dimarts, 3 de juny del 2014

EL PODER DEL PELO


Esa mirada con ese esbozo de sonrisa, esa leve inclinación de la cabeza fijando el interés de manera amable en quien le habla (aunque sea para atender como le critica y le ataca, aunque sea preparatoria de una lúcida y aguda réplica). Esa tez juvenil combinada con una de esas melenas que se ven limpias. Parece ser que el líder que tanto se esperaba ha surgido por fín, que el equivalente a Syriza, la pujante fuerza política griega que se opone a las decisiones de la troika, surge y lo hace con un liderazgo igualmente visible pero diferente. Y no es que yo ande demasiado preocupado por la cuestión de las fuerzas políticas españolas. Toda esperanza de que una fuerza nacional mayoritaria se convierta en algo cercano a una ayuda en el irreversible proceso de constitución de un estado catalán demuestra un grado de ingenuidad muy preocupante. Aun así, a tenor de lo declarado y lo demostrado, sería una posibilidad el que una formación inclinada a escuchar a la gente y hacerse eco de sus reivindicaciones estuviera más cerca de comprender la postura del pueblo catalán que el rancio eje PPSOE.
Obviamente Pablo Iglesias me cae bien, aunque no tanto como David Fernández. David Fernández goza del don de la imperfección y a Pablo Iglesias todo le está saliendo rodado. Todo. Empezando por la actitud de sus antagonistas políticos que han empezado a acusarle de cosas que para él no son acusaciones, sino santas bendiciones que le regalan votos a centenas de miles. Que si marxista, que si radical, que si extremista, que si utópico. Que si, caso de que gobierne, se va a enterar de cómo se ven las cosas desde el otro lado. Toda esa parafernalia de descalificaciones no son más que el pataleo de un sistema bipartidista completamente desequilibrado y desenmascarado. La alternancia PP-PSOE es en estos momentos una alternancia extrema derecha-centro derecha donde Rubalcaba, al cual ya le profeticé un sonadísimo fracaso, llega a disculparse ante su enemigo Rajoy por los hechos que han precipitado su espantá. El desplome del PSC, franquicia catalana del PSOE, es absoluto, y la desacreditación de su líder, Pere Navarro, irreversible. Cada vez parece más un pobre desgraciado perdido en medio de la selva sin enterarse de que la guerra en que participaba ha acabado hace años.
Y en pleno proceso de cocción mental y redacción de este post cae la bomba. El desquiciado rey de España abdica para garantizar una perpetuación de su abominable estirpe al mando del poder peninsular, en una esperpéntica transición del campechano al preparao, con familia directa muy cerca de presentarse ante la justicia, aunque no sea a rendir cuentas sino a hacer el paripé. Otra maniobra de distracción que el que escribe y firma esto, Francesc Bon López nacido el 17 de julio de 1964, espera y desea que no sea más que una bomba que les estalle en las manos. Que se demuestre bien pronto lo absurda que es la monarquía, lo más absurda que la hace el hecho de obedecer a las disposiciones póstumas de un deleznable y criminal dictador, y que la jugadita estratégica sea el preludio de la certificación de su erradicación absoluta. Hagan falta los medios que hagan falta, no veo para qué hay que demostrar la más mínima clemencia ni otorgarles ni un gramo más de la dignidad que han mostrado hacia sus súbditos.
Patética la reacción de ciertos medios ante estos hechos. Bochornosa la carta de Màrius Carol, director de La Vanguardia, que parecía redactada por un becario de la Casa Real con un cartel colgado de bufet libre de felaciones al poder. Una vergüenza absoluta que me ha reafirmado en mi decisión definitiva de no prestar ni un segundo más de atención a ninguno de los medios del casposo Grupo Godó. Decepcionante el escrito de Javier Cercas, al que voy a disculpar por su brillantez en la ficción, pero que me ha dejado cariacontecido y estupefacto al afirmar cosas que se vienen a contradecir con lo publicado en su brillante Anatomía de un instante.
En fin, cuestiones que me divierten, si bien mi aspiración es que sigan haciéndolo desde algo que podamos denominar pronto como la distancia

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