dimecres, 15 d’agost del 2012

LA NUEVA ELITE

Ni idea de quienes son: puse intelectual despeinado en google y salió
Veo fotos de intelectuales hoy en La Vanguardia. Los veo, y todos son mayores, todos pasan de los 70 años menos Naomi Klein, la de No logo, que tiene 42 y que me entero hoy que es una intelectual.
Confieso mi enorme incapacidad para discernir entre los conceptos siguientes, ya que estamos:

ensayista, filósofo, intelectual, pensador ( y algunos más que no me acuden)

Pero bueno, lo de etiquetar a la gente no está bien, o no está completamente bien. En cualquier caso, es conveniente tener claro que, según el perfil de esos 16 ejemplos (ocho globales, ocho españoles), no hay intelectual, o lo que sea, válido antes de la cincuentena. O sea; cuenta la experiencia, cuenta un cojón y medio, y cualquier jovenzuelo (o sea, menor que, pongamos, 35) a nada puede aspirar por innovadoras que sean sus ideas y por aplastantes que sean sus argumentos. Hay que ponerle codos, y tiempo. Qué otra conclusión sacar. Sigo sin entender la presencia de la Klein, por eso: me harté de leer No logo con las deslocalizaciones de la Timberland y el rollo de la marca de zapatos sin fábrica de zapatos. Ese lugar intermedio entre ensayo y denuncia económica me pareció justo lo más parecido a un poderoso somnífero. 

Bueno: parece que la crisis, y un cierto libro de Vargas Llosa, tiene a los intelectuales en picos de rendimiento. Planteando miles de cosas que se pueden decir en breves segundos pero que, como te pares en una, ahí te quedas. La desigualdad, la banalización de la cultura, el cuestionamiento del paradigma capitalista. Entre otras. Ay, cómo mola poner paradigma en una frase. Te coloca dos niveles por encima de cualquiera. Es mejor que idiosincrasia. Como te pongas a hablar de paradigmas, tienes para rato, en el entorno adecuado, y si dispones de víveres, por supuesto. Si aparece el hambre, fuera paradigmas. Eso es lo que tiene el hambre: dicen los toreros, cuando lo hacían por necesidad: más cornás da el hambre. Dice otro torero que a él lo de los toros jamás le ha parecido una fiesta. Fiesta lo es para los señoritos que pagan para ver el espectáculo. Sin esos señoritos aburridos que solo se divierten con espectáculos de sangre y riesgo vital, todo se desmorona. Y sobre el hambre, o otras sensaciones físicas acuciantes: háblale de paradigmas al menino de las favelas que te apunta a la cabeza para que le des el reloj y la cartera y la cámara réflex: verás la dosis de paradigma que te mete entre ceja y ceja.

Con lo cual yo no digo que menosprecie a los intelectuales. Bueno, sí lo hago cuando se enrollan y les brilla la mirada a la vista de que la gente no se duerme oyéndoles. Puede que entonces muten a gurús o a políticos. Puede que entonces den el beneplácito a una cara sesión de fotos para la contraportada de un manual de autoayuda. No hay intelectual bien peinado y moreno de playa. No: hay que dar ese perfil de cierta despreocupación por la propia imagen: cejas rebeldes, pose algo errática, pelo descuidado, librería al fondo, sin orden: libros amontonados, alguna foto inidentificable, cara de haber olvidado, a base de pensar tanto, que la comida hace media hora que está puesta.

No hay movimiento anti-sistema que no se haya provisto de algún intelectual de cierto pedigrí. En ese sentido se actúa de un modo altamente convencional: se consulta a los patriarcas en edad de la tribu, que para algo han llegado hasta ahí. Se les pregunta por sus experiencias ante situaciones previas parecidas, y, siempre aludiendo previamente (por si la cagan) que cada circunstancia es propia de su época, zas, sueltan el juicio y todo el mundo a babear. O a la versión actual del babeo: hacer una Powerpoint, colgarlo en el Facebook, enviar links a los amigos con el fichero donde se puede leer: opinar en un foro, decir la suya: meter la cuchara, que es a lo que todo el mundo aspira en este planeta. A hacer notar su presencia y ver el siguiente amanecer.

16 comentaris:

  1. Hola Francesc!! Lo malo de los intelectuales es que son algo escurridizos. Muchos de ellos desdeñan el diálogo porque adoran el monólogo y la postración ajena, como tu dices. Pero hay veces, hay veces que se los puede acorralar y poner en estado de emergencia, no digo en una favela, es que de tanto subrayar y señalar y acotar se llenan de paradojas y contradicciones.
    De todas formas, cuando se sienten en peligro real, simplemente cambian de paradigma...

    ResponElimina
    Respostes
    1. Escurridizos, sí, pero algunos dejan de serlo cuando les llama el congreso de aquí o el fórum de allá o la ponencia de no sé dónde para que expliquen el mundo a cuatrocientos euros el minuto. Ha llegado el punto en que desconfío de cualquier individuo que reciba demasiadas alabanzas o tenga residencias en más de dos continentes diferentes. Me estoy volviendo un peligroso tocacojones.
      Un placer, tu vuelta, por cierto.

      Elimina
    2. Interesante tema; seguramente da para más que esto que me dispongo a garabatear.
      Es curioso, pero de los intelectuales que mencionás en tu cuarto párrafo -los que se meten a gurús o políticos- das un perfecto ejemplo en el tercero: Vargas Llosa. El hombre aparece siempre impecablemente vestido, bien peinado, con corbata y -seguramente, aunque jamás lo comprobé- zapatos caros y lustrosos. Claro: las ideas que defiende son incompatibles con el desaliño personal. Los sucios izquierdistas somos otra cosa... nadie nos pagará €400/min.
      Pero ojo: no basta el desaliño para ser un buen intelectual de izquierda. Se nota enseguida cuando falta materia gris. Pasa lo mismo que con los artistas que, sabiendo que todo genio tiene algo de loco, creen que hacerse el loco equivale a adquirir status de genio; la diferencia es que éstos últimos sí que logran, con desoladora frecuencia, engañar a mucha gente.

      Lo bueno es que, a la larga, su obra hablará por ellos, cuando ellos dejen de hacerlo. Y ahí los quiero ver. A políticos y artistas.

      Elimina
    3. Son muy pocos los políticos que se salvan... poquitos.

      Elimina
  2. Tenés razón, Germán, muy pocos.
    Sin embargo, dejame expresar mi desacuerdo con el rechazo a la política, así, en general; esta tendencia parece ir tomando cuerpo entre las clases medias desencantadas, que no perciben cuán funcional resulta una postura como ésa para prolongar el statu quo.
    Me gusta poner el siguiente ejemplo: si, de pronto, la enorme mayoría de los pediatras del mundo se volvieran corruptos, ¿renegaríamos de la pediatría? ¿O, por el contrario, redoblaríamos nuestros esfuerzos por encontrar EL pediatra honesto, que nos salve al pibe si se nos enferma?
    Ojo, eh! Abro el paraguas: no estoy atribuyéndote ese rechazo; hablo así, en general, nomás. En tu caso, además, decís muy claramente: poquitos. No todos. Bien por eso.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Me equivoqué, en el apuro: quise señalar que dijiste "poquitos" y no "ninguno".

      Elimina
  3. Respondiendo un poco a todos:

    Germán: digamos el nombre de un político conocido en el ámbito español que podamos decir que dispone de una trayectoria intachable: o sea, que cumple lo que promete a quienes le votan, que no les traiciona pactando con antagonistas, que no se ha enriquecido y que ha peleado contra los que se enriquecían gracias a sus cargos. No me sale ni uno, relativamente conocido o influyente.

    ResponElimina
  4. ¿Habrá que ponerse a estudiar pediatría, entonces... o, al menos, alentar a los jóvenes a hacerlo, para limpiar una mugre que no va a irse sin que la echen?
    Pero ojo: pediatría. No curanderismo de fácil discurso anti-medicina; ése es el disfraz de quienes quieren que los chicos sigan muriéndose de enfermedades curables.

    Para terminar con las malas metáforas que pueden entenderse mal:
    Más política es lo único que puede salvarnos de los malos políticos.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Creo que comparar la política con una ciencia como la medicina es algo perverso, incluso capcioso, Horacio. Si los políticos no desplegaran su ego al primer aviso, deberían haberse dado cuenta de que lo que se espera de ellos en las sociedades es que administren los recursos que el estado confisca, porque no hay más remedio. Y que lo hagan con transparencia, y que apliquen su ideología simplemente a decidir hacia dónde se decanta más ese reparto. Pero eso tan sencillo parece ser lo más difícil: debe ser la fiebre de las alturas.

      Elimina
    2. Me he esforzado, sincera pero infructuosamente, Francesc, por encontrar la perversión (e incluso la capciosidad, que parece llegar luego y no antes en tu respuesta) de mi supuesta comparación entre la política y la medicina. Quedará para otra oportunidad la sempiterna discusión acerca de si sólo las llamadas “ciencias duras” merecen ser reconocidas como Ciencias; sólo diré que si una disciplina llena de vaguedades incomprobables como la psicología ha llegado a ser calificada como tal, la política no debería ser considerada menos, bajo ningún concepto. Lo que la equipararía a la medicina, eliminando toda perversión. Con el añadido de que a la medicina acudimos sólo cuando la necesitamos; entonces nos sometemos voluntariamente a sus dictados. Confiamos en ella, vamos. A la inversa, la política nos somete (sin aparente opción) todos los días, 24 horas por día (en rigor, la mala praxis política); razón de más para exigir no su abolición, sino –simplemente, y nada menos- su buena praxis.
      Pero es que, además, ni siquiera intenté comparar a la medicina y a la política, sino a las diferentes reacciones que producen entre sus ¿beneficiarios, usuarios, clientes, víctimas, pacientes? Nos sometemos a los dictados de la mala política con una mansedumbre que no debería merecer (pero tampoco evade, por el momento) la comparación con la sumisión con que acatamos los diagnósticos médicos, como equiparando (disparatadamente) la capacitación de quienes ejercen la política tal como hoy la conocemos (i.e. la política burguesa), con la de quienes se han preparado durante largos años para curarnos. No es justo, me parece… ni los políticos merecen tal indulgencia, ni los médicos tal afrenta.

      De todas formas, alcanzado el máximo logro esperable para toda discusión (que no es el “ponerse de acuerdo”, sino –mucho más humildemente- “descubrir cuáles son los desacuerdos” (parece trivial, pero muchas veces se discute tan mal que ni siquiera esto se logra), es el momento de hacer mutis por el forro; por un lado, las atinadísimas alusiones de Villacresporker a los abusos hacen que mi conciencia –que la tengo, o qué creían, ;-D - me remuerda un poquito, a veces. Y por otro, no quisiera incurrir en la conducta que describís en tu último párrafo (copio y pego): “enviar links a los amigos con el fichero donde se puede leer: opinar en un foro, decir la suya: meter la cuchara, que es a lo que todo el mundo aspira en este planeta. A hacer notar su presencia y ver el siguiente amanecer”. Hay una velada crítica a tal conducta, o al menos una cierta ironía condescendiente… y hasta no tan condescendiente, a estar de la implacable descripción “versión actual del babeo”.

      Yo creo, humildemente, que puedo ver el siguiente amanecer sin hacer notar mi presencia, ni haber obligado a nadie a compartir mis pareceres. Ni siquiera a enterarse de ellos…

      (Alguna otra vez apareceré, sin embargo, no se entusiasmen demasiado…)

      Elimina
    3. Bona nit !! Pues me iba a meter en la cama tras pasar una agradable velada en el barrio de Gràcia: feudo antisistema e independentista en Barcelona que está de fiesta mayor. Pero no lo haría tranquilo si no puntualizara:

      1. Lo que interpreto como capcioso es establecer analogía entre una profesión, la médica, que parte del deseo de la gente de ayudar a los demás en su salud. Habrá médicos que empiecen a estudiar pensando en que un día puedan comprarse un yate o un Porsche Cayenne, pero los que yo conozco lo han hecho porque querían ayudar a la gente. Esa intención no la tiene ningún político que yo conozca: en mi país (en el que estoy actualmente) ni uno solo. Así que establecer su necesidad con una analogía así me pareció un poco escorado. Recurrimos a los médicos y sufrimos a los políticos, sobre todo, porque la herencia de los sistemas feudales establece una incautación de impuestos de la cual estos señores quedan encargados de administrar.
      2. Yo me refería a los intelectuales de pacotilla: esos Coelhos y similares cuyas frases estúpidas calan hondamente en más de uno y más de dos bobalicones que no hacen sino eso: colgarlas en muros de facebook propios y ajenos y hacer comentarios binarios sobre la profundidad de las boutades: nada qué ver con las prácticas de los que por aquí coincidimos, en presente, pasado y, espero sinceramente, un prolongado e inaguantable futuro.
      Nada de mutis por el foro, H. en el fondo la esencia de este post era venir a indicar que hasta los intelectuales han dejado de ser lo que eran: han quedado sustituidos por una especie de conciencia global que no consolida obras ni ensayos ni premios Nobel: fluye y está presente, pero no encuentra su vía, aún.

      Elimina
    4. Y añadiría: raramente uno tiene cuatro años seguidos el mismo médico si empieza a equivocarse en su trabajo. No tarda mucho en buscarse otro.

      Elimina
  5. Horacio y Francesc: Creo que hay que hacer una diferenciación entre políticos del sistema democrático y que gastan el culo en los asientos de cualquier congreso nacional y los políticos que hacen política.
    Yo no estoy en desacuerdo con la política, además me parece indispensable, inevitable. No conozco ningún político que sea sincero cuando acepta que las leyes promulgadas puedan ser cambiadas o anuladas cada cuatro o seis años. No conozco ningún político que sea capaz de jugarse su sueldo de privilegio o su jubilación temprana y cuantiosa.
    Yo me refiero a políticos revolucionarios, que esté de acuerdo o no, se esfuerzan por pensar un mundo alternativo a esta cosa que nos toca vivir. Esos, son los que se salvan.
    (Si la historia no lo absolvió aun, estoy seguro que será popularmente y mundialmente admirado. El último gran estadista, un político en serio.)

    ResponElimina
    Respostes
    1. Quién? Germán, no lo nombras...
      De todas maneras admiro vuestro encono generalizado en defender políticos. Yo ya no dejo ni uno. Y mejor no os digo lo que haría con ellos.

      Elimina
  6. Me da la sensación de que es muy difícil opinar en esta discusión sin recibir algún sopapo. Pero juntaré el valor necesario (o compraré un protector de boxeo) y pronto me largaré con un discurso al respecto, ¿qué les parece?

    ResponElimina
    Respostes
    1. Eso Villa, azuza el fuego. Por qué ninguna señora ha comentado aquí ??

      Elimina

Segueix a @francescbon