dijous, 26 d’abril del 2012

MAN MUSS NICHT STILL BLEIBEN

El yin y el yang, el bien y el mal, el equilibrio cósmico, el día y la noche, el blanco y el negro, los vasos comunicantes, la alegría va por barrios, nunca llueve a gusto de nadie. Dulce y amargo, fuego y hielo. El norte y el sur, los polos opuestos, la izquierda y la derecha, arriba y abajo, ir y volver, meter y sacar, leer y escribir. Abrir y cerrar. Otra vez, el día y la noche. Otra vez, el equilibrio cósmico, pero ahora le acompaña la justicia poética. Eso, justicia poética. O mecanismos (misteriosos) de compensación.

Muchas casualidades, en cualquier caso. En Libertad el hijo de Patty va a Bariloche a hacer negocios. Justo ahí. En Ejército enemigo mencionan Ushuaia. La escriben mal: ponen Usuhaia, y a mí me da que para poner eso mal tienes que pensar demasiado en el español como lengua preeminente y poco en lenguas pretéritas (nativas y, por tanto, con todo el derecho de permanecer, aunque sea en el triste consuelo de los topónimos) con sonidos diferentes que adaptar a la grafía de nuestro alfabeto. También me da que el que corrige galeradas (si eso no se ha dejado ya en manos de un triste procesador que subraya en rojo palabras sospechosas) no haya ido más allá de considerar que el autor ya sabría como escribir esa extraña palabra. Que igual hasta se la había inventado, pues para corregir galeradas no se les ocurrirá exigirte que sepas los nombres correctamente escritos de las ciudades del mundo. Vamos.
Ejército enemigo nos es presentado como un libro rabiosamente actual. De hecho, en la contraportada dicen obscenamente, y no sé si va con segundas. Santiago es un publicista de unos 30 años con una existencia ligeramente marcada por la rutina, hasta que recibe un curioso testamento a raíz del asesinato de un amigo: la clave de acceso al buzón electrónico de la víctima. A partir de ahí intenta encontrar detalles que puedan ayudar a conocerle. O a investigar sobre su asesinato. Un planteamiento actual, sí, un desarrollo dinámico, sí, donde se entrelaza la propia existencia de Santiago, cuya rutina (trabajo, relaciones esporádicas, consumo de pornografía) acaba cediendo ante la cuestión de abordar la identidad del asesinado y su sorprendente vida paralela : la de activista contra el sistema. No da para mucho más el libro: la coartada tecnológica, esas dudas tan de última generación que nos asisten a unos cuantos (seguiría alguien mi blog si yo muriera, quien contestaría, qué coño es un troll en el nuevo mundo - esta última ya resuelta), acaban cediendo el protagonismo al mundo real, el de la gente que bebe y se droga y acude a fiestas, el de las calles oscuras a una cierta hora. Y en ese momento el libro se muestra como es; algunas citas cultistas, algunas referencias culturales comunes, unos cuantos párrafos memorables, unas cuantas páginas de más, al servicio de una trama algo endeble para llamarle thriller. Más bien, experimento algo fallido de ver cómo la tecnología interviene en nuestra vida: bagaje demasiado escaso para competir con el recuerdo de ya sabéis qué libro de ya sabéis qué autor americano. Eso en lo literario. En lo tecnológico, visto Black mirror, esto parece un mero jugueteo.

Alberto Olmos no tiene la culpa. Quién se para a ver un partido amistoso, tras un Barça-Madrid.


Gracias, Talita, por el título.

6 comentaris:

  1. Paso por acá a dejar informe de que los dos comentarios están en mi blog, Francesc, no te preocupes, no han sio desaparecidos o secuestrados. Eh, paso del libro que mencionas, no me ha llamado la atención. El equilibrio cósmico, eso sí es bueno, já!

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    1. Ya ví, gracias. Misterios de las actualizaciones y los captchas.
      El libro al menos merecía esa escéptica reseña. Algunos no llegan a eso.
      Digamos que el equilibrio cósmico sería una mención muy tangencial a cierto penalty enviado a las estrellas.

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  2. Hola Francesc, no lo he leído pero sí he visto Black Mirror... y qué decir de tu última comparación... Creo que este no va a caer. Me ha gustado mucho la reseña.¡Salud!.

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    1. No todos los libros son maravillosos, ya lo sabemos. Y sólo reseñar los que nos encantan, caer en la autocomplacencia.
      Después de todo, desde ayer sobre las 11 de la noche he recuperado algo de fe en la justicia.

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  3. No hay de queso!
    Con lo de Ushuaia (tengo que reconocer que tenía mis dudas de cómo se escribía, pero es la clase de falta que no perdono en un libro) me hiciste acordar a una peli de estas chorras -creo que era la última de X-Men- donde mencionaban a Villa Gesell, una localidad de Buenos Aires, y mostraban tan anchos un paisaje con montañas nevadas. No tiene nada que ver, pero me lo recordaste...

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    1. Imperdonable un libro de Mondadori (mega editorial) con una falta de este tipo. Casi descalificante.

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