dimecres, 7 de març del 2012

CAMBIAR PARA SER IGUAL

Qué sensación más familiar. Tener algo en las manos que se va y no saber como recuperarlo. Seamos más mundanos : conseguir hacer una rabona con la PS3, y no saber qué mierda de combinación de teclas te ha permitido hacerlo. Probarlo y probarlo y no hay manera. Por qué me salió y ahora se me escapa. Forzar las cosas: la garantía de que todo saldrá mal.
Si pensó cosas parecidas David Simon o no, es algo que ignoro. Pues parece un tío que lo tiene todo muy calculado, tanto que parece que no, que le da papeles a pequeños traficantes o a músicos de verdad, que los deja delante de la cámara sin otra instrucción que un biyaselfman, que no les obliga entonces a memorizar frases de guión. Y que edita lo mínimo lo que sale, pues es oro puro casi todo.
Pero algo tuvo que reflexionar cuando en ese lapso entre el final de la quinta temporada de The Wire y el primer capítulo de Treme, las fuerzas telúricas (no todas, las más insistentes) decidieron al unísono que era el responsable de una de las mejores series jamás vista. Cosa que debió alegrarle pero también le abrumó. Porque no hay la misma distancia entre las tres partes del Padrino. Porque tan profunda había sido su disección de los entresijos de una ciudad sacudida por la desglobalización y los bajos intereses que de escarbar más ahí solo sacaría migas. David Simon dejó a Baltimore seca. 
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Entonces Treme tenía que partir casi de cero. Para no hacerla esclava de comparaciones. Para que no fuera el hermano pequeño en una casa donde el mayor es ejemplo en todo. Ni sé por qué se fijó en Nueva Orléans ni me importa. Puestos a fijarse en  grandes desgracias que han golpeado a la humanidad, el menú es extenso y se amplía cada día. Quizás más adelante pudiera pensar en que lo de Fukushima hubiera sido más dramático: ese tiempo real de la lengua de mar engullendo casas, hará pronto un año. Pero no. Fue Nueva Orléans. El lugar donde Simon nos ha llevado huyendo en toda forma posible de repetición de esquemas. Sólo la presencia de algunos actores remite a The Wire. Vagamente otras cosas pueden recordarlas. Las tomas en clave casi documental. Cierto espíritu en los títulos de crédito. La desazón de los funcionarios que no dan abasto. Las casas abandonadas de los barrios inundados, que pueden recordar a las que usaba Scoop y su socio para esconder los cadáveres. Personajes que te caen bién o mal pero no te dejan indiferente. En Treme no hay malos y buenos, de momento. Ni siquiera hay ese juego de pieles de cebolla de dimensiones de la ética, donde en The Wire pensabas que D'Angelo Barksdale no parecía ser tan mal tío, pero luego lo pensabas de Avon Barksdale, de Stringer Bell, y ni Marlo, la frialdad más absoluta, te acababa de parecer un malvado, por el entorno en que estaba. Y menudos cuatro he nombrado.
Para nuestra desgracia, dudo que en Treme nos encontremos con un nuevo Omar Little. Ahora bien, quién no palidecería al lado de Omar Little.
En Treme,muchos de los personajes están como arrepentidos de obedecer ciertos instintos primarios, ciertas de sus condiciones. Antoine, de usar el trombón en exceso (...), el escritor Creighton Bernette, de volverse loco cuando comprueba que su poder de convocatoria en Youtube ha sepultado, para su privado regocijo, al novelista comprometido con plazos y editores. Annie, de querer la música por encima de todo. Davis, de pensar que es un bohemian bourgeois. El Gran Jefe, de ser un referente entre los suyos. LaDonna, de ser rica a su pesar. No sé si la figura de este arrepentimiento tiene su equivalente en antiguas tragedias griegas o grandes clásicos de la literatura contemporánea. El entusiasmo por The Wire acarreó esas cosas: alguno se puso un pelo filosófico, y escribió ensayos algo pesaditos, bastante cargantes para ser más claro, donde emparentaba la serie con toda serie de cosas muy serias y de referencias muy intrincados. Cuando por aquí somos más prosaicos, por no decir patanes. Treme: relájate y disfruta.


2 comentaris:

  1. Aparte de decir que vere las series que recomiendas, paso a felicitar a un hincha del Barça por esa victoria tan linda. Asi le digo, linda. Como para ver en la tele y relajarse, luego dormir contento.
    Saludos.

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  2. Gracias !! Pues, sí, soy ligeramente del Barça. Ver este fútbol es un placer de la vida.

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