dimecres, 2 de gener del 2013

POULIDOR, SAMPRAS, ROSBERG, OCEAN Y EL FANTASMA

No soy capaz de pasarme media mañana consultando en Wikipedia y en todos esos contenedores virtuales de información que llenan la red, que la llenan tanto que se rebosa y los conocimientos se desbordan, se derraman por el suelo como la leche puesta a hervir y acaban poniéndolo todo perdido. Así que tiro de mis recuerdos de cuando prestaba atención a más deportes que a uno, como hago ahora (ni eso: es atención a un deporte y a un equipo de este deporte que es el rey Sol alrededor del cual todo gira y gravita).
Había un ciclista francés llamado Raymond Poulidor, allá por los años 70. Parece ser que quedó segundo en unos cuantos Tour de Francia. No ganó ninguno. Bueno, quizás si en aquellos años se hubieran llevado a cabo los controles que se llevan hoy en día resultaría que había ganado todos. O no, igual él se dopaba también. Si esto fuera una entrada dedicada a David Foster Wallace aquí iría un numerito y abajo iría una explicación. Pero la pongo aquí. No sé por qué continúan organizándose carreras o concursos o competiciones o certámenes o como coño se les diga (curioso, todas ellas palabras que empiezan por "c", igual que "coño" y "curioso" (y "ciclismo")) cuando (otra "c") se ha constatado (...) que las trampas y el dopaje se han constituido (.) en la norma habitual y han despojado el deporte de toda gracia que no sea la de ver a un tipo esforzándose heroicamente por salvar una cuesta de tomo y lomo en medio de unas vistas espectaculares tomadas desde un helicóptero (montones de palabras sin "c"). En fin: Poulidor sería tildado de eterno segundón por cualquiera al cual le haya sido inoculada en vena la cultura de que el primer lugar es el único válido para un auténtico competidor nato. Señores: somos un planeta con un líder y miles de millones de súbditos. Nonono.

Ahora que he leído unos días sobre tenis (porque DFW me lo ha impuesto: no soporto el tenis más que en las contadas ocasiones en que soy yo quien juega), también creo recordar que Pete Sampras, creo que tras Ivan Lendl y la actual fase de dictadura combinada por Federer (me cae simpático) Nadal (no lo soporto: ¿cómo puede ser del Madrid el sobrino de una destacada figura del Barça de los 90?) y Djokovic (del cual hasta la fecha soy incapaz ni de retener su estructura facial ni de haberme formado una opinión tan tibia y escasa de argumentos de peso como los dos anteriores) llegó a ostentar el número 1 en la clasificación de la ATP (gracias de nuevo a DFW sé que esa clasificación es una especie de timo encubierto) sin haber llegado a ganar ningún Gran Slam, cosa que subsanó en muy escaso margen de tiempo y creo (que va con "c" -cosa que correspondería al párrafo anterior - y que estoy empleando en exceso aquí, pero es que quiero escribir, no consultar la Wikipedia) que ahora es, incluso, de los tenistas que ha conseguido más títulos Gran Slam. 
Y, aún más atrás en mi memoria y más brumoso y por tanto menos creible, creo ("c", creo, joder que reiterativo estoy) que hubo un campeón de F1 (cuando aún se llamaba Fórmula 1, cuando aún había más emoción que lo que tardaba un coche en cambiarse las ruedas, cuando aún no había cámaras en los boxes enfocando a mecánicos mirando monitores (que, aparte de una reiteración de "m", es el espectáculo más absurdo del mundo), cuando, en resumidas cuentas, ver una competición automovilística conservaba un cierto deje gladioresco y eran tipos que se jugaban la vida en cada curva) que ganó el campeonato habiendo ganado en ninguna o muy poquitas carreras (que debería llamar grandes premios o Grandes Premios pero opto por las palabras con "c" para aportar algún elemento de cohesión (c) a este post.

Por cierto, compruebo que Keke Rosberg fue el que alcanzó tal proeza, pero confirmo que se produjo en motociclismo (curiosamente una mezcla entre ciclismo y automovilismo técnicamente hablando) cuando Sebastià Alzamora se alzó con el campeonato mundial en 125cc sin ganar una carrera.

Por todo ello he de hacer hincapié en un hecho que constato una vez (con la inexplicable ausencia de la lista de Go-Magazine, que opta por publicar su número con las votaciones de final de año prácticamente a finales de enero, con lo cual quedan completamente fuera tanto de la posibilidad de que esas listas constituyan guía alguna para los compradores ocasionales navideños de ocio como de su inclusión aquí) he visto las listas anuales de los mejores discos de 2012 de publicaciones de referencia y credibilidad fuera de toda duda ya no individualmente sino en cuanto a su variedad y dispersión. Hablo (el orden es el de mi memoria) de Pitchfork, Metacritic, FactMag, Jenesaispop (no estoy muy seguro), Playground, Jotdown, NME, La Vanguardia, El Periódico, o sea, cerca de la decena de publicaciones, de la más diversa (insisto) filiación en cuanto a géneros. Prácticamente todas ellas han situado channelORANGE (creo que es la primera vez que lo escribo correctamente, con las últimas palabras en mayúsculas) como segundo disco del año. Algunas como primero, pero, curioso, las que lo han considerado segundo no han considerado nunca como primero al mismo disco. Primeros mejores discos con channelORANGE (segunda vez) han sido discos de Springsteen, los Swans, Kendrick Lamar, The XX (otra maravilla, también recomendado con avidez y también muy presente en estas listas a pesar de su condición de difícil segundo disco) y otros.

O sea, que oigáis el disco y no jodamos más.



Selene: el fantasma lo estamos compartiendo. Completamente seguro.

2 comentaris:

  1. Obviant els esports. Lamusica i el tema m´agarda força , és la veu del paio que no m´encaixa gaire.No deu esser de Nova Orleans , segur.
    Comneço a veure Treme i a veure si li agafo l ´intringulis.

    The dirty dozen brass potser t´agradin . En relació a la serie i al lloc .

    salute .

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    1. Curiosament el que menys m'agrada a Treme es la part musical: no encaixo gaire excepte amb el free-jazz del fill del Lambreaux. La música la trobo un pel massa tradicional, pel meu gust. Tots els respectes, per això: gran sèrie, com quasi sempre incompresa pel gran públic.

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