divendres, 23 de desembre del 2011

TODO LO QUE QUIERO ES RESPIRAR

Debo pedirle a 6Q que no deje de poner esa foto que tomó ayer en la Bonanova con la BB. A pesar de que la calidad de las fotos que las BB toman es infumable. Adelante 6Q, pon esa foto y escribe ese post. Y ten en cuenta que el que yo te chafe los post responde a una mera cuestión matemática. Somos del mismo año, compartimos ciertos gustos, en esa carrera por la acumulación de experiencias para prácticamente nada que es la vida humana, andamos empatados, o parejos (va, es Navidad, tú vas algo adelantado). Así que con mi ritmo de deglución de posts, que es de unos 20 o así al mes, abordo esos temas antes que tú, que, sin mi insana manía, andas por los 2 0 3 a los que nos has (mal)acostumbrado. Así puedes hacer el rondinaire, entrañable palabra intraducible en catalán, pues la que más se le parece, gruñón, no tiene nada que ver. Rondina el niño al que le da pereza que le saques de delante de la PS3 para llevarlo al Tibidabo, y luego se lo pasa de fábula. Rondina el amigo que no encuentra una hora para tomarse una cerveza, porque tots anem de cul, y luego esa hora se harían tres, o hasta las tantas, que la mujer me mata. 6Q, por último, antes de desearte felices fiestas, a tí, y a los pobres incautos que siguen viniendo aquí a observar neuras o brotes psicóticos... a mí también me chafan algunos posts, qué puedes hacerle, ésto es algo global y, series, películas, libros, sensaciones de mareo, modalidades de dolor de muelas, siempre, alguien, estuvo allí antes. 
Sin ir más lejos, lo que me pasó con John Self y los Talking Heads.
Yo iba a hablar algún día de los Talking Heads, que quizás, desestimados los Pretenders, los Fischer-Z, o los Cars, fueron la primera banda adulta con la que me sentí identificado. Debía ser 1981 y no paré hasta tener sus primeros 4 discos hasta entonces, hasta hacerme una composición de lugar.
He buscado (media hora, no creáis que más, escribir es, últimamente, lo primero) para averiguar qué coño hizo que la banda se disolviera, unos diez años después. Si fue un petardazo o una traca. Si hubo un sólo tiro en la nuca o impactos múltiples de metralla. Si fue un accidente o una muerte natural. No pude sacarlo, mucho escrito, poca chicha.

A partir de aquí mi relato se nutrirá básicamente de conjeturas.

David Byrne acude una mañana de 1990 al estudio en el que hace tiempo grabaron Naked. Están metidos en las sesiones del siguiente álbum. Es 1990 y aún se hacen álbumes. Esta vez lleva una pila de varios discos. Chris, Tina y Jerry ya están acostumbrados, siempre hay algo que le ha llamado la atención en algún disco extraño, y que quiere incorporar al work in progress del nuevo disco. Un ritmo, un instrumento, una armonía vocal, un cierto efecto sobre un cierto sonido. Pero ese día no llega, ni de lejos, a tanta concreción. Habla del espíritu de una canción, de una fuerza que fluye desde la segunda estrofa. Se sorprende de que nadie lo perciba, se echa las manos a la cabeza.

-Vamos David, no sé qué podremos hacer para conseguir algo parecido, pues no sé a qué te refieres.
-Ves? Así es como yo lo veo, no sabes por qué, pero la canción sufre un cambio, y se nota un cierto misterio que rodea el sonido, que lo envuelve.

Los otros tres se miran. Tina toma la palabra. Con ese acento neoyorquino de clase media, y mirando de reojo a Chris y Jerry, adelanta algo la cabeza, detalle que muestra una cierta contundencia, y sube algo el tono, detalle que confirma la contundencia, para dirigirse a David.

-No lo veo claro. No sé oírlo, y entonces no sé tocarlo. Sigamos con lo que teníamos ayer y ya veremos si  después encontramos algo que se parezca entre lo que ya hemos hecho.
-Lo de ayer no sirve. Para nada. Ni un segundo.
-Vamos !! Algo debe funcionar ahí. David. No toda la música que te gusta puede encajar en lo que hacemos. Perdemos nuestra identidad entonces. No la perdimos con Brian hace años, no debería pasarnos ahora.

David Byrne baja unos milímetros la cabeza. Agarra firmemente la botella de agua empezada que hay sobre la mesa, parece que se apoye en ella para levantarse súbitamente y girar la espalda a su grupo. Da un pequeño trago mientras mira por la ventana del estudio.

-Esto se acaba.

-No, David. Tú acabas esto. Que es muy diferente. Qué hay de ese tema para Something wild, qué de tus discos en solitario con todas esas estrellas de la world music. No entendemos nada, David. Hicimos esas canciones, invitamos a esos músicos exóticos con esos extraños instrumentos para, cinco, diez segundos de canción. Los vientos, David, no sabemos qué pintan tantas trompetas en nuestras canciones, nada te dice que de aquí unos años un grupo con nombre de archiduque austríaco vaya a imitarnos, (ellos dirán inspirarse), por nuestros primeros discos, pero, los vientos ??. Hace falta que ese espíritu regrese, David. Guitarra, bajo y batería, y tú, David, cantando. La gente ya no encuentra tu voz irritante, lograste domesticarla, y luego todo ese funk nervioso estuvo bién, el rollo africano de Remain in light, la gente se volvió loca, los críticos nos pusieron por los cielos, pero aún éramos cuatro de NY con pinta de estudiantes, con unos vaqueros y camisas de cuadros, hasta detras de esas fotografías del efecto térmico.  Joder, no puedo llevar una camisa de cuadros, o una t-shirt, si toco música latina !!. Deberé ponerme una de esas horribles americanas con un ribete en la solapa, y quizás aprender unos pasos de baile. Dios, el baile !. Era apenas pogo cuando estábamos cantando Psycho Killer en el CBGB, con los Ramones andando por ahí, o con Television, madre, Tom Verlaine se llamaba así por un poeta francés, él lleva ese peinado tan europeo, y nosotros acabaremos tocando vestidos como Pérez Prado ??.



-La gente evoluciona, chicos.

En algún punto de ese silencio los tres pensaron lo mismo: que la evolución excesiva en una banda puede ser casi peor que el inmovilismo. Que una palabra puede convertirse en otra completamente diferente cambiando una sola letra cada vez.
Que la portada verde sobre negro de Fear of music, la frialdad calculada de canciones como Mind, Air o Electric guitar, no tenían nada que ver con el estúpido chimpancé en la portada de Naked y sus canciones llenas de secciones de viento fuera de lugar. Sin contenidos subliminales, sin aspectos levemente insanos.

Que el nombre de esta banda aún era Talking Heads pero que ya no se sentían aludidos.

Tiempo más tarde, sacarían, en la banda sonora de una película de Win Wenders su última gran canción.


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