dijous, 26 de gener del 2012

EL TRUEQUE

FALSO PROLOGO


Empecé a escribir este post hace unas tres semanas. Mi primera influencia fue el Conte de reis que John Self publicó en su blog, precisa reflexión sobre el tema Urdangarín, que, certera y breve, me empujó a atreverme. Pasados unos días, con unos primeros párrafos ya escritos, un titular de La Vanguardia hablaba de una cita en Madrid para que Mas viese a Rajoy. Supe que era imposible acabarlo para ese día, y que parecería excesivamente oportunista publicarlo justo entonces. Como colofón, el doble enfrentamiento Barça-Madrid en Copa del rey, acaba ya no sólo con una serie de señales que no puedo ignorar, sino incluso con la carencia de plazo que tantos posts han condenado aquí al estado embrionario. El 26 de Enero a las 11:59, momento en que, incluida la posibilidad de una prórroga y una tanda de lanzamiento de penalties, la eliminatoria ya estará resuelta, y cualquier comentario sobre el resultado de la eliminatoria, más que analizado, este post se publicará automáticamente, esté en el estado que esté. Y pase lo que pase.

Apenas abre los ojos, el sueño se difumina. A marchas forzadas. Todas las imágenes absurdas pierden sus conexiones y salen disparadas, alejándose en todas las direcciones. No retiene más que una visión, la de un camarero que le sirve una copa, y las luces de atrás son verdes, fijas, sin parpadeo. Oye el chasquido de una máquina registradora.

Y empieza un nuevo día. 

Echa el brazo instintivamente hacia su derecha. No hay nadie. Otra vez su mujer se ha levantado antes que él. Otra vez sus tres hijos han oído la voz de su madre despertarles antes que la suya. No puede evitarlo. Se acuesta tarde y le es difícil quedarse dormido. A veces son las dos o las tres de la mañana y aún repasa qué ha hecho  y qué debe hacer. Y esas cenas, y esas reuniones agotadoras. Van con el cargo. No es tarde, ni mucho menos. A Helena siempre le ha costado menos ponerse en marcha. Él se da algo de prisa, pero no tiene sentido. El coche oficial esperará lo que haga falta. Los asesores no cambiarán ni un ápice lo que haya que hacer por mucho que sean diez o veinte minutos más tarde. Casi todo el mundo le espera lo que haga falta. Le esperan las mismas sonrisas, los mismos gestos graves cuando lo que toca son las malas noticias. Que últimamente no escasean. Pero nadie se va. Todo el mundo es paciente con él.
Delante del espejo sigue viendo, desde hace meses, a un hombre algo cansado. Con algún surco bajo los ojos, con la piel algo enrrojecida en las mejillas.Pero una ducha y un buen afeitado hacen maravillas. Luego, instintivamente, lleva la mano a la quijada, varias veces al día, pues le gusta constatar dos cosas. Un afeitado perfecto y un leve crecimiento de la barba ya a última hora. Signos de que todo funciona.
Cuando, pasada algo más de una hora, se sienta en su despacho, no tarda nada en saltar por los aires la rutina.

-President: quieren verle en Madrid, parece urgente.

Empieza a estar hasta las narices de esos asesores que siempre añaden su opinión a las cosas. Si es urgente ya lo dirán. Si hay que ir corriendo ya se encargarán de que lo sepas. Dios, no pongas más a lo que te dicen. Me piden que vaya, pues miro si puedo arreglarme con lo que tengo que hacer, y voy. Es la dichosa mayoría absoluta, que parece que nos tiene a todos aturdidos. Leyendo entre líneas intenciones, y tonos de voz, interpretando las palabras y los silencios.
Pero, como siempre, acaba yendo. A veces piensa si  un paquete de DHL no recibe más palabras que él cuando es transportado a Madrid. El coche oficial, el avión, los saludos fríos del chófer, de la azafata, saludos tan estereotipados y sonrisas tan ensayadas que le hacen acabar sintiéndose rodeado de robots. Las puertas que se abren en el momento justo. De las que espera más sorpresas que de todos los seres humanos que cuidan de él.

Cinco minutos y le reciben.

Piensa en Mariano. Son de la misma edad, prácticamente. Los dos, hombres de profunda fe católica, de misa los domingos. Los dos casados, tres hijos él, dos varones y una chica, dos varones Mariano. Justo coinciden en tener hijos con sus mismos nombres. Algo que la gente siempre destaca. Primogénitos que se llaman igual que sus padres. Por seguir tradiciones o por pura insistencia de las mujeres, a la que acabaron cediendo, algo después de que cedieran sus egos. Qué culpa hay de que una mujer quiera, o acepte,  homenajear a un marido poderoso e influyente poniéndole su nombre al primer hijo. También coinciden en que los dos han accedido a la cúspide del poder tras largas trayectorias que han atravesado duros periodos de incerteza. Tras desengaños en la propia noche electoral, que se preveía triunfante y se iba torciendo conforme entraba el aire de la madrugada. Tras chascos, seguidos del abandono de los que les apoyaban, que salían huyendo en cuanto en ese aire empezaba a manifestarse el fétido olor del fracaso. Tras críticas y travesías por el desierto de la incomprensión y de la traición que anida en cada pasillo, en cada rincón, detrás de cada puerta que se cierra a tu paso. Sí: estaba más unido a él de lo que pensaba y más de lo que le gustaba, tanto a él como a su electorado, siempre tan pendiente de los lugares que esa coincidencia no debía transitar. No sabía si eso le convertía en un posible amigo para el futuro, para esos tiempos en los que las discusiones y los reproches en el Parlamento y en las mesas de negociación formasen parte del pasado. Para esos inverosímiles cafés compartidos, no ante mesas de dominó, sino ante auditorios expectantes y ávidos de experiencias dignas de ser relatadas. Si hasta Fraga había querido hablar con Felipe González poco antes de morir.

- Mira Artur: ya sé todo lo que está pasando con tantas consultas y tanto runrún; sé lo que la juventud catalana piensa y sé que conforme esa gente sea mayor de edad, y se manifieste en las urnas, porque lo harán, todo se va a poner muy complicado. No quiero que todo eso me pille de improviso, así que voy a proponerte que nos adelantemos, tanto tú como yo, a cualquier iniciativa. Voy a dejar que hagas un referéndum por la autodeterminación y te prometo que voy a acatar el resultado de una manera inmediata. Aunque sea por un solo voto, si la autodeterminación se impone, al día siguiente te pondrás a trabajar en un protocolo y, en tres meses la independencia de Catalunya será un hecho. No interferiré, no presionaré, no amenazaré. Te daré el abrazo de despedida de los amigos que dejan de verse cada día y pasan a verse cada ciertos meses. He analizado los datos y lo he pensado, lo he pensado muy detenidamente como puedes imaginarte, pero no me volveré atrás, puedes considerarlo un compromiso absoluto. Mis diputados lo votarán, no habrá ningún problema en sacarlo adelante.

-Me dejas muy parado.

-No dudes que me ha costado decidirlo, pero una vez lo tengo claro, hay que hacerlo deprisa, alargar estas cosas sólo nos inundará de dudas y de problemas, porque no te creas que todo el mundo está de acuerdo. Pero, por suerte, y de momento, todo lo que mando se acaba haciendo. Artur, no sé cuánto tiempo puede durar esto, te lo recomiendo, coge lo que te ofrezco ahora, porque en unos meses no sé lo que haré.

-Sinceramente, no sé que decirte. Joder, Mariano, no me esperaba esto para nada.

-Chico: tengo muchas cosas que tengo que afrontar. Plantéatelo así: una parte de los problemas que yo debería resolver vas a tener que hacerlo tú, si eso tira adelante. En el fondo, me ahorro trabajo.

-Estoy descolocado, Mariano, pero, claro, es una alegría que me das, es una alegría y es una sorpresa. Claro que lo hago, claro.

-Artur: sólo tendrás que hacerme un favor, que sé que tú podrás.

-Vaya. Pues dímelo y veré.

-Messi. Tienes que montarlo para que acepte ser traspasado al Madrid.

-Hostia.

-Lo sé. Es descabellado y no tiene nada que ver. Pero la gente se me va a echar encima cuando lo del referéndum salga a la luz. No se me ocurre nada que pueda hacer para meterles algo de ánimo, salvo eso. Chico, es sólo un jugador de fútbol. Un chico de veintepocos, no tiene por qué ser tan difícil. Tú sabrás hacerlo, hombre. Serás presidente de una nación, eso no es un esfuerzo que no puedas permitirte.

En el avión de regreso a Barcelona intenta relajarse pero no lo consigue. Hojea la prensa y se da cuenta de que no retiene una santa línea.

Por la noche, Mariano regresa tarde a casa. La esposa dormita en el sofá, las gafas de leer en un precario equilibrio antes de caer al suelo cuando él la despierta algo bruscamente.

-¿Están durmiendo ya?
-Sí, son casi las diez y media y estaban cansados.

Entra en la habitación y se acerca a uno de los niños. Le susurra al oído:

-Creo que voy a conseguirte lo que te prometí.

Artur se levanta al día siguiente antes que su mujer. Mira varias veces, nervioso, el reloj. Cuando son las ocho hace la llamada.

-Localízame a Sandro Rosell.

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