El Objeto
La edición que estoy leyendo de La Broma Infinita es la de bolsillo. Tiene unas 1200 páginas y pesa más de 1 Kg., seguro, lo cual se trata de toda una broma (...) cuando para ser de bolsillo, su ancho de lomo de aproximadamente 7 cm. la hace inviable para tal denominación. Suelo acarrear el libro (que ni siquiera es cómodo para llevarlo en la mano) en el interior de una bolsa en bandolera (0), cosa que hace que la bolsa muestre un aspecto abombado y deforme, e incluso que, dependiendo de su contenido adicional, la cremallera no cierre por la parte donde el libro está ubicado, lo cual permite que se aviste su orgulloso contenido.
Como tiene las notas en una especie de anexo posterior al texto (1) , me veo obligado a usar dos puntos de libro durante la lectura. Pues no quiero perder un detalle durante la lectura, o mejor dicho, no quiero ser consciente de haber perdido un detalle, y que esa consciencia lastre para siempre tanto mi pronunciamiento como esa especie de sensación interior de falta de algo (2).
La cuestión de los puntos de libro no es nada superficial. No sé que hacer ni donde guardar los puntos de libro mientras leo. Suelo dejar un reguero de puntos de libro pues me resulta algo incómodo doblar las esquinas de las páginas donde abandono (3) la lectura, pero aún más incómodo sostenerlo en una mano, ya no dejarlo al inicio del libro y exponerme a que resbale constantemente o a que, de forma accidental, el libro se cierre y yo tenga que ir en búsqueda del punto en que lo dejé (4).
Lo que no es El Objeto
En cualquier caso, como la finalidad de esta bitácora es cualquiera menos a) emitir un juicio de valor que supondría auto-espoilear lo que, a la postre, será una opinión objetiva y promediada de la lectura, en UnLibroAlDía y b) auto-espoilear el propio contenido del libro, ergo, si alguien despistado, o curioso, o escéptica, acudiera a esta novela en busca de tramas, misterios y desenlaces(5).
Por tanto, y dado que esto es un mero prólogo, diré que hasta ahora La Broma Infinita me transmite justo lo que esperaba. Es decir: necesidad de esfuerzo y de paciencia, fascinación por su perfección depurada, por ese bosque oculto tras los árboles, por esa jerga presuntamente de prospecto clínico que supura más emociones y más experiencias personales de lo saludablemente aconsejable. Me transmite mucha empatía (6) y me transmite mucho más que la gran mayoría de los escritores, tanto más que, como siempre, cualquier otra lectura que se interfiere ha de ser forzosamente modesta pues al lado de este hombre, y permitid que me repita y me parafrasee, la ligereza de otros se convierte en vacuidad. Lo cual no es suficiente, al menos para mí, que no desisto ni de leer otras cosas ni de acudir a esa especie de camposanto o UCI de las ideas que es la carpeta de borradores de mi blog, carpeta en la que acumulo ideas con la intención de que no escapen, con resultados muy desiguales (7).
(0) marca DKNY, modelo más parecido a lo inequívocamente masculino que incluía el catálogo de regalos de puntos por uso de tarjetas de una entidad financiera a la que no voy a hacer publicidad aquí, es más, entidad a la que recomendaría a todo el mundo que se abstenga de aportarle negocio alguno dado su claro posicionamiento unionista ejercido de forma absolutamente interesada (esta nota tiene el 0 debido a que el párrafo que la refiere ha sido intercalado a posteriori y no me resultaba cómodo ni práctico renumerar las posteriores). Bastante que no haya habido notas con números negativos o no vaya a haber en el futuro notas con números decimales.
(1) cosa no muy práctica, y que ignoro si estaba resuelta de la misma manera en la edición inicial del libro, pero que entiendo que es algo que no queda más remedio que hacer, dada la extensión de algunas notas - la que recoge la filmografía del padre, por ejemplo, ocupa más de media docena de páginas a tamaño de letra 10 como máximo
(2) al respecto, siempre recordaré que cuando, años atrás, vi The Sopranos, solía grabar los capítulos en un DVD conforme los descargaba del eMule. Como el DVD portátil donde los reproducía tenía una pantalla dividida en dos partes: en la parte izquierda figuraba el árbol de directorios y en la mitad derecha el nombre de los archivos. Como la pantalla sólo mostraba los caracteres iniciales de los archivos, no fui consciente de que, al grabar el DVD, la presencia de barras o puntos en los nombres de éstos hicieron que, en un caso puntual, viera uno de los capítulos fuera del orden establecido, circunstancia que noté, por algún detalle, a los cinco minutos de visionarlo. A pesar de lo cual, esos cinco minutos, en los que se producía (menuda pista hablando de The Sopranos) un crimen, no conseguí reubicarlos y me ha quedado, hasta que decida invertir otras 80 horas de mi escaso tiempo libre en volver a verla, cierta desagradable impresión de no haber visto la serie en su integridad, de faltar algo que no sé qué es.
(3) tampoco me gusta la palabra abandono en este contexto
(4) ni dejé tampoco
(5) como hacían los que veían Twin Peaks sin interpretar que el medio era el mensaje
(6) en especial por los editores y correctores que pudieran intervenir en su primera publicación, a los que imagino sentados sacudiendo la pierna derecha, en el despacho de la editorial, atormentados por el retraso a la cita del autor, y por su más que previsible negativa a modificar ni una sola coma de cualquiera de los párrafos, ni siquiera aquellos más trufados de polisílabos y tecnicismos
(7) entre los que reluce un post vacío y misteriosamente titulado Hepatotoxicidad leve que agradecería que alguien que lea esto se sirva sugerirme o apuntar de dónde puede haber surgido.
(7) entre los que reluce un post vacío y misteriosamente titulado Hepatotoxicidad leve que agradecería que alguien que lea esto se sirva sugerirme o apuntar de dónde puede haber surgido.