, pero –por cierto- te creo cuando sospechás que el protagonista “acude al sexo sin ánimo de lucha de clases” (frase que confirma, sin duda ni necesidad, tu particular talento para la ironía y su forma desenfrenada, el sarcasmo). (Otro paréntesis: los admiro, casi tanto como a la síntesis. Para que no creas que estaba criticándote).
      Como bien decís: una píldora jamás será igual que dos platos, postre y bebida. Pero convengamos que eso no es síntesis, ni concisión; no pensaba en píldoras cuando me declaré partidario de la síntesis, porque las píldoras sí que dejan fuera lo importante. Que, en el caso de las comidas, va incluso más allá de lo alimenticio: espero que en Catalunya l@s amig@s también ejerciten el bello ritual de “a ver cuándo nos juntamos a comer algo”.

      Dos películas me vinieron a la mente, mientras redactaba mi diatriba contra la mercantilización del sexo (o, más precisamente, de la genitalidad). Una, magnífica, la otra, indignante: Último tango en París y Emmanuelle; a ésta última se le aplica, 140%, el comentario “filmemos sobre sexo (…) no importa que lo que produzcamos sea basura fílmica” que incluí en mi entrada anterior, la otra es –casi- una obra maestra (6Q, sería buena tu aparición con opinión aquí). Lamentablemente, ambas se igualan (hacia abajo): me atrevo a asegurar que el público no iba, mayoritariamente, a apreciar el talento de Bertolucci, ni el de Brando, sino a refocilarse con los desnudos frontales de María Schneider, o a interiorizarse acerca de la utilización alternativa de la mantequilla. O sea, de cine, nada.
      (Del público de la otra, para qué hablar…)

      En fin.

      A ver cuándo nos juntamos a comer algo…

      Elimina
    8. Me he vuelto sumamente pragmático con esto. Desde que internet democratizó, entre otras cosas, la pornografía, esas películas de los 70-80 ya parecen más entrañables que otra cosa. Como aquello de a ver hasta donde se atrevían. Darse un paseo por la red le da una perspectiva diferente, y ahora Emmanuelle parece una grotesca película sobrevalorada. Last tango in Paris, no la ví, la bajé por curiosidad pero me faltó paciencia. Ya me dirás que te parece Shame.
      Saludos somnolientos !!

      Elimina
    9. ¡Pero es que Emmanuelle fue siempre, desde el estreno (no "ahora"), una grotesca película sobrevalorada!

      Me haré tiempo para Shame; has de decirme si tiene sentido enviarte aquí mi comentario, que puede llegar cuando ya hayas posteado algunas cuantas nuevas notas tuyas (es decir, cuando el asunto Shame ya haya perdido actualidad en tu blog). ¿Habrá alguien más que se interese por lo que yo pueda opinar? ¿O te lo envío por @?

      ¡Abrazo, F.!

      Elimina
    10. Bueno, en España cuando se estrenó Emmanuelle la gente hacía procesión... muchos años sin ver una teta, chico !!
      Tu opinión sobre Shame ?? Donde más duela, por favor. Aquí mismo,por qué no? Con los comentarios aquí al lado, ya nos encargaremos de que todo el mundo se entere.

      Elimina
  2. NO leo más comentarios porque sino me terminan de espoilear la peli. Así como la contas, suena interesante. Éste fin de semana me haré un tiempo para verla. Beso grande!

    ResponElimina
    Respostes
    1. Mmmm. Mantén una segunda como opción... Drive, por ejemplo.

      Elimina

Segueix a @francescbon