dimecres, 1 de juny del 2011

AHORA ME GUSTARIA LEER UN RATO

No me sé tantas frases célebres. Seguramente debería subrayar libros y apuntarme más cosas, pero no lo he hecho nunca, no voy a empezar a estropear libros de la biblioteca. Pienso mucho en que esos libros de Kapuscinski que estoy leyendo deben acabar siendo comprados, junto a los que ya tengo. No hay que hacer comparaciones, pero donde mi adorado Bolaño tiene libros extraordinarios (sobre todo en ese trágico momento en que la consciencia de su enfermedad le hace lanzarse a crear), y libros dónde esa genialidad sólo se apunta esporádicamente, resulta que, de seis libros, aún no vislumbro un bajón de calidad en lo que Kapuscinski publicó. Todo es magnífico. Puede que disfrute particularmente con Ebano, que es el presente. Pero luego recuperaré El imperio, o encontraré La guerra del fútbol. Ayer tuve una especie de mezcla entre flash-back y sensación de deja-vu. Oigo por la radio acerca de la elevada agitación provocada por la cuestión del pepino. Alguien menciona la palabra pre-bélico. Al hilo de las protestas leo por todas partes acusaciones más o menos solapadas de que el invento de Europa no es más que una manipulación de un hipotético eje franco-germano para dominar el continente, por añadidura, el mercado. Los dos desplazamientos a la zona de las acampadas, parece que calen en mí.

En todo caso decía eso de las frases célebres precisamente por eso : al igual que El amor es una cosa que te impide pensar en otras : las acampadas, aunque uno prevé (y si soy leído por alguien presente ahí, no pretendo criticar, más bién estimular) que languidezcan lentamente y, como los perros que ví junto a sus amos, se amodorren mansamente hasta adormecerse...pues eso, las acampadas siguen presentes en mis pensamientos. Demasiado presentes, pues el recuerdo (y ciertos comentarios en FB, personas conocidas asisten ahí ofreciendo ayuda), vuelve a mi mente. Ayer, que en Barcelona llovió con insistencia entre las 4 y las 10, pensé en toda esa gente ahí expuesta a las inclemencias, mi particular cabeza se entregó a un cálculo de cuantos abandonos podría provocar ese hecho. Insisto, espero cosas positivas (a mí me ha traido una : alguien despertó con un comentario que me puso contento), pero a otro nivel. Que todo no quede en que unos cuantos puedan decir que echaron un polvo en medio de la Plaça Catalunya. En penumbra, eso sí.

Y ahora debo leer y debo ver ese capítulo de Game of thrones que debería decidir, en firme, si me tomo la serie como un entretenimiento con cierta dosis de intriga, o leo entre líneas detalles que modifiquen mis actitudes ante la vida. También debo oir algunos (Friendly Fires, Wild Beasts) nuevos discos, los Pulp son magníficos pero ya andan reformándose para dar conciertos, eso lo he criticado a muchos. Debo despejar mi mente de esta realidad tan invasiva y tan rabiosa, reclinarme contra el asiento y tomar cierta perspectiva. Mirar al horizonte y encontrar algún punto de fuga poético que me permita abandonar este tono un pelo informativo, un pelo dogmático, un pelo paternalista.


Que sorprendentemente me recuerda la estética mesiánica y psicodélica de este otro


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