dimarts, 12 de març del 2013

LIBERTAD DE ELECCIÓN

Mi inseguridad sobre mi capacidad para la ficción (que, curiosamente, se agudiza cuando leo ensayos del mejor escritor de ficción de la actualidad) me ha hecho desestimar un post que tenía en borrador: se llamaba, se iba a llamar Escarcha en las cejas e iba a escribir sobre un indigente que moría de frío en el invierno de una ciudad, en cuyos bolsillos encontraban cartas dirigidas al Vaticano pidiendo que le fueran regalados algunos de los dos hábitos sobrantes una vez se sabía la talla (la física: no merece la pena especular sobre la talla moral) del nuevo Papa. Iba a escribir sobre el tipo impresionado por la noticia de que, mientras él pasaba frío en un cruel invierno europeo de 2014, dos hábitos o uniformes papales o como narices se describa, resultarían desperdiciados al confeccionarse tres tallas posibles.
El cuento, que en el plan de mi cabeza iba a incluir cartas del pobre desgraciado apelando a la caridad cristiana y a su condición de agnóstico, con tal de disponer de un ropaje con el que guarecerse del frío, pues, digo, el cuento, quedará allí, flotando en algún lado, como tantas ideas que parecieron geniales pero no como para fijarse en mi cabeza ni como parar lo que hiciera cuando acudieron a mi mente y buscar donde anotarlas.

Todo viene a cuento por el tema del cónclave.
Cónclave siempre me ha parecido una palabra falsamente esdrújula. Adoro las palabras esdrújulas y ello bien pueda ser en agradecimiento a su sencillez: tanto en castellano como en catalán siempre se acentúan. En catalán puede quedar la duda restringida a la e y la o de si el acento es abierto o cerrado, pero en castellano esas palabras son un descanso para el guerrero que duda en las llanas y las agudas. Para ejemplificar esa situación, la propia palabra esdrújula es esdrújula. Coherente como ella sola, pensadlo.

A mí cónclave me parece que debería ser llana con-cla-ve. No sé si con es un prefijo pero estoy seguro que clave se refiere a clave, a cerrado, y no sé yo de muchas palabras en las que el prefijo se constituya, ordeno y mando, en sílaba tónica (otra palabra esdrújula, bien! - aquí termina la broma). El caso es que se acentúe donde se acentúe una serie de peces gordos de la iglesia (muchos: de ahí el milagro de los panes y los peces), van a reunirse y a elegir a uno de ellos, que se encargará en los próximos años de afear la conducta a los occidentales por follar antes de hora, por no traer hijos no previstos al mundo, y bla bla bla. Lo harán de un magnífico buen rollo: esta vez el motivo de su reunión no es que nadie haya pasado a mejor vida. El anterior se cansó y lo deja. Pobrecito, de qué vivirá. Aunque seguro que se apaña con poquita cosa.
El caso es que esa elección rodeada de secretos y costumbres ascentrales (lease rancias) y extrañas (lease absurdas) paraliza medio mundo, especialmente los medios de comunicación conservadores, que se quitan la careta y le dan una cobertura completamente desproporcionada. A mí no me interesa lo más mínimo, pero me ha permitido hacer justicia con las esdrújulas.

Otra consulta: aquí es cuando pierdo seguidores, como cuando en Twitter le meto la vara a Artur Mas, que no acaba de descongelar el filete de la independencia que se le pidió cocinar, ayer hizo seis meses. Ha habido una consulta en las islas Malvinas sobre el deseo de sus habitantes de pertenencia a uno u otro estado. Y el resultado ha sido abrumador: los de las Malvinas (me planteo si este es el momento o no de llamarlas Falkland) quieren ser súbditos ingleses: han votado el 92% y el 99,8% quiere ser inglés. Ese 0,2% que no quiere, que atisbo que son, de acuerdo con los datos de población de las islas, una decena de personas a mucho estirar, no llegan a llenar una mesa grande de desayuno. Dirán los argentinos lo de la situación geográfica y seguramente habrá habido una (eficaz) campaña propagandística y puede que muchos de los votantes no sean oriundos de las islas, sino británicos de origen desplazados allí en una campaña planificada. Claro: pero diez personas como mucho es algo que da risa. No pretenderán que le preguntaran a los argentinos del continente. Igual que los españoles no deben opinar sobre Catalunya, deben ser los residentes en las islas quienes decidan su futuro. Mi consejo a Cristina Kirchner es que deje correr el tema y considere la voluntad de la gente. Lo mismo que digo sobre Canarias y Gibraltar y Andorra y, por supuesto, Catalunya y Euskadi. Normalmente la gente siempre elegirá la opción que le parezca más beneficiosa y estable para su nivel de vida y su perspectiva de futuro. Sólo eso pesa ahí cuando las banderas, en el fondo, cuando uno está donde quiere, solo sirven para decorar tazones y sonarse los mocos cuando no hay otra cosa.

4 comentaris:

  1. Antonio Orejudo también toca el tema del nacionalismo hoy en Diario Kafka...

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    1. Pues voy a leerlo en cuanto pueda: todos los nacionalismos esconden intereses ocultos, seguro. Pero nadie es quien para decretar cuando estos dejan de tener sentido y, por tanto, dejar las cosas como están en ese momento. Lo incontestable es que nadie, en una sociedad medianamente digna, debe verse obligado a estar donde no quiere.
      Gracias por el comentario.

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  2. En casa somos tres.
    Mi esposa y yo votamos escindir nuestra vivienda del resto de Cataluña, mi hija no votó por una cuestión de edad, pero suponemos que ella está a favor de que nuestro living, cocina y demás dependencias sigan bajo la órbita catalana.
    No importa que no seamos catalanes, sino unos arribistas. No queremos ese idioma y prefeririamos que nuestra casa sea administrada por Madrid o berlin o moscu.
    En otro orden de cosas, el sahara occidental esta siendo de a poco ocupada por familias marroquies,. Dentro de poco serán mayoría y quizás decidan que quieren ser parte de Marruecos. A los saharianos se les hace cada vez mas difícil conservar sus comercios y sus derechos.
    Para finalizar, no todo es extrapolable, similar o parecido.
    Perdóna la sintaxis y la parquedad, se me hace difícil escribir con el teclado virtual de la tablet.
    Abrazo

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    1. Germán: supongo que todo se trata de puntos de vista. Al final quien acepta vivir en un sitio (porque imagino que los que viven en las Malvinas no han sido empujados a punta de pistola) debe poder pronunciarse: si hay mas marroquíes en el Sahara y los saharianos no creen que deben impedirles acceder al voto o lo que sea, porque son quienes conviven con ellos, deberán aceptar que el equilibrio se rompe. Soy consciente que los procedimientos de conquista pueden ser muy sibilinos. Pero qué harías con los ingleses que están en Malvinas? Olvidar su voluntad? Tan abrumadoramente mayoritaria? venga, polemicemos!

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