dimecres, 2 de març del 2011

TOLERANCIA EN EL GRADO JUSTO

Uno se hace un lío, últimamente. Resulta que tienes claro qué te gusta y qué no, después de usar referencias y fuentes más o menos fiables, te compones ese pequeño mapa mental de quien te merece la pena seguir y quien es preferible ignorar. Todo sería muy sencillo si al universo de los artistas no les hubiese dado últimamente por lanzarse a tantas colaboraciones y duetos y demás. Curiosamente ésto es un fenómeno relativamente reciente, hasta hace unos años las colaboraciones entre artistas eran algo muy esporádico y siempre se rodeaban de cierta expectación, no exenta de arqueos de ceja. Kylie Minogue colaborando con Nick Cave ?? Qué había que hacer ante tamaña descompensación de credibilidades ?? Otorgarle a Kylie Minogue alguna oportunidad de redimirse de una carrera repleta de cancioncillas chicle y pegadizas, pues al final parecía empezar a enterarse de algo ?, o al contrario, descabalgar, a patadas, con gritos y escándalo, a Nick Cave, de las cumbres de la creación oscura y alternativa, por entregarse al vil metal y colaborar con una estrella completamente vinculada a lo peor del circuito más comercial.
Y si esto pasaba hace más de una década, imaginad ahora. Hace años que me hacía cierta gracia Macaco, con su pose ligeramente diletante, esa especie de aspecto perroflauta-chic (como un okupa que usa la ducha y el jabón), esa voz ligeramente irritante pero buscando aúnar ritmo y mensaje, una cierta conciencia ecológica y un aprovechamiento de su impacto creciente para intentar sacar de la gente más que golpecitos sobre la mesa y tarareo compulsivo de estribillos pegadizos. Como una especie de pequeño héroe del muy limitado star-system de aquí. Y me gustaba mucho Mamá tierra, extraño himno con un clip lleno de gente más o menos conocida (y de prestigios diversos). Y les gustaba a mis hijos cuando la ponía en el coche, momento de comunión que uno conserva pues no es tan frecuente (mis hijos a veces se quejan de la  música que impongo en el coche, la encuentran, al principio, rara, pero muchas veces les acaba gustando, o lo dirán para que me calle y deje de preguntar aixó os agrada??). Y ahora Macaco saca, hace un tiempo, no ahora, perdón, su disco de colaboraciones, ese que le toca a todo el mundo (y parece ser que quién instauró esa moda sería Miguel Bosé con Papito, circunstancia que eleva en varios miles las ya cuantiosas razones para situarlo delante de un pelotón de fusilamiento). Y como todos somos muy colegas y mi casa es grande, casi tanto como mi corazón, empieza a llamar a amiguetes y conocidos (y saludados y sugeridos y necesitados de promoción a costa de lo que sea) y venga vamos a grabar a dúo mis mejores canciones, que la gente vea lo amigos que somos todos en esto de la música y se olviden de celos y de divismo. Con lo de las descargas nuestro enemigo es de todos el mismo : la maldita mula. Y entonces analizo a los heterogéneos colaboradores , y lo de heterogéneo, lo juro que no va, esta vez no va, con retranca. Y sale Bebe, que es una de esas inexplicables e incoherentes debilidades (aunque sean cuatro canciones de su segundo disco) que uno tiene.Y Michael Franti, ahora, creo de Spearhead pero anteriormente en los olvidados Disposable Heroes of Hiphoprisy (lógico que con semejante nombre no fueran muy lejos). Empiezo a fruncir el ceño con Estopa, que parecen buenos chicos, que son muy culés y salieron en un muy recomendable Informe Robinson con Iniesta, pero como no todo lo que toca Iniesta puede ser oro, yo tengo que salir a recordar que Estopa lleva diez años, o así, viviendo de prácticamente repetir la misma canción, de alardear de la pose de eternos proletarios, pero con el Cayenne en la puerta. Y sigo frunciendo el ceño con Jorge Drexler, que siempre parece estar a punto de sumirme en el sueño (o eres poeta o eres músico, decídete ya, narices). Y ya cuando llego a Fito, a Chambao, y a Manolo García (éste lleva toda la vida, toda, viviendo de repetir la misma mala canción, y su poesía ya  es mejor dejarla correr) mi aliento se entrecorta, o mejor, se corta como esa mayonesa casera cuando dejas de batir. Piensas que es demasiado, miras atrás en el texto y crees que tanto exceso de artistas sospechosos colaborando es como esa reiteración de "Y" al principio de frase que parece un virus anidado en mi estilo literario. Piensas que igual Macaco ha cruzado la barrera con tanto artistilla pululando a su alrededor. Que estaba mejor en 2004 cuando ni Cristo lo conocía (y por tanto no disfrutaba de la compañía conyugal de Kira Miró) y que la fama a la que ha accedido quizás no haya sido la mejor de las influencias, por lo menos, en la calidad de su música. 
Y por hoy ya ha recibido bastante gente aquí. Imaginaos si hablase de Florentino.

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